CAPÍTULO X

263 75 23
                                    

Jimin paseaba arriba y abajo por la habitación en la que habían sido encerrado los tres, su hermana Jisoo, con los brazos cruzados, sobre una silla y Suzy, mirando por la ventana.

—¿De qué os conocíais el Jeon y tú? —preguntó al fin Jisoo con un tono que indicaba problemas.

—Fui con nuestro padre hace casi dos años a una reunión en Gyodong-do, apenas hablé con él unos minutos.

Suzy se giró hacia él y sus ojos negros se clavaron en los suyos.

—¿Qué crees que hará ahora con nosotros?

Jimin no tenía respuestas, no sabía qué esperar de Jungkook, a veces se conducía con fiereza para después encontrar en él a un hombre justo, la gente del castillo no había sufrido daño ni se había producido abuso alguno. Los hombres que permanecían en el calabozo estaban siendo alimentados y los heridos atendidos.

—Con franqueza, no lo sé —contestó a ambas—. Supongo que debemos esperar a que el castillo deje de serles útil o bien Bo Gum regrese, entonces sí que habrá una verdadera lucha. Hasta entonces colaboremos por nuestra gente, no quiero que sufran.

—¿Y Somin? ¿Crees que ha llegado hasta Bo Gum? —preguntó Jisoo con cierto rencor.

—Eso espero, que Moon Bin y ella hayan encontrado a nuestro hermano y pronto tengamos noticias de él. —Sus ojos y los de su hermana, lo único en que se parecían y habían heredado de su madre, se cruzaron; los de Jisoo, más azulados y fríos—. Jisoo, lo siento, pero debía tomar una decisión.

Su hermana bajó la mirada enseguida y Suzy la abrazó.

—Jisoo piensa en que ella está sola y tú aquí con nosotros, al menos nos tenemos los tres para hacer frente a la situación.

—Ahora, en lo único que puedo pensar es en que somos todos prisioneros de un Jeon.

Jimin rehuyó la mirada de su hermana, no tenía respuestas acerca de qué pretendía Jeon Jungkook. Se acercó a la ventana, las brumas de primera hora empezaban a disiparse y vio cómo los Jeon regresaban al castillo después de toda la noche asegurándose de que no había hombres escapando del lugar, ni oposición ninguna entre los aldeanos. Con un suspiro de alivio se dijo que Jungkook no encontraría a Somin nunca. Lo vio de nuevo al frente de sus hombres, cabalgando al galope. Jungkook traspasó las murallas y por un momento miró hacia arriba. Jimin se echó hacia atrás para que no lo viera observarlo, y suspiró.

Namjoon lo esperaba a las puertas del salón, parecía que su hermano había descansado y se había quitado toda esa capa de suciedad que lo envolvía.

—Jungkook, no se han movido de la habitación todavía. Jimin estuvo casi toda la noche cuidando a los heridos, ya amanecía cuando salió del salón y lo envié a descansar.

—¿Jimin?

Su hermano abrió los ojos al darse cuenta de su familiaridad al referirse al muchacho Park.

—Nos dijo que lo llamáramos así, no me mires con esa cara, Jungkook.

—No confíes en él, Namjoon, ¿me oyes?, ni por un momento creas que está sometido, vigilad a Jimin y a las dos mujeres.

—Han Jo está en su puerta, no saldrán de ahí.

Miró a una criada que llevaba una bandeja, el desayuno tapado con una tela, seguramente Jimin les había ordenado en las cocinas que siguieran la rutina habitual del castillo y les llevaran algo de comer a sus aposentos — Que bajen a desayunar, no pretendo tenerlos encerrados día y noche. Namjoon frunció el ceño sin comprender, en ningún castillo de los que habían tomado hasta ahora, Jungkook había tenido tanta consideración con sus prisioneros, es más, sus castillos habían ardido por completo en las primeras horas con la intención de que los clanes no volvieran a ellos. Hizo una señal para que uno de los hombres fuera a dar sus órdenes a Han Jo.

Mi clan o mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora