Capítulo 4

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Después de pasar por un autoservicio de comida rápida, Naty se quedó dormida en el asiento junto a Mew. Odiaba que ella no tuviera su asiento elevado, pero se sentía mejor al tener un brazo alrededor de ella, sosteniéndola arropada contra su pecho para protegerla mientras Gulf conducía con facilidad a través de la ligera nieve fuera de la ciudad y hacia las montañas. No hablaron durante el trayecto y a Gulf no pareció importarle.

Por desgracia, cuando aparcó en la entrada, Naty se despertó y se dispuso a explorar su nuevo entorno, maravillándose con los brillantes cristales de los faros del todoterreno y con la forma en que la nieve brillaba en los árboles de hoja perenne. Mew debería haber sabido que la casa de Gulf no era una pequeña cabaña en el bosque. Incluso en la oscuridad, podía decir que era una casa enorme, de dos pisos, con ventanas gigantes que daban a las montañas.

Sabía que había crecido con dinero. En los meses que pasaron juntos, Gulf solía dejar saber algo sin querer al contar alguna anécdota de su infancia, pero definitivamente no era de los que hacían alarde de ello o se lo restregaban por la cara. Cuando estaban juntos, casi siempre se encontraban en el diminuto y cutre apartamento de Mew y Gulf ni una sola vez pestañeaba por ello.

Pero con Naty a su lado, esto se sentía diferente, incómodo. Se enfrentaba a todas las cosas que no podía proporcionarle a su hija. Y eso le dolía.

—Podemos acomodar a Natasha primero. Volveré a por mis maletas más tarde —dijo Gulf antes de salir del coche, sacando a Mew del oscuro remolino de pensamientos.

Mew comenzó a responder, pero Gulf ya se había ido. Respiró profundamente y ayudó a Natasha a desabrocharse el cinturón de seguridad.

—Recuerda, Meteoro, que somos invitados en la casa del señor Kanawut. Debes comportarte lo mejor posible y obedecer sus reglas.

Naty consiguió asentir distraídamente con la cabeza y luego salió también del coche y subió las escaleras hasta la puerta principal. Al parecer, él era el único que pensaba que esto era una idea horrible. Agarrando su bolso y el de su hija, los siguió hasta la casa donde Gulf ya estaba encendiendo las luces. El primer piso era un enorme diseño abierto. Una sala de estar con una enorme chimenea ocupaba la mayor parte del espacio, luego un comedor con una mesa lo suficientemente grande como para sentar a diez personas antes de pasar a la cocina. Podría haber cabido todo su apartamento sólo en la sala de estar.

Cerrando la puerta tras de sí, Mew entró lentamente en la casa, escuchando a los demás, pero sólo oyó los sonidos de las excitadas preguntas de Naty y las pacientes respuestas de Gulf. Si Gulf estaba en la ciudad para pasar las vacaciones con su familia... ¿dónde estaba su familia?

—Tomaré el dormitorio principal aquí abajo. Hay otros tres dormitorios arriba. Los dejaré a ti y a Naty elegir los que deseen —dijo Gulf, señalando la escalera que se extendía hasta el segundo piso y que daba a la sala de estar.

—¿Y tu familia? Pensé que...

—Sólo somos nosotros —dijo Gulf rápidamente, cortando el comentario de Mew mientras se volvía hacia la cocina—. ¿Por qué no guardan sus cosas? Voy a ver qué tenemos para comer.

Mew observó cómo su hija atravesaba la sala de estar y subía las escaleras, ligeramente sorprendido de que aún tuviera esa energía para quemar. Por supuesto, sabía que iba a caer en cuanto se quedara quieta durante algún tiempo. Por ahora, la novedad de todo aquello la mantenía ocupada, y no pensaba en el hecho de que se acercaba cada vez más a la Navidad. Diablos, estaba tratando de no pensar en todos sus regalos todavía escondidos en el armario del vecino porque no confiaba en que ella no fuera a buscarlos cuando él estuviera de espaldas.

Deshaciéndose del abrigo, recogió su bolsa y la de Naty con una mano, acercándose a la cocina donde Gulf le daba la espalda mientras rebuscaba en la despensa. No sabía qué decir al hombre. Quería preguntarle por su familia, preguntarle por qué demonios se quedaba solo en esa gran casa por Navidad, preguntarle si todavía se quedaba despierto por la noche pensando en el tiempo que habían pasado juntos, pero ninguna de esas preguntas le pareció buena idea.

Navidades de Nieve y Hielo II- Hielo, Nieve y Muérdago (MewGulf Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora