chimentos

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Veía tele mientras Santi hablaba por teléfono con un colega suyo. Cambiaba de canal hasta encontrar a LAM, uno de mis programas favoritos.

Andaba tranqui, oyendo los chimentos del país, hasta que escuché el nombre de mi novio. Saqué la vista del celular y me concentré en la pantalla. Mostraban fotos de Santi y yo, caminando por las calles del centro. Subí el volumen y escuché atentamente lo que decían.

"¿Anda con una pendeja?" "Ya la hizo cornuda a la piba." "Seguro está con él por plata." "Es muy chiquita, que le habrá hecho para que esté con él..." y más comentarios así.

Yo me mordía los labios nerviosa, ¿en serio creían todo eso de Santi y de mí? Estaba a punto de hacerme bollito en la cama y no salir más a la calle.

- Amor, ¿bancas unas hamburguesas? -pregunta Santi tranquilo, entrando a nuestra habitación con la mirada en el celular.

Cuando levantó la vista y me vio decaída, guardó el celular y se acercó a la cama, donde estaba sentada.

- ¿Qué te pasa? ¿Está todo bien? -murmuró con voz suave, viéndome atentamente.

Le señalé la tele, que todavía seguía mostrando imágenes de nosotros. Él suspiró molesto y se sentó al lado mio, rodeando mi cintura con su brazo.

- No le des bola a esos boludos, amor. Viven por y para los chimentos pedorros que se les ocurre. -me murmura, acariciando mi cintura para tranquilizarme.

Agarra el control, cambia de canal y baja el volumen.

- Hagamos algo para que estés mejor, ¿queres, amor? -dijo sonriendo mientras se paraba y apagaba la luz, haciendo que la tele sea lo único que nos alumbraba.

Él se sacó la camisa rapidamente, dejándola tirada en cualquier lado. Se subió a la cama, acercándose a mí. Me empujó los hombros despacio, acostandome en la cama. Estaba encima de mí, viéndome como un depredador a punto de comerse a su presa.

- Ya desearían ellos estar con vos... -susurró lujuriosamente mientras dejaba besos y marcas por todo mi cuello.

Me sacó la remera lentamente, lamiendo sus labios al ver mi torso desnudo. Bajó sus besos hacia mis pechos, tomando uno de ellos con su boca y el otro acariciandolo con sus dedos. Solté un gemido inesperado, cerré los ojos y me concentré en la sensación de sus toques.

- Hoy voy a disfrutar de vos, eh. -murmuró con una sonrisa atrevida, mientras bajaba a mi abdomen, lamiendolo y poniendo sus manos en el borde de mi short.

Susurraba obscenidades mientras besaba mi vientre bajo, toqueteando de vez en cuando mi intimidad por encima del short. Agarró el borde de este y lo bajó rápidamente, tirandolo junto a las otras prendas al piso. Vio mis bragas un poco húmedas y se rió levemente.

- ¿Ya tan mojada? -dijo burlándose de mí.

- Cállate. -lo miré sonrojada y le dí un golpe suave en el hombro.

Él se mordió los labios reprimiendo una sonrisa. Agarró mis caderas y acercó su cara a mi pelvis con una sonrisa burlona.

- Santi... -le susurré con una voz nerviosa.

- Shh. Deja de joder y callate. -demandó, dandome un suave pellizco en el muslo.

Yo seguí sus palabras y me quedé callada. Sentí su respiración ahí abajo, toqueteando juguetonamente el borde de mis bragas. Finalmente me las quitó, quedándome completamente desnuda para él.

- Sos preciosa, amor. En todos los términos.

Lamió mi intimidad por fuera, probandome lentamente. Yo soltaba gemidos, los espasmos iban y venían. Él seguía lamiendo, ahora por adentro. Disfrutaba ver mis expresiones de placer y oír los gemidos inesperados que soltaba. Su lengua era un remolino que revolvía todo tu vientre, te hacia quejar y lloriquear por más.

Introdujo dos dedos ahí, sintiendo mi humedad en ellos. Él sonreía lujuriosamente, viendo sus dedos desaparecer y dándome placer.

- Santi, por favor... -no podía articular muchas palabras, pero él sabía que hacer solamente con escuchar esas tres palabras.

Sentí el sonido de su cinturón desabrocharse y sus prendas inferiores yéndose al piso con las demás. Colocó sus manos en mis muslos, separó más mis piernas suavemente, haciendo que él se ponga en medio de ellas.

Con un suave empujón, se adentró en mí. Solté un fuerte gemido y me quejé, todavía no me acostumbraba al tamaño. Él se inclinó a mi cuello, dandome besos allí para calmarme y que el dolor se convierta en placer.

Me miró, esperando la señal para moverse. Yo asentí, dándole el consentimiento. Agarró mis caderas fuertemente, sosteniéndose de ellas. Empezó a dar cortas embestidas, disfrutando del comienzo. Luego, sus movimientos fueron más fuertes y rápidos, haciéndome soltar gemidos y lloriqueos cuando se detenía. Él no paraba de murmurar obscenidades de mí, de mi cuerpo y mis expresiones. Yo estaba tan sumergida en el placer que no podía distinguir sus palabras.

Rodeé mis brazos en su cuello, haciéndolo inclinarse un poco. Abrí más mis piernas, él se sostenía más fuerte de mis caderas, dando decididas y rápidas embestidas. En la habitación se escuchaba mis gemidos, el rechinar de la cama y el conocido clap, clap.

Yo mordía mis labios, tratando de amortiguar mis sonidos. Santiago me dio un beso largo, explorando mi boca con su lengua. Todavía mi sabor permanecía en ella.

- No te calles. Quiero escucharte. ‐demandó cuando nos separamos del beso.

Dejé mis labios libres y me dediqué a disfrutar y dejar salir todo mi placer. Él sabía que mi orgasmo se acercaba, e iba más rápido con sus movimientos. Solté un gran gemido cuando sentí mis piernas temblar fuertemente y ese nudo en mi vientre explotar. Santiago también estaba cerca, lo sabía por sus gruñidos y sus constantes jadeos. De repente, sentí un liquido espeso desparramarse adentro de mí y un gruñido animal.

Los dos jadeabamos, tratando de regular la respiración. Él se salió de mí y se acostó al lado mio, suspirando y viéndome lujuriosamente. Me sonrió tal cual gato chamuyero y rodeó mi cintura con su brazo, acercandome a su cuerpo. Nos cubrió con la sabana y me abrazó fuertemente. Apoyé mi cabeza en su pecho y sentí su aroma. Olía a su perfume, a mí y a sexo.

- Nunca más los escuchas a esos boludos. Solo a mí me tenes que escuchar, ¿me entendiste, amor? -murmuró dominante, acariciando mi cadera.

Yo asentí, sumergiendo más mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos y entrando al hermoso mundo de los sueños.

Al final, esos programas de chimentos sí servían para algo.


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EEAAA tanto q dije en twitter q iba a escribir algo de santiago shelby y acá lo tienen !!

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EEAAA tanto q dije en twitter q iba a escribir algo de santiago shelby y acá lo tienen !!

les juro q mientras escribía no paraba de pensar en cillian murphy x dios q hombre mi papi 😻

en fin perdón por lo bosta del smut tampoco soy tan pajera ok y siganme en twt cbalegf 🙊

amor eterno al age gap

age gap | santiago caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora