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Gunwook se encontraba solo en su habitación, rodeado por las sombras que proyectaban los recuerdos ansiosos de su mente. Miró su reflejo frente al espejo, se veía mal y se sentía peor, el cuerpo le quemaba, el dolor de cabeza se estaba volviendo cada vez más insoportable y todo comenzaba a darle vueltas.

El sonido agudo de la alarma resonó en la habitación mientras Gunwook luchaba por cada bocanada de aire. Sus ojos se agrandaron, desesperados, mientras intentaba inhalar, pero la respiración le pesaba, como si el aire mismo conspirara en su contra.

El tic-tac del reloj en la pared resonaba como un recordatorio constante de la rapidez del tiempo. Las paredes parecían cerrarse lentamente, aumentando la opresión en la habitación. Gunwook buscó desesperadamente algo que le ayudara a escapar del espiral de sensaciones que lo envolvía.

Sus manos temblaron mientras intentaba recordar las técnicas de respiración que le habían enseñado. Inhalar lenta y profundamente, contar hasta cuatro, exhalar. Pero cada intento parecía insuficiente, como si la ansiedad fuera una tormenta que amenazaba con arrastrarlo.

Se dejó caer en el suelo, sintiendo la frialdad del piso contra su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear las sensaciones abrumadoras.

En un rincón de la habitación, un buró con un único cajón sin llave. Gunwook se arrastró hacia el como si fueran un salvavidas, casi automáticamente, como si estuviera acostumbrado a ésto, como si fuera una rutina perfectamente memorizada. Por un momento, con una pizca de lucidez le aterró la forma en la que no estaba sorprendido de sentirse así. Con las manos aún temblando tomó su frasco de pastillas del cajón y se tragó dos.

Su crisis no desapareció de inmediato ni por completo, pero los medicamentos le dieron cierto alivio. Gunwook se quedó recostado en el suelo, exhausto pero sintiendo un atisbo de control recuperado.

Se sentía patético, como si cada elección que había tomado lo hubiera llevado hasta este punto de frustración.

Suspiró profundamente, la sensación de insignificancia pesando en su pecho. Se cuestionó sus decisiones pasadas, recordó errores que parecían acumularse como capas de nieve, frías y pesadas. Se sentía atrapado en una telaraña de expectativas no cumplidas y metas inalcanzables.

Se llevó una mano al cuello, tocando débilmente los parches aromáticos. Se había presentado como un alfa antes de la edad promedio. A la edad de 12 años empezó a cubrir su olor y sus feromonas. La mayoría de los alfas tomaban su género secundario con orgullo y hacían alarde de sus olores. Eran territoriales y agresivos. Ese era el instinto de un alfa.

Nunca quiso someterse a sus instintos. Nunca quiso ser un alfa. Quería ser un beta, como la mayoría de la población. Odiaba ser un alfa. Hizo todo lo posible para rechazar su género secundario, hasta que su padre lo descubrió y le puso una carga que Gunwook no podía llevar pero que ahora tampoco podía soltar.

Y aún con toda la situación injusta que estaba viviendo se negó a desobedecer. No podía perder el control, tenía a alguien a quien proteger, alguien que lo necesitaba desesperadamente.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió el flujo de sus pensamientos y la armonía que le había costado tanto recuperar. Frunció el ceño, la molestia brotando en sus ojos mientras se levantaba del suelo.

—¿Qué demonios? —murmuró, más para sí mismo que para el intruso desconocido al otro lado de la puerta.

Estaba irritado. Todo el personal que trabaja para él tenía una regla que tenían prohibido romper. Nadie puede subir a su habitación.

—¿Gunwookie hyung?

La voz de Yujin al otro lado de la puerta funcionó como un calmante a su molestia inicial. Se permitió soltar un suspiro y relajar los hombros mientras caminaba a la puerta.

love maze ➳ mattparkzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora