" 𝗙𝗶𝗻𝗲 𝗕𝗶𝘁𝗰𝗵 " -𝗞𝗻𝗼𝘄𝗺𝗶𝗻-

final -

Maldita perra que hizo que todo su cuerpo reaccionará sin siquiera haber hecho algo. Ah no!, lo que estaba viendo
ya era mucho como para decir que no estaba así por ese chico.
Lentamente se introdujo al cuarto que tenía luces rojas, el bello cuerpo del chico estaba perlado de gotas de sudor que lo hacían ver jodidamente caliente, su boca abierta de donde salían gemidos y la maldita lencería aún en su cuerpo fue lo que calentó en sobremanera a Minho.

Ni en su puta vida con las mujeres que se había acostado, había visto alguna vez en ella que una lencería de encajes y color roja le quedará mejor a ese adonis que no dejaba de retorcerse del placer por el bendito dildo. Aquel del cual se sentía celoso con solo mirarlo, pero que de igual manera lo hizo sentarse en un sillón de cuero y observar atentamente.
Bajo la cremallera de sus pantalones e introdujo una de sus manos, con la otra sostenía la copa aún llena que se movía con parsimonia en sus labios.
El chico tenía una música baja que entonaba sexualidad y rodeaba la habitación.
Los movimientos que hacía sobre el juguete hicieron que Minho tuviera una ráfaga de pensamientos pecaminosos, tanto así que su mano empezó a moverse a medida que los gemidos se intensificaban.

—¡Oh qué delicioso! —de tan solo escuchar eso. Salió un gruñido de su boca. Su mano hacía movimientos precisos, aún cuando lo que quería era tener esa boca tragándose su verga y ahogándose de gemidos.

Seungmin ni siquiera se percataba de la presencia del ojos azules. Estaba más concentrado en recordar sus expresiones, tanto así que quería sentir sus fuertes y venosas manos acariciar todo su cuerpo y sentir como lo maltrataba con rudeza, al igual que sentir como hacía de él un relajo.
Lastimosamente solo era su imaginación, una imaginación que pronto se haría realidad, su juguete solo era una distracción para satisfacer sus deseos, pero él sabía que necesitaba más que de un dildo, necesitaba algo caliente en su agujero, algo que sea realidad y que maltrate ese punto que lo hacía gemir como una perra necesitaba, porque eso es lo que él era cuando se trataba de sexo rudo.

La música que había puesto hacia que el movimiento de su cintura fuera tan experto y preciso, imaginando que aún seguía bailando para sus espectadores. Gimió en alto cuando llegó a sentir una mirada pesante en todo su cuerpo, algo que le hizo querer abrir sus ojos pero se rehusó cuando fue presa de como el juguete había dado justo en aquel lugar. Su punto dulce.
Una mano en su pezón y la otra en su pene, estimulandose para pronto tener su orgasmo, tiro su cabeza hacia atrás.
Sentía una capa de sudor rodando por todo su rostro y luego por su cuello, los bóxer de encajes en sus rodillas empezaban a molestarle pero ni siquiera sé inmutó a sacarselos.
Estaba a punto, faltaba poco, de pronto se corrió con la imagen mental de él estando debajo del fuerte cuerpo de aquel hombre y sintiendo el grosor de su polla jodiendolo.