Capítulo 2

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El día siguiente comenzó igual, pero un poco más temprano ya que tenía que ir al colegio que tanto amaba. Así que me cambié rápidamente y me dirigí a prepararme el café en la cocina.

— Te levantaste rápido hoy—. dice mi mamá mientras ve las noticias en la tele.

— Sí, le hice caso a la primera alarma—. respondo riendo.

— Esa es mi hija—. sonríe. ¿Ya tienes todo listo?

— La mochila está en el sillón e Izzy tiene el trabajo, así que todo bien—. le digo mientras me siento en la silla con ella, ahora que terminé de preparar mi elixir mañanero.

Asiente con la cabeza y vuelve a mirar la tele, mientras hojeo un poco mi libro antes de irme al colegio ya que después no iba a tener tiempo. Había quedado con Izzy en ir a tomar un helado, y hablando de ella, ya tenía que salir para encontrarla en nuestro punto de encuentro de siempre, ya que su casa quedaba un poco más cerca del colegio. Ella solía esperarme en la puerta para que vayamos juntas.

— Ma, ya me tengo que ir—. digo mientras agarro la mochila.

— Eso iba a decirte—. me responde. Que te vaya bien.

— Chau—. la saludo con la mano desde la puerta.

— Chau, hija—. me responde también.

Una vez que salgo de mi casa, me pongo a correr porque si no iba a llegar tarde a lo de mi amiga, y como ya saben que no le gusta que llegue tarde, debo apurarme porque sus retos mañaneros son de lo peor. Por suerte, vivo cerca y soy bastante buena corriendo, así que llegué justo a la hora acordada. Obviamente, Izzy ya estaba esperándome en la puerta con los brazos cruzados, probablemente ya preparada para darme un sermón, pero cambia su cara cuando me ve, de enojada a sorprendida.

— Hoy seguro llueve—. dice saliendo de su casa. Llegaste a tiempo.

— Buenos días para vos también—. respondo riendo.

Ella se ríe, me toma del brazo como todas las mañanas de la semana y emprendemos nuestro camino hacia la escuela. Por suerte, Iz es una amiga divertida y siempre alegra el camino con sus chistes, su entusiasmo por cualquier cosa y parando cada vez que hay algún gato por la calle, y créanme, hay muchos. Por suerte, los acaricia solo una o dos veces y seguimos. Y ni les cuento los demás días, como yo llego tarde, la tengo que agarrar y llevar corriendo para que no pare en cada cuadra, porque si no llegamos más que tarde al colegio. Amo la conexión de mi amiga con los gatos, pero a veces es un problema serio.

Después de parar por 6 gatos, una mariposa y una tienda de cosas para animales que tenía mascotas en el interior, por fin llegamos al colegio y gracias al gatiangel que nos cuida y vigila, si con Izzy creemos en uno, lo hicimos a tiempo y fuimos a nuestra aula correspondiente que, por suerte, era muy linda porque era bastante luminosa y si abríamos las ventanas, se hacía un buen clima para el calor que seguro iba a hacer en unas horas.

Una vez que entramos, nos sentamos en nuestro banco que estaba cerca del banco de nuestro grupo de amigos, que como de costumbre ya estaban todos en sus lugares charlando, así que nos saludamos y nos quedamos charlando todos de cosas cotidianas hasta que llego la profesora de matemática, quien dejo sus cosas en su escritorio y nos dirigió su mirada de todos los días para que dejemos de hablar, ya que generalmente somos el grupo mas ruidoso de la clase.

El día pasó rápido, tuvimos muchas clases distintas, más de matemática, lengua, arte, historia. Hoy la clase fue aburrida ya que como siempre, fue más de lo mismo, la historia de la ciudad, cómo se construyó la muralla y por qué fue que se necesitó construir, bla, bla, bla, y la última fue herbología, hora en la cual entregamos el trabajo que habíamos hecho el día anterior. Después de eso, nuestro día escolar al fin había acabado, así que nos despedimos de nuestros amigos y nos fuimos del colegio hacia la heladería como habíamos planeado.

Otra vez tuve que ir con Iz de acá para allá con los animales, pero llegamos relativamente rápido y nos pusimos a hacer la fila que había en el local.

— ­¿Ya sabes qué vas a pedir? —. me pregunta Izzy, sacándome de mis pensamientos, que rondaban en qué helado iba a pedir.

— Estoy pensándolo, pero no me decido. ¿Vos sabes? —. pregunto.

— Sí, lo de siempre me voy a pedir, dulce de leche con frutilla o frambuesa, necesito algo frutal para cortar.

— Me tentaste con la fruta, pero cambio el dulce por banana split, es más rico.

— ¿Qué dijiste? —. me dice mirándome con su mirada asesina que tanto conozco por mis sucesivas llegadas tarde.

— Hola chicas, ¿Qué van a pedir? —. pregunta Rubén, el chico de la heladería, que sin saberlo me acababa de salvar de una buena disputa.

Lo saludamos a Rubén que es el chico que siempre nos atiende y le pedimos nuestros helados, Izzy su Dulce de leche de siempre con Frutilla el día de hoy, y yo me pedí uno de Banana Split con Frambuesa. Una vez que lo tuvimos en nuestro poder, buscamos una mesa para sentarnos y conversar un poco.

"¿Dices que nos fue bien en el trabajo?", pregunta Iz, sacándome de mis pensamientos.

"Casi segura que nos queda un 10", le respondo mientras como helado.

"Por suerte, eres muy humilde eh", dice ella riendo.

Yo me río también y seguimos charlando un rato más. Con Izzy es tan fácil como hacerlo con mi mamá. A este punto de la vida nos conocemos desde hace 12 años, hoy tenemos 14 y nos seguimos llevando genial como desde el primer día. Izzy es como la hermana que nunca tuve para mí, es muy especial.

Después de pasar media hora más hablando, decidí que era hora de regresar a casa. Casi eran las 7 de la tarde, y ni a mí ni a mi mamá nos gustaba estar fuera después de las 8, así que le dije a Izzy que ya deberíamos irnos.

— ¿Me acompañas a casa? —. pregunto.

— Sí, sí, total, de ahí sigo hasta mi casa—. respondí agarrando mi mochila.

— Gracias—. me sonrió, también agarrando su mochila para salir.

Después de saludar a Rubén, emprendimos el viaje de vuelta, agarradas del brazo como siempre y con Izzy deteniéndose por cada animal que veía. Por suerte, estaba acostumbrada, por eso sugerí irnos más temprano, de lo contrario, llegaríamos a las 9 de la noche y tendría que lidiar con los ruidos amenazadores que se intensificaban por la noche.

— Mira qué lindo—. dijo Izzy, sacándome de mis pensamientos que no iban hacia buen puerto.

— Es hermoso—. respondí sonriendo.

— Izzy lo agarró y me miró—. ¿Para vos me dejan quedármelo?

— Tener muchos animales, no te van a dejar Iz, mas con lo que le paso al otro—. le dije.

— Pero qué sería—. dijo ella soltando al gato. ¿Otra vez tu cabeza pensando y pensando?

— Mejor sigamos caminando—. respondí, estirando mi mano para que ella se levantara y continuáramos.

Afortunadamente, Izzy respetó mi silencio, y el camino no era tan largo, así que después de unos minutos más, ya estábamos en la puerta de su casa.

— Bueno, acá nos despedimos. ¿Estás bien?­­­ —. Pregunto. ¿Te acompaño a tu casa y después vuelvo?

Sonreí, amo tener una amiga como Izzy. No sé qué habría hecho con lo que pasó si ella no hubiera estado ahí conmigo. "Tranquila, Izzy, yo voy sola.

Ella me agarró la mano y me miró a los ojos con seriedad. "¿Segura?"

— Sí, segura—. respondí, la saludé con la mano y me fui caminando, sabía que, si la dejaba pensar un segundo más, ya aparecería detrás de mí.

Camine las cuadras a una velocidad increíble que no me caracteriza para nada durante el día, pero que a estas horas hace falta, al llegar pongo la llave en el cerrojo e ingreso a la seguridad de mi hogar de una vez por todas.

— Holis, ¿Cómo estas ma? —pregunto al verla colocando la mesa-.

— Hola hija, te estaba esperando -me dice con una sonrisa-.

Una vez que terminamos la cena me dispongo a ir a mi cuarto, fue un día agotador y no quiero saber nada más por hoy, por lo que me pongo mi piyama y me acuesto en mi cama sin saber que el día siguiente mi vida iba a cambiar para siempre.

Dragones (Título a definir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora