Mejor, ser mucho mejor que el resto. Tienes que ser incluso mejor que todas las personas que se consideran mejor que tú.
Por el bien del mundo. Tienes que ser mucho mejor que centenares de adultos ahora mismo. Tu sangre, no es la de un ser humano. Sino la de un Dios. Tienes que ser el mejor. El más fuerte, el más apto para vivir.
"¿Cómo está creciendo?"-Preguntó una nueva voz, caminando lentamente hacia el lado del segundo adulto.
"Progresando, en cuanto pudo caminar ya se le fue dado un arma. Incluso me atrevo a decir, que sin la sangre de aquel hombre. Este chico iba a ser un monstruo."-Habló con una sonrisa, una que estaba complacida con el resultado.- "Su ser, desde su nacimiento está condenado a sobrevivir. Solo me pregunto, ¿Que clase de monstruos son los Viltrumitas para que el desarrollo de este chico sea así de monstruoso.
Incluso Danzo en sus años de vida, ha presencia a pocos o una minoría de Shinobis con tanto talento. Puede ver que incluso prodigios como Itachi o Shisui se quedan bastante atrás con este niño.
Lo presenció triunfar, como un animal pasando por una guerra y saliendo victorioso, su cuerpo estaba cubierto de sangre, su sangre. La sangre de sus enemigos, gritaba a todo pulmón hacia el techo. Anunciando su victoria a todos los presentes.
Había nacido algo que no podía manejar. El Hijo de un Dios estaba frente a sus ojos. Solamente alguien podía decidir si hicieron un buen trabajo criandolo. Hasta que el chico cumpliera doce sería entrenado en todas las ramas posibles. Incluso en las más peligrosas, todo para que sea alguien digno para su padre.
Nadie tenía planeado hacer nada con el muchacho, el destino de su planeta estaba en manos de ellos. Si el chico era lo mínimo que esperaba aquel hombre estarían a salvo.
Estaban cerca de la fecha límite, podía sentir que estaban a salvo, ya que habían creado al Shinobi Definitivo.
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"Me pregunto si tendré ojos láser"-Habló en voz alta, alguien tocó la puerta a su izquierda.
"Naruto, ¿Te falta mucho?"-La voz de la esposa de su padre atravesó la madera.
"En un momento"-Dejo el comic a un lado junto a sus pensamientos.
Fue extraño, como si fuera un sueño. Estaba en japón viviendo en algún condominio, hasta que un hombre apareció en su vida. Un héroe conocido mundialmente, Omni-Man. Fue aún más confuso que un héroe mundialmente conocido, venga de la nada a decirle que es su padre. Después de doce años viviendo solo en japón.
Todo fue mucho más rápido después de conocerlo, conoció a la esposa de su padre. Debbie Grayson, su apellido no era Grayson. No tenía en realidad. Pudo optar por el que tenía su padre, pero ese era el apellido de su esposa que adoptó como propio al llegar a la tierra.
Hasta entonces, ha pasado cinco años con su nueva familia, también tiene un hermano pequeño llamado Mark.
Su vida transcurrió normal, tuvo que aprender inglés, siendo notable su acento extranjero. Pero no tuvo nada especial, solo que su padre estaba esperando a que despertara sus poderes.
Cosa que no ha pasado pese a que está a unos meses de cumplir dieciocho años de edad. Antes de salír del baño se miro al espejo, ojos azules, heredados de su padre, su cabello amarillo brillante, claramente de su madre. No tenía rasgos asiáticos, sino más americanos.
Su físico es atlético, pese no hacer ningún deporte. Puede que sea parte por su herencia Viltrumita. Al salir pudo ver a Debbie, no eran incómodas las cosas, sino repentinas. Por cinco largos años, le era difícil referirse a ella como su madre. Pero ahí estaba él.