Pesadilla

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De todos los lugares del mundo, amaban pasar tiempo en la habitación, donde podían desnudarse en cuerpo y alma; llorar como niños, reír como niños, ser niños; pero también ser maduros para afrontar cualquier situación.

-Gracias por ayudarme a superar la muerte de mi padre. Ha sido un proceso duro. Antes de conocerte sentía ser esclavo del odio y la amargura. Lo tengo todo... bueno, pensaba tener todo lo que puede comprar el dinero, pero nunca tuve amor y tú viniste a iluminar mi vida, a reparar mi corazón- le dijo Sebastián entre lágrimas.

-Sabes que lo hago con mucho amor. Siempre estaré para ti, mi cafecito- respondió Antonio mientras lo abrazaba y besaba empalagosamente.

Luego de citar sus votos de amor, se les apeteció comer a mitad de la madrugada, así que llamaron a Martín Lau, la mano derecha de Sebastián y antiguo sub jefe de Leonardo. Era un hombre prepotente, de muy mal genio, que si le decías un insulto, respondía hasta de lo que ibas a morir; pero tenía un gran cerebro para las estrategias y las jugadas sucias. Era la pieza clave del ajedrez de la mafia.

-¿Qué va a ordenar, señor?- preguntó Martín a Sebastián.

-Un cavatini grande...

-¡Que sean 2 y 2 copas de vino!- interrumpió Antonio y le sonrió a Martín.

-Mejor quiero un martini y un vino para mi galán- ordenó amablemente Sebastián.

-Como ordenen- replicó Martín. Se dio la vuelta y salió de la habitación.

45 minutos después, llegó la comida a la habitación. Ambos tenían mucha hambre. Eran capaz de devorarse lo que sea que hallaran a su paso.

Comieron, pero Sebastián estaba muy cansado. Dejó su comida a medias, el martini intacto y durmió como un bebé. Antonio notó algo extraño en la bebida de su amado, así que colocó un hielo y éste se hundió. Lo tiró inmediatamente en el baño.

Al día siguiente, antes de irse a su mansión, a través de la ventana Antonio vio a Martín en el patio, entonces aprovechó a hablar con él mientras Sebastián aún dormía. Él se despertó a tiempo que Antonio salió del cuarto, pero no le dio importancia. Se levantó, vistió con una bata e iba directo al baño cuando notó, a través de la ventana, a ellos 2 hablando. Antonio tenía un rostro molesto, mientras Martín demostraba que le daba igual.

Cuando estos se retiraron del patio, Sebastián se fue al baño y actuó como que no vio nada. Antonio entró al cuarto sigilosamente, de puntillas para no despertar a Sebastián.

-¿De dónde vienes?- preguntó con un rostro dudoso.

-¡Mierda! ¡Me asustaste!- gritó- ¿Que de dónde vengo? Pues, verás... anoche encontré una cucaracha en tu martini, entonces le reclamé a ese desgraciado. Le dio igual y me dijo que "eso le daba un sabor especial a todo" ¡Qué rabia me dio!

-Mmm... te creeré.- dijo, pero no le creyó del todo- ¿Y por eso entraste en silencio para que no me diera cuenta?

Antonio se quedó helado.

-No importa- dijo Sebastián- jamás dudaré de ti. Por cierto... tuve la misma pesadilla, amor.

-¿La del hombre que no le ves la cara?- replicó Antonio mientras le agarraba las manos y le daba un beso en la frente.

-Exacto...a veces pienso que es una señal y está relacionado con la muerte de mi padre. Ya no quiero que ese sueño me siga atormentando.

Resulta que Sebastián tiene pesadillas a diario, pero hay una en particular que le da mucho miedo. Es el mismo escenario: se ve de niño y se encuentra en una habitación con el cuerpo totalmente desnudo mientras entra un hombre en ropa interior, pero jamás le ve el rostro. Se desnuda y se complace con Sebastián. Luego de eso, le entra una llamada y él dice "claro, en ese lugar está. Entra por detrás, sales por la cocina y ya sabes qué hacer."

Cada vez que Sebastián trata de recordar su infancia o las reuniones sociales que hacía su padre, Leonardo, no puede. Es como si su mente se bloqueara, pero muchas veces llega a la conclusión que le han hecho daño, que le arrebataron su inocencia por las constantes pesadillas que torturan sus sueños. 

Café con lecheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora