ノYou're so hypnotizing, could you be the devil? Could you be an angel? — ★ ⭑
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Yeonsoo siempre creyó que los milagros existían, sino, ¿entonces por qué en sus años de instituto cuando iba a presentar un examen del cual no había estudiado y estaba apunto de reprobar la materia, de la nada el profesor quién jamás había enfermado y faltado, justo ese día amaneció con tifus y dejó exentos a todos?
Ella pasó con un maravilloso siete, justo aquellos dos puntos que le faltaban para no recursar.
En su defensa, no la había pasado muy bien en ese tiempo que descuidó sus estudios. Pero se recuperó y siguió esforzándose.
Aunque ¿sirvió de mucho? Ahora estaba metiendo cajas a un camión de carga.
—¿Ya las colocaste todas? —preguntó uno de sus compañeros, quien iba a entregarlas.
—Sí, están listas. —respondió.
Soltó un suspiro y volvió adentro para hacer su siguiente tarea, tenía que ordenar cajas en los estantes.
Bostezó varias veces mientras hacía su trabajo, no había podido dormir bien en días.
—¿Es muy pesado el trabajo o se desveló señorita Ahn? —una voz detrás de ella la sobresaltó un poco.
Al voltearse, ahí estaba él.
No habían hablado demasiado todo ese tiempo, solo cuando casualmente Yeonsoo topaba a Ryu Shi Oh haciendo revisiones a la misma entrega de siempre, incluso había aprendido el código de exportación.
CTA4885.
Era el único que él se encargaba de revisar al final de enviarla al camión de carga.
Solo se saludaban cordialmente sin poder mantener una conversación, no obstante, Ryu Shi Oh se mantenía informado de ella. Claramente que esto no lo sabía Yeonsoo.
—Oh, buenos días señor Ryu. No, no, el trabajo no es pesado. —soltó una risita.
—Entonces es lo segundo. —afirmó.
—A veces tengo problemas para conciliar el sueño. —contó.
—Entiendo. También me pasa en ocasiones. —dijo él.
Yeonsoo sonrió y ya no supo qué más decir, tampoco Shi Oh. En realidad, él solo había pasado por ahí y la vio, observó que se notaba cansada y quiso empezar una conversación por eso pero ahora no sabía cómo continuarla.
—¿Ya almorzó? —preguntó.
Ella lució confundida por la pregunta pero negó.
—No, aún no, en quince minutos será mi hora de almuerzo. —contestó.
