─ Juli, mi amor, ya llevas peinando a la niña 2 horas. ─Dijo Agustín viendo como su esposa llevaba peinando el rubio cabello de la pequeña Lucía ya varias horas.
─ Ya lo se, ¡pero el cabello de esta niñita hermosisima es tan peinable! ─Contestó su esposa apachurrando los cachetes de la menor. ─ Aparte, son las 12:37 y la ceremonia es a las 19:00, así que aún tengo tiempo de apachurrar esos cachetitos tan apachurrables. ─Decía mientras su esposo rodaba los ojos con una sonrisa cariñosa.
Las horas pasaban muy lentas para Lucía, habían pasado solo tres horas desde que la señora Julieta había mencionado la hora, pero a ella le parecían años. Llevaba todo ese tiempo tirada en la cama de la habitación donde dormían los niños que aún no tenían don, más bien ella y su hermana Cristina, ya que Mirabel aún dormía con sus padres.
Como tradición de la familia Madrigal ella llevaba un vestido blanco con algunos adornos de un color dorado con destellos rosas.
─ No entiendo porqué tan nerviosa, nada va a salir mal. ─Intentó tranquilizarla Camilo.
─ No soy una Madrigal, Cami... ¿y si casita no me da un don? ¿y si todo sale mal? ─Decía mientras se incorporaba en la cama y su cabeza se llenaba de más dudas de las que su boca podría darle tiempo a pronunciar.
─ Si no tienes un don te va a tocar vivir aquí con Mira, con Cris... con los futuros niños para siempre... ─Dijo Camilo metiendo miedo a ver si eso le calmaba los nervios.
A lo que Lucía resopló dejándose caer en la cama de nuevo.
Bueno... no estoy diciendo que vaya a pasar eso... ya sabes, es imposible que te quedes sin don... ─Justificó Camilo estirado en el suelo al ver que sus intentos solo empeoraban la situación.─ Vas a ver como vas a tener un super increíble don. ─Finalizó con una cálida sonrisa
─ Pero... ¿y si no tengo un super don como Isabela? ¿o como Dolores? ¿o Luisa? ¿o uno como el tuyo?
─ Ya verás como sí obtendrás uno... ¿sabes Lulú? hace no más de un mes yo estaba así... los nervios de abrir la puerta... el miedo de que falle... pero todo va a ir bien. Lo prometo. ─Prometió entrelazando su dedo meñique con el de la menor.
Las horas habían pasado, Lucía ya estaba detrás de ese telón rojo que, en cuanto se abriera, le daría paso a su nueva habitación. Los nervios la consumían viva, el miedo a que salga mal, a decepcionar, a fallar.
─ Hace 50 años... ─La señora Alma comenzó.─ En el momento más oscuro, esta, y otra vela nos bendijo con un milagro. Y el más grande honor de ambas familias portadoras de las velas ha sido usar nuestros dones para servir a esta preciosa comunidad. Hasta que un fatídico error destruyo y acabó con el fallecimiento de toda la familia Rivera, excepto de las dos más pequeñas de la familia, Lucía y Cristina, dejándolas a nuestro cargo. Así ambos poderes de las velas se unieron dejando una sola vela la cual podrá llenar de dones a ambas familias por igual. ─Concluyó haciendo una pausa.─ Esta noche nos hemos reunido de nuevo para que uno más reciba esta luz y nos llene de orgullo. ─Finalizó Alma.
Al discurso finalizar, el telón se abrió dejando a la vista una niña de 5 años. Su piel era pálida y de mejillas rojizas, ojos azules oscuros y un cabello rubio recogido en 2 trenzas atadas con unos moños color rosa palo al final.
La pequeña respiró hondo, tenía las miradas de todo el pueblo sobre ella.
En cuanto parecía que iba a dar un paso al frente, Casita cambió algunas baldosas de una especie de color parecido al granate a unas en color rojo oscuro haciendo simular una alfombra.
Mientras todas las luces la apuntaban y su miedo crecía ella daba paso tras paso, escalón tras escalón, llegando arriba del todo, frente a frente a su puerta con un cartel arriba con su nombre. A su derecha estaban Julieta, Bruno y Agustín, acompañándola y dándole ánimos, y obviamente junto con la señora Alma y la vela. Y abajo... bueno ¿qué más que todo el pueblo de Encanto?
─ Vas a usarlo para honrar nuestro milagro ─Alma pronuncia, a lo que la pequeña Lucía, inconscientemente, asiente─ Vas a servir a la comunidad y fortalecer nuestro hogar.
La pequeña no despega su mirada de la de Alma mientras toca la vela. Asiente de nuevo, a lo que la señora le asiente de vuelta.
Ella se aparta dejandole paso a la menor, la cual en paso decidido aunque con manos temblorosas se acerca a la puerta y toca el pomo dorado.
La joven quita la mano rápidamente del pomo en cuanto las luces empiezan a aparecer, y en ese movimiento tan brusco de las manos salen unas flores y unas mariposas volado.
Ha funcionado, la puerta ha formando la forma de una Lucía más adolescente, de la misma edad que la silueta en la puerta de Camilo, pero esta rodeada de flores y mariposas.
─ ¡Tenemos un don nuevo! ─Exclama la señora Alma, a lo cual los ciudadanos vitorean y aplauden y los fuegos artificiales empiezan a aparecer.
Camilo corre escaleras arriba, no se espera ni a que esta pudiese dar un paso hacía su nueva puerta y la abraza, a lo que ambos niños ríen.
Ella abre su puerta y a cada paso dado su habitación se va formando.
El suelo con flores esponjadas, unos jarrones en el suelo con algunas plantas, unas estatuas hechas con flores de ella junto con unas mariposas rosas envolviéndolas con su delicado aleteo. las paredes con flores y del techo colgaban unas lianas junto con unas jaulas llenas de mariposas, las cuales podían salir y entrar de la jaula a su gusto. Su cama estaba colgando de unas lianas y para llegar ahí había una escalera hecha con madera de palma.
Abre sus brazos expulsando flores y mariposas por todas partes, gira, se cae y se revuelca entre flores de colores.
Isabela entra en la habitación con auras de celos al tener un don parecido, los celos de ya no ser la pequeña perfecta Isabela la consumen, hasta que Lucía corre hacía ella y la abraza.
─ ¡Isa, Isa! ¿Ves? ¡Ahora podemos hacer flores juntas! ─Dice Lucía a lo que, inevitablemente, Isabela sonríe y le da palmadas en la cabeza.
─ Sí Lulú... ─Dice mientras hace una corona de flores a la chica y se lo pone en la cabeza delicadamente.
─ Bien, bien, es tiempo para la foto... ─Dice la Abuela mientras el cámara se coloca para la foto.
La familia se coloca como siempre, todos mostrando sus dones o sus mejores poses mientras pronuncian las palabras 'La familia Madrigal'.
La fiesta prosigue, Agustín saca a bailar a la Abuela mientras Felix sacaba a bailar a la pequeña Lulú. Luisa y Camilo bailaban y robaban comida mientras Isabela le hacía unas orejeras hechas con flores a Dolores para intentar rebajar los efectos de su don. Julieta cuidaba de Mirabel y de la pequeña Cristina mientras Pepa sacaba a bailar a Bruno, aunque este no quería por lo avergonzado que se sentía de bailar.
Una noche fantástica, sí. Pero, sin saberlo, una de las pocas que le quedaban.
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─̣ "Señorita perfecta Lucía" ─RD Encanto
FanficEsta será una historia basada en mi RD (Realidad Deseada) de encanto. Se recomienda informarse sobre el shifting antes de leer esta historia, aunque no es necesario