A Santiago no le gustaba que chicos se me acerquen, según él, porque quieren coquetear conmigo. Yo no les doy bola, solo les hablo normal, sin ningún otro fin. Aunque hay uno que otro que se hace el fachero y me invita a una salida, pero antes de que les diga "no", ya está Santiago al lado mio comportándose como lobo y diciéndole al chico que se vaya a la mierda. Todo con cariño, claro.
Ahora estaba en una cena por la asunción del nuevo presidente. Hablaba tranquilamente con Iñaki, que era unos años mayor que yo. Desde el principio le dejé bien en claro que yo estoy de novia, ya que sabía que él quería invitarme a salir. Desde ese entonces somos amigos, aunque no chateamos por privado ni algo parecido, cuando nos encontramos en alguna cena como la de hoy, o alguna junta donde yo acompaño a Santiago, nos quedamos charlando un rato juntos, para distraernos de la política.
Mientras hablaba con el rubio, sentía una mirada perforarme la nuca, claramente era Santiago. Repetidas veces le dije que Iñaki era solamente un amigo, no hay nada entre nosotros, pero los celos nunca se le iban.
Una mano se posó en mi cintura posesivamente, ya sabia que era él. Nos dijo que nos llamaban para comer y que debíamos ir al salón. Iñaki se despidió de mí y Santiago, con una sonrisa medio nerviosa.
Nos sentamos en la mesa, uno al lado de otro. Pusieron la comida a lo largo y dejaron que cada uno se sirviera lo que quiera. Mientras comía un bocado de una carne asada que estaba buenísima, siento la mano de Santiago en mi muslo y su cara inclinarse a mi costado.
- Cuando volvamos te voy a hacer bosta, nena. -susurró con esa voz dominante que tenía, y casi me hago pis encima.
Tragué con dificultad el pedazo de carne y me hice la tonta, como si no lo hubiera escuchado y seguí morfando. Después de una hora de comer, brindar y reírnos un rato, ya nos teníamos que ir.
Me subí al auto de mi novio con los nervios a tope, pensando en qué me hará en casa. En todo el viaje no hablamos, solo se escuchaba la música de la radio y el viento que golpeaba contra las ventanas. El tenía una mano en mi pierna, como siempre hacia cuando manejaba, pero ahora me agarraba más fuerte y me daba suaves apretones.
Llegamos a casa y yo por dentro me quería derrumbar contra el piso. Entramos y dejamos nuestros abrigos en el perchero. Subí por las escaleras a nuestra habitación para desmaquillarme y sacarme toda la ropa. Mientras estaba en el baño, escuchaba a Santiago en la cocina sirviéndose un trago y unos pasos acercándose a la habitación. Yo ya estaba con el pijama puesto, acostada en la cama con el celular, haciéndome la tonta por segunda vez. Él entró como si nada, con el trago en la mano y un pucho en la boca. Dejó el vaso en la mesita de luz y apagó el pucho contra cenicero. Se sentó en su lado de la cama, dándome la espalda y sacándose la ropa.
- Te portaste mal hoy, eh. -murmuró con un suspiro, sacándose los zapatos.
Tragué saliva y dejé el celular a un lado para escucharlo. Miré los músculos de su espalda tensarse y oí su respiración pesada. Sentí como se subió a la cama, desnudo y con solo el bóxer puesto. Se recostó contra el respaldo, me miró sugestivamente y palmeó sus piernas. En un rápido y suave movimiento me senté en su regazo, sintiendo sus manos en mis caderas y su mirada recorriendo mi cuerpo.
- ¿Por qué sos así, ah? ¿Tantas ganas tenes de volverme loco? -murmuró con voz enojada, agarrando fuertemente de la mandíbula- ¿Cuántas veces te dije que no me gusta verte cerca de ese rubio, eh? Y parece que no me escuchaste en ninguna.
- Santi, es un amigo nada más... -traté de tranquilizarlo un poco, acariciando su cabello suavemente, pero nadie podía pararlo.
- ¿Amigo? -repitió enojado, viéndome fijamente- ¿Sabes qué? El otro día escuché a tu "amiguito" decir que tenía unas ganas de cojerte y que no entendía porqué vos estas de novia con un "viejo de mierda" y no con él. ¿Te parece que esas son palabras de un amigo, eh?
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age gap | santiago caputo
Fanfictiondiecisiete años y treinta ocho no eran números cercanos, pero a Santiago le importaba muy poco