Escuchó que alguien la llamaba, abrió lentamemte los ojos. Una franja de luz apareció de repente y fue extendiendose hacia arriba y abajo, la imágen de Bruno sonriendo al saber que estaba despierta hizo que se tranquilisara, pero ella no sonrió, todavía recordaba todo.
-Vámos, bella durmiente, ya estamos llegando y no pienso levantarte.
Ella sólo le mostró la lengua y él hizo lo mismo. Tratando de acomodarse, pudo ver a Carla.
-Hola.
-Roncaste mucho cuando dormías.
- Sí...seguro. Respondió con sarcasmo.
Le dolía el brazo y la mejilla. No sabía como habia hecho para no caerse, sobre todo con los movimientos del auto
Estaba vastante aburrida, apoyó la cabeza sobre el vidrio de la ventanilla. No le importaba sí le diera un ACB por golpearse tanto la cabeza, con lo que estaba pasando y lo que había sufrido, estar viva le valía madre.
Estaban pasando por una plazoleta y a lo lejos distinguió una silueta que se le hacia conocida. Se incorporó asombrada. Mientras se hiban acercando, la forma se fue aclarando cada vez más. Cuando el auto se detuvo justo al lado de la figura, porque el semáforo estaba en rojo, pudo ver la estatua; la estatua que estaba a cuatro cuadras de la casa de su abuela paterna, el auto arrancó, pero ella siguió con su mirada a la estatua hasta que se topó con el vidrio trasero, dió vuelta rapidamemte, puso las manos bien estiradas en la fria ventana y se dió cuenta de que estaban allí; allí donde todos los problemas habian comenzado.
-No me digas que...
- Si
-Ma, por favor... da la vuelta!
-Cáyate. No tenemos otro lugar a donde ir.
- Pero tu y ellas... Fue interrumpida por su madre
- Ya sé
Giró la cabeza hacia Bruno. El se escogió de hombros y volvió su atención hacia adelante.
De repente sintió una puntada en el pecho y un mal presentimiento. Sabía que en esa casa su mamá hiba estar insegura, molesta; triste.
Cuando el auto se detuvo, los nervios, y de alguna manera, el enojo aumentaron.
-Bajen. Dijo su madre, pero nadie reaccionó.
-¡Bajen!. Bruno abrió la puerta, bajo y Valeria lo imitó.
- Carla, vamos.
- ¿Y mamá?
Ella no respondió.
Bajaron las maletas y se quedaron en el escalón de la puerta.
Mantenía su cabeza apollada sobre el marco de concreto, mientras miraba a su madre, que se había quedado mirando hacia adelante todo el rato en el que estaban esperando a que bajara, en su familia acostumbraban a esperar a que bajaran todos los que estuvieran en el auto antes de entrar a algún lugar.
Tenia la duda de que estaba pensando, hasta que se levanto, se sento en el asiento del copiloto. Su madre solo giró los ojos hacia ella y volvió a hacer lo que estaba haciendo.
- ¿Que haces?
- Nada
- Entonces, te ayudo.
Martha sonrió.- Eso dice tú papá.
- Si. Ella solo sonrió con los labios.
- ¿Por qué no bajas?
- Por nada. Vamos.
Bajaron, Bruno y Carla miraron con los ojos abiertos a las dos.
Pensaba en que era lo que su mamá había estado tardando, pero a eso lo iba a dejar para más tarde ya que quería desempacar toda su ropa y ver la habitación que no veía desde que se mudaron a su otra casa.
Tomaron las maletas y cajas en manos, Martha suspiró, como tomando fuerzas, se acercó y tocó la puerta de madera que se encontraba frente a ellos, sono como madera vieja y hueca. Valeria retrosedió para ver mejor la casa, dió tres pasos, la construcción era prolija pero antigua, de un rosado añejo, que daba la sensación de que era una casa de muñecas.
De repente se escucharon pasos que se acercaban y manos que usaban llaves para abrir. La puerta comenzó a abrirse mientras que una figura femenina que parecía estar secandose las manos con el delantal que llevaba puesto y hablar con alguien que se encontraba dentro, cuando se dió vuelta, su cara cambió de alegre a sorprendida.
- Hola. Dijo con tono. De inseguridad.
- Hola. Respondió la madre con la cabeza baja.- Supongo, que ya sabes lo que pasó.
- No. ¿Qué ha pasado?.
- Espera, primero hay que ver sí nos dejas pasar, bueno, si me dejas pasar.
- Supongo que hay algo muy importante, asi que sí.
Pasaron a la sala y drjaron los equipajes allí para saludar. Pasaron por la cocina.
- Recuerdo esto mas grande.- Dijo Valeria en voz baja.
- Yo también.- Anunció su hermano.
- Ahora, escucha.
- ¿Mmmh?
- ¿Crées que mamá esta bien?
- No s...- Bruno se detuvo y caminó hacia la puerta que separaba la cocina del comedor y apolló su oído sobre ella, Valeria lo segía con la mirada, pero luego hizo lo mismo. Detrás de la puerta se escuchaba la conversación entre, su tía, su abuela y su madre.
- Ok, te escuchamos.
- Ya se que con ustedes tuve problemas, muchos en realidad, pero no vengo por eso.
- ¿Entonces?
- Vengo por mis hijos.- La suegra la miró con cara de confusión.- Mi esposo, su hijo, hizo algo muy malo.
- ¿A parte de casarse contingo?
Puso cara de que ya no aguanba más. - No estoy aquí para que usted me refriegue en la cara que fue algo malo que nos casáramos él y yo.
- Escucha, yo...- Martha la interrumpió.
- Sí a usted no le interesa, tengo muchas otras personas con quien puedo hablar seriamente.- Se levantó de la mesa, cuando estaba a solo segundos de abrir la puerta de la cocina.
- Mira... perdona si te traté mal, ahora cuéntame que es lo que pasó, porque sí me importa. Dejemos lo nuestro por otra parte.
Martha miró a sobre su hombro y respiró profundamente.
- Traficó drogas.
- ¡Qué!
- Shhh.- Dijo su cuñada.
- Si, necesitabamos dinero para porder pagar unas pocas cuentas pero caras, él había perdido su trabajo, yo gano muy poco. Fue a buscar trabajo, no encontraba, hasta que un hombre lo llamó, porque había puesto su número en el diario por si lo necesitaban, al parecer le funcionó, le dijeron que tenían un trabajo de negocios al sur del país, que iba a ganar mucho, él aceptó. Él había viajado por la misma razón, por lo visto los hombres que lo habían llamado, cambiaron su equipaje por una maleta idéntica, pero esta estaba completamente llena de cocaína. No sabemos, como hicieron para que en el aeropuerto no la detectaran. Cuando mi esposo llegó al hotel, abrió la maleta pero no había nada. Por el enojo, la arrojó al suelo y al caer se rompió y todas las bolsas se dispersaron por toda la alfombra. Luego llegó al punto de escapar, pero no fue fácil, ya que ahora los mismos hombres lo están buscando, de suerte nunca les dio la dirección.
La cara de las dos mujeres era como si hubieran visto al mismo Beelzebub.
Valeria no podía creer lo que había escuchado. Mientras se deslizaba contra la puerta sobre la espalda, el llanto comenzó con un sollozo.

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La vida es injusta
Novela JuvenilBien, esta es la historia de una chica, Valeria ... la cual pasa por muchos problemas... ¿Por qué a ella?...es casi imposible llegar a pensar, imaginar o creer en lo que sufre y todo lo que tiene que superar. Pero conoce a alguien que cambiara su v...