#2 sittin' on the fence you ain't got a chance

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#2 sittin' on the fence you ain't got a chance | giselle/winter, heroes!au



Minjeong tiene quince años la primera vez que ve a Aeri, en ese entonces Giselle, realizar la primera hazaña de muchas por las que sería reconocida en su vida. Está vistiendo el uniforme desordenado, con sudor corriendo por el rostro y las manos pegajosas por el helado que Yizhuo le regaló antes de llegar a casa. Lo recuerda porque nunca antes había visto a alguien tan pequeña enfrentarse a cuerpos el doble de su tamaño, además del furor con el que hablaban en las noticias.

Giselle, la promesa de Londres, se leyó en los periódicos locales por las dos semanas siguientes.

En su fanatismo adolescente, Minjeong terminó comprando toda la mercancía que los grandes locales sacaron sobre la heroína; figuras de colección, posters, bebidas, e incluso, en su habitación de la infancia, se encuentra un recorte del periódico de esa vez que venció a Magno, el villano que se encargó de atormentar Inglaterra por más de una década.

Minjeong estaba completamente fascinada. Por supuesto, su obsesión no se limitaba a la nueva sensación entre héroes —también estaba Kim Taeyeon, Park Seongji de ese drama con el que su madre estaba obsesionada y ella también a escondidas, y algunos chicos de último año en su secundaria que no le dirigían la mirada por más que rogara por las noches algún encuentro romántico a las afueras de su sala—, pero había algo en Giselle que era intrínsecamente cautivador.

Recuerda sentarse frente al televisor, vistiendo nada más que el mismo pijama de hace tres días, todavía sin lavar, sus gafas inclinadas incómodamente sobre el puente de su nariz y las manos manchadas con aceite de las frituras que estaba comiendo, viendo cómo transmitían en vivo la lucha más intensa entre Giselle y el villano de la semana, preguntándose qué se sentiría poseer tanto poder, recibir toda esa atención y halagos —qué se sentiría ser apreciada de tal forma, admirada por las masas, el ejemplo a seguir de muchos.

Yizhuo, con el cabello atado en una coleta alta y una polera que le robó a Minjeong con estampado de gatitos, dijo, —ha de ser agotador, —y Minjeong, que no se perdía una sola confrontación de la promesa de Londres, se indignó tanto que no le volvió a hablar por la noche.

Minjeong tiene veintidós años, está tirada sobre escombros de un hotel destruido en batalla, el dedo meñique de su mano izquierda torcido dolorosamente, cuando finalmente le da la razón. Ser un héroe es horrorosamente agotador.

Ahí afuera todavía hay una batalla, un peligro inminente a los ciudadanos comunes de Londres, pero Minjeong no puede encontrar la fuerza suficiente para levantarse. Todo duele, su cabeza zumba con el impacto, apenas reconoce los sonidos de más estructuras siendo derrumbadas a pilas de cemento, y Minjeong, Winter, no hace más que recostarse en su propio charco de sangre, esperando a que todo termine. Quizás es un poco dramático —Minjeong ha salido de peores que esta— pero no cree que pueda ser un aporte significativo incluso si logra que sus piernas funcionen lo suficiente para regresar a la batalla. Probablemente podría servir de carnada, una distracción para que Olivia o quién sea que se encuentre afuera en este momento pueda derrotar a Escarlata.

Pero Minjeong está agotada. Tan, tan cansada. Está en semana de exámenes finales, y no puede perder el tiempo recibiendo palizas en el culo cuando tiene que salvar Derecho Penal, y aún así, ahí está. Bueno. Nunca ha sido particularmente brillante. Esta es solo otra mala decisión que agregar a su extensa lista.

Está inmersa en su autocompasión cuando escucha susurros acercándose.

—No, Aeri, no tenemos tiempo. Karina está a segundos de noquear a todos los refuerzos y hay zonas no evacuadas en el área —es la voz de un hombre, un poco gruesa y agitada. Sus pasos retumban en su cabeza, provocándole una jaqueca molesta.

dripping » aespaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora