Cap 2.

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- Pensé que esto pasaría, por suerte vine con él.- Al-Haitam sólo asentía mientras que la otra persona se despedía y se marchaba llevándose a Tignari con ella.
- Maestra yo...- la mujer suspira y pensaba en cuan obstinado era su alumno, eso además de cabezota.
- No necesitas decirlo. Te conozco y sé lo obstinado que eres. - acariciaba la cabeza ajena para confortarlo, después de todo era como un hijo para ella.
Salían del coche y entraban a la casa de la mayor.
- Ya estamos en casa. - anunciaba.
- Bienvenidos. - respondía una aguda voz proveniente de lo que parecía una niña. - El té está listo. -
- Gracias cariño. - decía la mujer tomando una taza.-
- Gracias Nahida. - le seguía Tignari para tomar otra. Aunque no estuviera de total humor, sabía que lo ayudaría a calmarse.
- ¿Habrá algo que no seas capaz de hacer? - se preguntaba en realidad a si mismo mientras observaba al pequeño ser. Por constitución era bajita y para colmo lucía más joven de lo que en realidad era debido a una enfermedad conocida como (introducir nombre)...., por ello la gente que no la conocía por lo general la confundía con una niña pequeña, pero lejos de aquello en realidad ya era adolescente.
- Comportarse como una niña común. - la mayor suspiraba mientras recordaba lo que parecía ser la infancia de la pequeña. Lo linda que era al igual que ahora pero también inexpresiva como si todos esos años en realidad no hubieran pasado, ya que su comportamiento no había cambiado mucho durante aquel tiempo. Agradecía lo responsable que la niña era, pero se entristecía al pensar en cuan poco la veía sonreír, o llorar. Hubiera sido lo más lógico o normal, pero esto jamás aplicaría a su pequeña. Al final se resignaba.
- Deberías dejar de pensar en tus cosas y terminar el té. - sacaba a la adulta de la ensoñación. - Pronto llegará papá y querrá tomar una ducha y tú deberías hacer lo mismo. - A veces se planteaba quién era la adulta en realidad, y sonreía mientras se levantaba y se dirigía al baño. Tignari por su parte terminaba su taza con calma. De un momento a otro la puerta de entrada era abierta por alguien más. Un hombre de unos cuarenta y pocos entraba, saludaba a los presentes y soltaba a un lado su maletín, para posteriormente aflojar su corbata. A esa hora ya era molesta. Seguido se dirigía hacia la nevera, pero era detenido por Nahida, quién al parecer no permitiría que tomara algo que no debía antes de la cena.
- Salvo por el carácter es una copia de su madre. - este suspiraba mientras tomaba asiento al lado del joven, quién asentía mientras mostraba una tierna y triste sonrisa. Tignari sabía lo que se avecinaba y por un lado no quería hablar del tema.
- Me he enterado de que él ha vuelto. - esta persona cambió su cara a una sería algo enfadada.
- Al-Ahmar, déjalo. Por favor. - suplicaba Tignari. Realmente no deseaba hablar sobre aquello en ese momento. Sabía de sobra que era inevitable, pero prefería no pensar en ello, al menos no durante lo que quedaba de día.
- Está bien. No diré nada más por hoy. Pero esto no quedará así. - Otro día más sin mostrar demasiado apetito llevaba a Tignari a la cama. Se ausentaba diciendo estar cansado y se encerraba en su habitación.
Observaba aquella cama vacía, tan solo un pequeño peluche encima de la misma. No combinaba nada con el restos de la decoración, pero era demasiado importante para él como para desecharlo. Lo miraba y soltaba un pesado suspiro. Se acercaba a paso normal y se subía a la cama para tomarlo en sus manos apretándolo entre las mismas. Estaba enfadado, frustrado. De repente alzaba aquel juguete sobre su cabeza como si fuera a lanzarlo lejos, y al momento siguiente se detenía. Bajaba su mano y lo abrazaba.
- Por qué no me cuentas nada. -decía mientras se tumbaba. Silenciosas lágrimas salían de sus ojos y en algún momento caería dormido, aunque durante aquella noche despertaría teniendo una crisis, lo cual no le facilitaría las cosas al día siguiente.
Una alarma podía escucharse y la pareja se despertaba. Tignari volvía a despertar de manera sobresaltada. No se notaba bien como más de una mañana se había sentido, pero no le prestó atención. Tras una ducha probablemente se sentiría más despierto.
Se levantaba de la cama, pero de inmediato su mente se nublaba y no era capaz de caminar, caía hacia un lado pero por suerte la cama no estaba lejos, por lo que quedó sentado sacudiendo levemente su cabeza y apoyando su mano derecha sobre la misma sentía que aquello no era bueno. Notaba peor estado del que imaginó, pero eso no le impediría hacer su vida normal, o al menos eso pensaba. Apenas unos pasos y su mundo se oscureció.
En la cocina se hacía el desayuno, pero algo era extraño, Tignari no aparecía y el matrimonio estaba preocupado. Nahida ante la duda había ido a comprobar que todo estuviera bien, pero como era de suponer este no lo estaba. Justo antes de abrir la puerta un fuerte golpe llegaba a sus oídos y está se apresuraba a abrir la puerta.
Allí estaba Tignari, tirado en el suelo. Intentaba despertarlo, pero no podía y dado su tamaño no era capaz de levantarlo, por lo que de inmediato llamaba a sus padres para que estos se encargaran. Al imaginarse de lo que podría tratarse, no tardaron. Al-Ahmar tomaba el cuerpo del joven y lo tumbaba en la cama, mientras que su esposa tomaba su maletín y sacaba algunas herramientas que usaba en su trabajo a diario.
Cansancio y fatiga debido a lo anterior eran los síntomas. El comer poco y no descansar bien le estaban pasando factura de nuevo.
-Rukkhadevata. Esto ya ha ido demasiado lejos. No voy a permitir que Tignari siga pasando por lo mismo durante más tiempo. - la mujer se veía triste. Incluso aunque su esposo dijera eso no había mucho que hacer.
- Incluso aunque digas eso, no hay mucho que podamos hacer si Cyno no quiere hablar. Ya sabes lo cabezota que es. - El otro estaba cerraba los ojos y pensaba en como abordar aquello. Ella tenía razón, su sobrino era un dolor en el culo cuando algo se le metía en la cabeza.
- Tan solo hay una solución. -
- No te atreverías. Sabes que ninguno de los dos lo permitirá. -
- Está decidido. Y nada me hará cambiar de opinión. - De esta forma salía de la habitación. Si su sobrino era tan cabezota, él no dudaría en tomar medidas al respecto. Vería cuan obstinado seguiría siendo tras enterarse de ello. Si no pensaba decir la verdad, entonces perdería algo a cambio.
Horas más tarde Rukkhadevata se presentaba en la habitación donde Cyno se encontraba.
- Tiempo sin vernos Cyno. - saludaba con serio semblante. El nombrado tenía esperanza de volver a ver al otro, pero al parecer esto no sería posible.
- Tía Vata, dónde... - la otra no esperaba y simplemente respondía a una pregunta obvia.
- Él no va a venir. - decía de forma contundente. - Además tú tio está muy enfadado, dice que no permitirá que os volváis a encontrar hasta que decidas hablar. - miraba hacia los ojos ajenos dándole a entender que aquello iba totalmente en serio.
- Cuáles fueron sus palabras exactas. - Cyno sabía que en realidad la otra había suavizado la decisión.
- En realidad, quiere llevarselo lejos. - 

Fanfic Cyno-TignariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora