Con el paso de los días, aquellas heridas se iban convirtiendo en un recuerdo y Cyno se recuperaba. Ambos jóvenes estaban algo nerviosos e impacientes, ya que aunque habían tenido citas, no lo conseguían con la intimidad, por lo que se sentían frustrados al mismo tiempo, pero pronto llegaría el día en que por fin se dieran las condiciones para ello, a no ser...
- Lo siento Nari, pero ese día ya tengo un compromiso. Perdona. - con esa frase Tignari sentía como si su mundo se hiciera trizas y maldecía internamente a Cyno. Qué demonios era tan importante como para rechazar una cita. Tumbado en la cama aburrido y solo, pensaba en cuántas cosas podría hacer y sin embargo ninguna era atractiva. No sentía deseos de algo concreto, y el moverse era un fastidio en aquel momento.
- ¿Acaso no saldrás hoy? - Preguntaba una voz aguda proveniente de una pequeña figura. Tignari la observaba y simplemente no contestaba, tan solo hundía su cara en la almohada. - Supongo que eso es un no, pero necesitaría que me acompañes. Está un poco lejos y no quiero ir sola, no tengo ganas de que la policía me vuelva a confundir con una niña perdida. Sería un fastidio. - Esta tenía un punto, no era la primera vez y lo cierto es que fue una situación bastante cómica. Al final terminaba por ceder, colocándose un conjunto sencillo. Camiseta de manga corta blanca, unas tennis del mismo color, unos bombachos oscuros combinados con un reloj cuya correa era negra, unas gafas de montura redonda y un colgante con diseño simple, además de recogerse el cabello en una cola baja ya que hacía calor y este había crecido un poco. No se había pasado por la peluquería en un tiempo y ahora lo notaba.
Minutos después de salir de casa, Tignari ya se estaba arrepintiendo. Odia las altas temperaturas con toda su alma y en ese momento maldecía la situación.
- Deja de quejarte. - decía Nahida. - Ya casi llegamos y el lugar es fresco. - y así fue, apenas unos minutos más tarde ya se encontraban en el lugar. Se trataba del museo. Más concretamente un estudio situado dentro de las habitaciones traseras. Al llegar se encontraron allí a Al-Ahmar, el cual parecía estarlos esperando.
- Parece que llegáis a tiempo. - decía mientras les hacía una señal para que se acercarán. Al hacerlo pudieron observar y escuchar cierta escena que quizás sí que fuera más interesante de lo que suponía Tignari en un principio.
- Bien, ahora sujeta la lanza con ambas manos como si fueras a atacar a un enemigo. Perfecto, mantente por un momento. Así está bien. Una toma más. Perfecto, descanso de cinco minutos. - con estas palabras Cyno soltaba la lanza en su mano con cuidado y se acercaba hasta su tío.
- Lo has hecho bien. - decía Al-Ahmar.
- Así que este era tu compromiso. - saludaba Tignari con un tono indiferente.
- Perdón por no decirte nada. Me daba algo de vergüenza. - Cyno se avergonzaba, cosa que se mostraba en sus mejillas, lo cual le dió una idea al contrario, quien ignoraba a los demás presentes.
- No te avergüences. - decía con tono coqueto, a la par que padre e hija se quedaban a un lado ignorando la escena pensando en lo bien que les vendría un café en aquel momento. Simplemente no lo pensaron y se marcharon en busca de uno mientras que los anteriores seguían con lo suyo.
- De veras... - a la par que pronunciaba estas palabras, sus ojos no apartaban la mirada de los contrarios. - Además, - decía para acercarse a su oído. - quiero ver cómo me seduces. - y con esto se alejaba sonriente. - Se acabó el descanso. - el joven de largo cabello plateado tragó saliva, bebió algo de agua y volvió al set para seguir con las fotos. Continuó y como era de esperar las ganas no duraron hasta casa, terminaron rentando hotel...