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Resumen:

Neteyam habla con su padre.

"Mala noche"

Un nuevo día se alzaba sobre el horizonte de Pandora. El sol, que se filtraba a través de las hojas, pintaba el suelo con destellos dorados. Y el aire fresco, que comenzaba a colarse entre los extensos caminos de ramas y lianas que decoraban el hogar del clan Omaticaya, traía consigo los olores frutales del desayuno. Poco a poco, los sonidos familiares rompían el silencio nocturno, y las voces de los habitantes le daban vida nuevamente a la aldea.

A pesar del alboroto matutino, caracterizado por su orden rutinario y saludos de buenos días, no lograban captar la atención de cierto joven. Pareciera que hoy, los sonidos del pueblo despertando eran insuficientes para alcanzar a los cansados ​​oídos de un trasnochado Neteyam, que, por desgracia, no había logrado encontrar consuelo en la comodidad de su hamaca. Aquella noche había encontrado especialmente incomodo su lugar de descanso. Los ruidos nocturnos, a los que ya se había acostumbrado con el tiempo y que, de hecho, se habían convertido en su canción de cuna a lo largo de los años, comenzaron a sonarle inquietantes. Tanto fue así que no logró conciliar el sueño durante la primera parte de la noche. Se retorcía en su hamaca de un lado al otro, buscando desesperadamente una posición que le brindara un poco de comodidad en medio de su irritación latente.

Continuó así un par de horas, hasta que Lo'ak, que dormía en la hamaca contigua, probablemente igual de irritado por el extraño comportamiento de su hermano, pateó un par de veces la hamaca de Neteyam, advirtiéndole que, si no dejaba de hacer tanto ruido, lo echaría a dormir con los viperlobos a los pies del Hometree. Después de eso, Neteyam finalmente se quedó quieto, pero desafortunadamente, no le bastó para quedarse dormido. De todas formas, después de un tiempo y unas cuantas respiraciones, logró encontrar descanso al fin. Esto no era normal en él, y probablemente habría tenido una noche tranquila si tan solo la voz de su conciencia no lo hubiera torturado con los recuerdos del día anterior.

Por si se preguntaban, Neteyam todavía no le había dicho nada a sus padres sobre su encuentro con el Metkayina, y ciertamente eso lo estaba atormentando. La confesión con sus hermanos no le había dado el suficiente consuelo para alivianar la carga de conciencia, y después de su charla, los tres hermanos se unieron a la cena en sumo silencio. Neteyam hizo lo posible para evitar las inquisitivas miradas de sus padres, quienes sin duda habían notado el silencioso comportamiento de sus hijos. Tan rápido como terminó de comer, anunció que estaba cansado y que se retiraría a dormir antes de lo previsto. Claramente una excusa. Realmente lo que no tenía previsto fue lo difícil que le resultó dormirse durante la noche, arruinando por completo su humor en la mañana.

El calor húmedo de la selva no tardo en elevarse con el sol de la mañana, provocando en Neteyam una nueva sensación de incomodidad: el sudor acumulándose en su piel. Eso, y el incesante aleteo de las moscas reuniéndose a su alrededor, fueron el último aviso de que Neteyam se había quedado en la cama más de lo necesario. Cuando finalmente abrió los ojos, el sol estaba tan alto que Neteyam supo al instante que había pasado más de media mañana completamente dormido, y, por supuesto, su familia había seguido su rutina diaria sin él. Mientras se incorporaba en su hamaca, se frotó los ojos pesados y estiró sus músculos cansados. El sueño interrumpido y las preocupaciones lo dejaron con una sensación de agotamiento en todo el cuerpo, pero ya se había librado de sus responsabilidades por demasiado tiempo, así que no tuvo más remedio que ignorar su malestar y saltar de su hamaca hacia un nuevo día.

Neteyam descendió de su hamaca con la misma gracia de todas las mañanas, aunque esta vez un poco más fatigado por la falta de sueño. Sus brazos se estiraron en forma de "V" a los lados de su cabeza, para luego alzarse hacia el cielo acompañando un ruidoso bostezo. Al dejar caer sus brazos nuevamente a los costados, sus pies se movieron instintivamente hacia una pequeña fuente de agua natural que fluía entre las gruesas ramas del árbol madre. Rápidamente extendió sus manos en forma de cuenco para recoger tanta agua como cupiese. La mayor parte de ella se escurría de entre sus dedos o se deslizaba por sus antebrazos hasta caer por sus codos. Pero con suficiente destreza, pudo acumular lo necesario para empapar su rostro con chorros de agua fresca, barriendo consigo la sensación de somnolencia que no quería dejar ir al pobre Omaticaya.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2023 ⏰

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"Destinos Entrelazados" [neteyam x aonung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora