Mi nombre, es lo único que era verdaderamente mío. Todo lo demás, mi cuerpo, mi mente, mis habilidades. No eran mías. No tenía el derecho de reclamarlo. Por eso mismo, lo único que tenía lo protegería con su propia vida, por encima de una aldea. Por encima de sus subordinados. Por encima de todo.
Ya que, su nombre se lo dio una persona que sabía que moriría, pero pese a eso. Decidió concederlo por encima de su propia vida. Usaría esta vida para hacer de su aldea. Un lugar donde su madre esté orgullosa. Libre de todos los enemigos que se interpongan contra Konoha.
Si ese fue su principal objetivo, ¿Por qué estaba haciendo esto?
Salió de una habitación en silencio, cerrando la puerta trás el. Sus manos aún goteaban sangre al igual que su máscara. Frente suya estaban tres personas arrodilladas. Eran parte del consejo que se interponen a Danzo, una familia de civiles.
Su hija entraria a la academia el próximo año. Pero sus padres hicieron algo contra Danzo, contra la aldea. Contra su nombre.
No dijo nada, no hizo ningún movimiento. Sus hombres desaparecieron cuando la luna fue tapada por una nube. Una vez que la nube paso. Ya nadie estaba en ese lugar.
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Su mano fue rodeada por una fina capa de chakra, envío dicho chakra a la palma de su mano y formó una esfera azul. Está formó el famoso Rasengan. La miró como si fuera lo único que hubiera ahí.
"Ah, el jutsu de sensei, me preguntaba cuando lo aprenderias"-Dijo alguien distraídamente, llegó al lugar de entrenamiento y sacó un libro con tapadera roja. Habían rumores de que el autor de los libros estaba por sacar uno nuevo dentro de poco.
Disipó el jutsu, estaba sentado contra la pared sin hacer ni un movimiento. Miraba directamente al hombre frente suyo, el cual solo tenía su atención en su libro. Parecía no molestarle que enviaba un poco de instinto asesino a él.
"Sabes, a tu edad yo estaba en una guerra donde perdí a todos mis compañeros de equipo, así que es inutil que intentes espantarme con eso"-Le dijo mientras pasaba de página. El chico simplemente bajó la cabeza mientras dejaba de lado su instinto.- "Aunque, parece ser que no tardarás en estar en mi posición"-Dijo mientras soltaba un ligero suspiro.- "¿Cómo te sientes?"-Le preguntó con precaución
"Si te refieres al bijuu, no hay nada de qué preocuparse. Es bastante cooperativo siempre y cuando no utilicé demasiado su chakra"-Contestó tranquilamente, se acomodo a una mejor posición para relajarse. No tenía nada que hacer, estaria entrenando. Pero hoy era un día especial.
"Hmm"-Hizo un sonido con su boca, pensando un poco, cambio de pagina.- "Ya veo. Si sucede algo, avisame. Puedo conseguir a un buen maestro de fokas"-Dijo tranquilamente.
"Bien..."-Volvió a mirar el suelo poco después, no tenía ganas de hacer nada.
"¿No irás a visitarla hoy?"-Preguntó el hombre alzando una ceja, pero sin voltearlo a ver.
"No lo sé"-Contestó sin encontrar una buena excusa.
"Vamos, no hagamos esperar a Sensei"-Le dijo mientras daba media vuelta, en ningún momento dejó de mirar su libro.
Observó al hombre retirarse, se levantó en silencio. Era mejor hacerlo. Al fin y al cabo, terminaría yendo ese día.
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Ambos habían llegado a una zona un poco más apartada de Konoha, pero mucho más cuidada. Era un camino que solo recorría una vez al año desde que tenía memoria. Paso al lado de cientos de tumbas, pudo ver algunas con flores encima. Personas que aún recordaban a una persona preciosa.
