Danielle Marsh sabía que Haerin la estaba evitando.
No era tonta. No era ciega. Desde esa tarde que le había propuesto matrimonio que Haerin apenas salía de su casa, ni siquiera a su patio, y era claro el porqué.
La pobre omega había negado con la cabeza, demasiado aturdida, y sin dirigirle otra mirada, tomó en sus brazos a la pequeña Kazuha, entrando a su casa, cerrando con un portazo.
Danielle se apoyó en la barra del balón, mirando hacia el patio de la omega mientras exhalaba el humo del cigarrillo. Sabía que debía verse como una depredadora, como una psicópata esperando a su víctima, pero si era sincera, no le interesaba mucho.
Quería a Haerin. La quería a su lado compartiendo su casa con ella, acostándose a su lado todas las noches, mirándola con esa preciosa sonrisa con la que observaba a su hija.
Y ningúna bebé iba a impedir aquello.
Sabía que era soltera porque no había a nadie más en esa enorme y vacía casa. Además, le había preguntado a Minji y Hanni, amigas de ella y pareja que vivía a su lado, quién era la omega que vivía allí.
Nunca antes había sentido tan atraída por una omega: normalmente, detestaba lo empalagosos y pegajosos que eran, pero Haerin era distinta.
Lo podía ver en su triste mirada, en su comportamiento tímido.
Le llamaba la atención, y verla cuidando el jardín, cantándole a su bebé, le hacía desear más cercanía, más contacto.
Sabía el motivo del rechazo de Haerin.
Kazuha era todo lo que le quedaba a la omega, su mundo entero, y aceptar un compromiso con una nueva alfa era renegar todo eso.
Las reglas para los omegas en ese mundo eran claras:
La primera, y más importante, era la obediencia total hacia los alfas.
La segunda, era la fidelidad eterna hacia tu alfa.
La tercera, y no menos importante, era deshacerse de tu hijo si quedabas solo y otro alfa te quería para sí.
Porque un hijo de otro matrimonio era la clara prueba para el nuevo alfa de que el omega le perteneció a otro, y los celos podían provocar un desastre.
Hanni le había dicho eso cuando hablaron sobre Haerin, que luego de la muerte de su alfa, la omega no estaba interesada en buscarse otra pareja. No cuando tenía a Kazuha.
Sin embargo, Danielle no era tonta. Sabía que tarde o temprano Haerin la iba a necesitar. Sabía que la omega no trabajaba, por lo tanto, el dinero iba a escasear en algún momento. Y Haerin no era idiota, no podía permitirse quedar en la calle con una bebé, siendo una presa fácil para el resto de los alfas que ni siquiera le preguntarían si quería ser su omega.
Por supuesto, Danielle pensaba jugar todas sus cartas allí y lograr seducir a esa pequeña y tierna omega que parecía haberse metido en su piel como nadie.
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kilig; daerin
Roman d'amourDonde Haerin es una omega con una bebé y Danielle quiere ser su nueva alfa. omegaverse; danielle g!p adaptación © Hobibuba