Los tres príncipes

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-El Reino peligra padre. Estoy sólo en esto, cuando deberíamos estar juntos los cuatro. Y ustedes deben dejar de actuar cómo nenas si no quieren que todo se nos venga abajo.- apuntó a sus dos hermanos.

- ¿Yo, una nena?- Harry ( su hermano menor) se indignó.- Tú eres un iceberg hermanito, no amas a nadie

- Este iceberg está manteniendo en pie a este reino solo, cuando ustedes tres deberían estarlo haciendo conmigo. Sólo por estar llorando en cada esquina es que los apuntan cómo maricas.- respondió Erick lleno de ira.

- Respétame Erick que soy tu padre y tu rey.- Por primera vez el Rey Felipe alzó la voz.

- Pues demuéstralo padre, y que bueno que recordaste que tú eres el Rey aún y no yo.- remarcó la palabra TÚ.

- Algún día nos entenderás.- le dijo su hermano mayor (Allka).

- Ojalá que no, no quiero volverme un borracho, tampoco un fantasma en vida y menos que menos una nenita que selecciona vestidos con su esposa.- dijo lo último mientras que soltaba una carcajada y echaba un guiño en dirección a su hermano menor.

- Erick...- Harry ya se iba a tirar encima de él cuando el Rey intervino...

- Basta, es para los tres. Compórtense cómo corresponde y respetenme que soy su Rey, príncipes malcriados...- se marchó enfadado y con el corazón estrujado por la muerte reciente de su concubina, su único amor.

- Maricas.- Erick se dirigió a sus hermanos mientras se marchaba por dónde mismo se fue su padre.

Él príncipe Erick se marchó a su oficina, tenía que atender algunos asuntos económicos del reino mientras que su padre, el Rey Felipe, se encerró en su habitación a pensar en su concubina, su hermano mayor se fue a beber a su alcoba y Harry a dar un paseo con su nueva esposa.

La esposa del Rey, la Reina Elena , entró en la alcoba matrimonial y fue recibida por las lagrimas de su marido. Muy dentro de ella estaba muerta de celos por la concubina fallecida, aquella que se había ganado el corazón del Rey y había logrado darle un príncipe.

- No quiero ver a nadie, Elena. Vete.- Fue lo primero que le dijo el Rey a su esposa, ganándose de ella un duro tono de voz.

- Está equivocado, yo no quiero hablarle. Su hermana está afuera y dice que tiene que tratar con su majestad un asunto de urgencia.

- Dile que entre.- la reina hizo una dramática reverencia y se fue.

Cuando la hermana del Rey entró a la habitación, llenó esta de un escandaloso llanto.

- Ha sucedido una tragedia, majestad.- se echó a llorar en los brazos de su hermano, mientras que este la miraba preocupada.

- ¿Pero qué ocurrió, Anne?

- El hermano de mi esposo y su familia han muerto!- el Rey se sintió muy mal por la noticia, puesto que su cuñado, un Marqués muy respetado, era su mejor amigo.

- Lo siento mucho hermana.- la abrazó fuerte, él sabía lo que era perder a quién querías- Cómo está Lambert?

- Está destrozado...pero gracias a Dios no los perdió a todos. Su sobrina, la duquesa Fiorella logró escapar mientras robaban en su hogar.

El Rey sintió un gran alivio, Lambert no perdió a toda su familia entonces.

- ¿Qué puedo hacer para ayudarlos, hermana?

- Esa niña es muy importante para él, por favor su majestad, permita que se quede aquí en el palacio.

- Entonces así será, qué mañana esté aquí, que no se preocupe por sus baúles, que olvide ropas y joyas. Aquí le daremos todo lo que perdió.

- Gracias majestad, gracias.- su hermana besó sus grandes manos.

- No te preocupes, hermanita. Ya no llores. Esa niña volverá a sonreír.

- Es lo que más deseo. Es muy jovencita esa pobre niña.

CASI LA EXCEPCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora