Parte uno

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JungKook; hijo del Dios Apolo, dios de la música, el sol, la poesía y la belleza; y de la musa Calíope, representante de la poesía épica y de la elocuencia.

JungKook había heredado las habilidades de sus progenitores, siendo increíblemente bueno para la música.

Su lira, que cada vez que la tocaba, aparecían animales a su alrededor, e incluso el sol se detenía solo para escucharlo.

Todos amaban escuchar a JungKook tocar la lira, pues sus melodías eran tan suaves, armoniosas y encantadoras que era difícil no detenerse a oír. Y no sólo eso, si no que la voz de tan talentoso joven lograba hipnotizar a todo aquel que lo oía, incluso a los dioses.

El dios Apolo estaba muy orgulloso de su hijo, razón por la cual le dió la lira que tanto cargaba consigo JungKook.

JungKook era reconocido por todos los lugares, su música y canto siendo gratamente apreciados en cualquier lugar que pisaba.

Incluso había ayudado en la búsqueda del vellocino de oro, siendo fundamental para que los tripulantes no cayeran en el canto de las famosas sirenas.

Había acabado su aventura, y estaba de vuelta en su hogar.

JungKook se sentó en una piedra, acomodó su lira, y cerrando sus ojos empezó a tocar otra de sus bellas melodías. No pudo aguantarse y su voz acompañó la melodía de igual manera.

Los dioses escuchaban con paz el canto, los animales se acercaban al mortal, e incluso las plantas se inclinaron para estar más cerca del joven.

Cuando JungKook terminó su canto, unos aplausos le hicieron saltar. Volteando su rostro, se encontró con un chico de cabello castaño claro, vistiendo de blanco.

¿Acaso estaba viendo a un Dios?

─Lo lamento, ¿te asusté? ─La armoniosa voz del otro joven lo deleitó.

El desconocido se acercó con cuidado, agachándose una vez estuvo cerca.

─Estaba pasando por aquí y no pude evitar escuchar tan bello canto. Tienes un talento maravilloso, estoy fascinado con tu canción. ¿Tocarías... otra canción, para mí?

JungKook no respondió. Se había perdido en la mirada de aquel joven desconocido. Se había quedado totalmente sin palabras.

─Umh, ¿hola?

JungKook reaccionó, relamiendo sus labios al sentirlos secos.

─P-por supuesto, eeh, ¿cuál es tu nombre?

El joven le dio una pequeña sonrisa, colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

─Soy TaeHyung, ¿con quién tengo el placer?

─JungKook, me llamo JungKook.

[ . . . ]

Los hombres y mujeres alrededor, escuchaban con relajación el canto de JungKook.

El joven miro a su costado, presenciando a TaeHyung con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en sus labios. Era sumamente bello.

TaeHyung era un chico que servía a las musas, y sabía apreciar el arte (o así decía él) y le había dicho que él era la reencarnación de esta palabra.

Por supuesto, después de Apolo.

JungKook nunca se había quedado tan maravillado con alguien como con ese chico. TaeHyung siempre lo acompañaba y pasaban mucho tiempo juntos.

Continuamente, TaeHyung le pedía que cantara para él, como sucedió hace algunos días.

─Me gustaría escuchar otra canción. ─Había dicho ese día.

JungKook había alzado una ceja, cruzando sus brazos con disconformidad. Aquello confundió a TaeHyung. Su mirada se veía tierna a los ojos del rubio.

─Solo quieres escuchar mis canciones, me siento celoso, ¿por qué no me quieres solo a mi? ─Le había dicho ese día.

La risa de TaeHyung fue un deleite, siendo incluso mucho mejor que sus canciones. O así lo creía él.

─ Bobo, ¿quién hace las canciones? Tú ─había dicho─. Me gustan tus canciones porque tú las cantas, si las cantara otra persona, no sería lo mismo.

JungKook había sonreído inconscientemente ante ello.

─Entonces, ¿me quieres más a mí que a mis canciones?

─Es debatible.

TaeHyung volvió a reír al ver la expresión en el rostro de JungKook. El joven músico iba a reclamar, pero el casto beso en su mejilla por parte de TaeHyung había bloqueado todo tipo de pensamientos.

JungKook dejó de tocar, su pecho se sentía cálido con solo recordar aquel día.

Todos a su alrededor abrieron sus ojos, algunos incluso se habían quedado dormidos por la relajación que le había producido la melodía.

─Eso fue hermoso ─comentó TaeHyung, quien estaba a su lado.

JungKook le sonrió, parecía que los demás no existían en ese momento. Solo eran TaeHyung y él, nadie más.

─Últimamente tus canciones son más bellas, ¿te has sentido más feliz, muchachito? ─Un hombre ya mayor preguntó, sus ojos fijos en ambos jóvenes que se encontraban muy cerca.

─Sí, muy feliz.

TaeHyung bajó la mirada en cuanto sus ojos se conectaron con los de JungKook. El músico evitó soltar una ligera carcajada, pues sabía que su chico lo había hecho para que no pudiera ver su sonrojo.

Poco a poco todos empezaron a irse, JungKook y TaeHyung se quedaron para el final.

─¿A dónde iremos ahora? ─Preguntó TaeHyung.

Últimamente, habían estado viajando en busca de ayudar a los demás. TaeHyung siempre estaba con JungKook, y JungKook siempre complacía a TaeHyung.

─No lo sé, ¿a dónde deseas ir?

─En dónde estés tú, yo estaré feliz.

JungKook dejó su lira a un lado, llevando su mano al rostro de TaeHyung.

Desde la primera vez que lo había visto, había quedado enamorado, e incluso aquello era poco.

TaeHyung ladeó su cabeza para sentir más el tacto del músico. El también había quedado embelesado de JungKook.

No sólo por sus canciones, sino porque le había brindado la seguridad que muchas veces se le había sido negada.

─TaeHyung, sé que es pronto para hablar de matrimonio, pero yo-

─Acepto.

JungKook abrió en demasía sus ojos, ¿le había dicho que sí?

─Nunca conocí a nadie que me haga sentir como tú lo has hecho JungKook, y eso que he conocido a muchas personas ─TaeHyung se removia nervioso, sin quitar la sonrisa apenada de su rostro.

JungKook no pudo contenerse más. Tomo el rostro de su amado TaeHyung, uniendo sus labios en un beso.

El estómago de ambos amantes se removió.

En el Olimpo, los dioses sonreían enternecidos por la unión de ambos amantes.

Un artista, y su musa.

La melodía perfecta ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora