Sin saber que hacer.
Layla.
Las camionetas de la Academia se toman la autopista, ya vamos rumbo a Witko y mi mente no puede dejar de pensar en Daniel, en su determinación, en la manera que me defendió y me protegió, en su semblante afligido al pensar que algo podía haberme pasado.
Este hombre es tan cambiante en cuanto a su estado de ánimo y sus decisiones que me confunde demasiado.
Me acomodo en el asiento adolorida, las costillas no se me fracturaron de milagro, pero el pómulo está bien lastimado y el labio inferior roto, los moretones en el rostro se harán presentes y una vez más me tocará taparlos con kilos de maquillaje.
–¿Te sientes mejor? —Adrik habla a mi lado.
–Si, eso creo.
–Fuiste muy valiente, pero confieso que me asusté mucho al imaginar que caías junto a ese maldito.
–No fue nada, hice lo que cualquier otro soldado hubiese hecho, ¿No?
–Por supuesto.
Lo observo de reojo, es de cabello castaño, cejas finas, delgado pero de brazos musculosos, sus ojos cafés se iluminan con la luz, es alto, y de mandíbula cuadrada, hay que reconocer que es atractivo.
Es el típico hombre del cual te enamorarías con tan solo una sonrisa de su parte o pasar unos minutos a su lado, lo que he podido apreciar de él, es atento, cariñoso, bromista, educado, amable y muy sociable.
Cuando llegamos a la Academia nos reunimos en la pista de aterrizaje y corro hacia los brazos del hombre que se encuentra junto a Daniel.
–Oh cariño, mira como te han dejado. —me repara el rostro.
–Estoy bien papá.
–No parece que estés bien.
–Solo fueron golpes. —le resto importante y me abraza con mucho afecto.
Mis ojos reparan en Daniel, en el enterizo camuflado negro con la camisa abierta que lleva, en su cabello desordenado y nuestras miradas se cruzan, el aire se agolpa en mi garganta y siento las sacudidas de mi cuerpo.
Decir que sé con certeza lo que me sucede con él sería mentirme a mi misma, no lo sé, no encuentro una explicación para lo que me hace sentir, solo puedo decir que cada vez que lo tengo cerca el pulso se me dispara, la respiración se descontrola y mis hormonas se vuelven locas, la necesidad que siento de tenerlo pegado a mí, de sentir su tacto, de verlo sonreír no es sana y no la logro comprender.
–Siento mucho no haber podido obtener información de Alejandro Gambino ni poder detenerlo —me dirijo a él. –Las cosas se complicaron y....
–Hicieron un buen trabajo. —asiento y nos da la espalda marchandose con Adrik.
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Salgo de la ducha revisando mi móvil que no a dejado de sonar, reviso la bandeja de mensajes, todos son de Ian y no tengo ánimos de responder.
Dejo caer el móvil en la cama y me siento en el sillón de mi habitación abrazando mis piernas.
Estoy confundida y aterrada a partes iguales, no comprendo a cabalidad que es lo que estoy sintiendo, es algo arrollador que me abruma, es una bomba de tiempo que siento que puede explotar en cualquier momento llevándose por delante a más de uno.
Quisiera comprender que es lo que siento realmente y a su vez quisiera no hacerlo, me gustaría devolver el tiempo atrás.
Para empezar jamás hubiera accedido a ir a esa cena la noche que conocí a Daniel.
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Placer y Obsesión (Amores Que Hieren) #1
Ficção AdolescenteLayla regresa a Witko finalizadas sus vacaciones en Hawaii la tierra donde reside su padre. En su regreso al trabajo en la Academia Pembrook, unidad militar que pertenece a su apellido, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición...