Forzada a mudarse al barrio más peligroso de la ciudad, Aria se encuentra fuera de su zona de confort, enfrentando un mundo de crimen y peligro donde debe valerse de su ingenio para sobrevivir.
Allí conoce a Rick, un traficante atractivo y enigmáti...
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Despertar con Aria a mi lado cada día se vuelve algo más necesario, tenerla pegada a mí, notando su calor, es casi el mejor momento del día, y más si como ayer, el día ha sido un asco.
No sé qué mierda me pasa, pero ya no puedo sacar estos pensamientos de mi cabeza. Todo esto me está confundiendo y debo de hacerme a la idea de que solo estamos fingiendo y que nada es real, aunque se sienta como lo más real que he vivido con alguien nunca.
Pasar todo el día anterior con gente que no me interesa, haciendo algo que puede llevarme a la cárcel es algo que me acojona, solo me centré en el asunto cuando recibí la foto que Aria me había mandado de ella con mis hermanas. Solo tenía una cosa en mente: que esto saliera bien y volver con ellas.
No pedía nada más que una vida tranquila con las tres.
Después de estar todo el día de ayer con planos y estrategias sobre lo que han catalogado como la misión "A por el arte" (desde luego el peor nombre para ponerle a una misión si no quieres que te descubran, es llamarlo igual a lo que vas a robar) más vale que esta gente no se gane la vida etiquetando cosas, porque se morirían de hambre.
Tengo la cabeza como un bombo. Por hoy tenemos el día libre hasta que consigan reclutar a un par de personas más para perfeccionar el plan y conseguir todo lo necesario para no acabar en lo peor: bajo tierra.
Aria se remueve a mi lado, está de la misma manera en la que nos quedamos dormidos, tan cansados estábamos que ni siquiera nos hemos movido durmiendo, en cuanto noté como se pegó a mí no pude resistirme y la atraje mucho más cerca de mi cuerpo.
Desde que me desperté esta mañana solo podía pensar en que llegara la noche para volver a la cama con ella, porque no necesito más que sus abrazos, su roce, y sentirla cerca para sentir la mente tranquila y el cuerpo relajado.
Ella me da calma, en mi vida llena de caos.
Me levanto sin hacer ruido, no quiero despertarla porque todavía falta para que su despertador suene, salgo al salón donde West duerme también, pongo en marcha la cafetera y el desayuno de Aria, nunca antes había hecho el desayuno a nadie que no fueran mis hermanas pero ayer sin pensarlo se lo preparé a ella, sus ojos brillaron por no esperárselo, tanto se sorprendió, que su agradecimiento llamándome amor bien valió la pena escucharlo, no me pude resistir y la llamé de igual manera, fue como si decir Aria y amor fueran sinónimos de la misma persona.
—Joder muñeco, ¿que mierda haces despierto tan temprano? —gruñe West desde el sofá—. Deja de hacer ruido y déjame dormir.
—Ponte unos tapones en los oídos si tanto te molesto ¡capullo!
Varios minutos después, Aria sale de la habitación con su uniforme ya puesto y se dirige al baño, no puedo evitar darle un repaso con la mirada a toda ella mientras pasa por mi lado dándome una sonrisa y los buenos días de su parte.