Capítulo 1

2.8K 211 105
                                    

Los Ángeles, 1978

El olor a grasa para freír que llega de la bulliciosa cocina, aunque suele ser tolerable, es absolutamente nauseabundo a las 8 de la mañana.

Especialmente esa mañana.

—¡¿Cómo esperas que dirija un negocio de esta forma?! ¡Se suponía que tenías que estar aquí hace una hora entera! Maldito incompetente, eso es lo que eres. Ni siquiera te presentas a tus turnos la mitad del tiempo, y la otra mitad nos dejas a la intemperie durante la hora pico del desayuno.

Harry mastica su chicle, mirando el mostrador de cuadros rojos y blancos lleno de alimentos grasos para el desayuno hechos a pedido. Definitivamente podría haber servido todos esos platos a los clientes que esperaban en el tiempo en que su gerente le ha estado gritando. Harry golpea la punta de sus zapatos Mary Jane en el suelo, retuerce los dedos de sus manos detrás de su espalda. Dios, el olor de la comida frita tan temprano en la mañana es realmente infernal.

—¿Me estás escuchando?

Harry suspira y se chasquea el chicle en su boca mientras vuelve a centrar su atención en la conversación que tiene entre manos. Su mánager es un hombre peludo y barrigón que se pasea todos los días con un chándal de aspecto sucio y escupe cuando habla. Trabajar para él, por decir lo menos, es un dolor de cabeza. Sin mencionar que ese trabajo es realmente terrible y paga poco o nada.

—¿Honestamente? No. Me desconecté hace un tiempo—. Harry frunce los labios, viendo cómo la conmoción revolotea por el rostro de su manager. Continúa, indiferente. —Por cierto, este lugar es un basurero. Renuncio.

Harry le da una sonrisa dulce y secretamente sardónica, la sonrisa especial Styles, antes de darse la vuelta y salir casualmente del pequeño y lúgubre restaurante en el que ha trabajado durante los últimos cinco meses, casi pisando un charco de café derramado en el linóleo. Puede oír al hombre gritando detrás de él, asustando a los clientes con un grito de "¡No puedes irte en medio del maldito turno!", pero Harry sigue caminando. Está muy por encima de eso.

Tiene que decir que cinco meses es un récord bastante bueno para él. Harry es conocido por cansarse fácilmente, aburrirse rápido.

Cuando empuja más allá de las puertas, saliendo, descubre que el Sunset Strip está cubierto de amarillo brillante. Por fin ha salido el sol a jugar.

Escupe su chicle en la acera antes de inclinar la cabeza hacia el cielo, respirando aire fresco por un momento. Por supuesto, una calle estridente y agitada como esa está naturalmente llena de otros olores persistentes, pero para Harry, eso es perfecto, ahí es donde quiere vivir y morir.

El Strip ya está lleno de actividad durante el día, pero Harry sabe que solo cobra vida cuando el sol comienza a ponerse y se abren las puertas de todos los clubes nocturnos que bordean la calle. Es entonces cuando cualquiera que sea alguien baja, hace acto de presencia, toma una copa y experimenta nada menos que una noche animada. Ahí es el momento de Harry para brillar.

Mete la mano en el bolsillo de su uniforme de camarera, tanteando el delantal blanco con volantes que tiene envuelto alrededor de su cintura para sus cigarrillos e ignorando la forma en que su vestido azul, con cuello y abotonado, se pega a su pecho con el calor. Solo le quedan unos pocos; será mejor que empiece a racionarlos antes de que se le acaben. Pero ¿qué mejor momento para fumar que después de haber renunciado finalmente a tu trabajo de mierda en el servicio de alimentos que ha odiado durante meses?

Comienza a caminar por el Strip, marcando sus hoyuelos a los transeúntes a medida que avanza. A solo unos pasos de distancia se encuentra Sarah's Hair, un salón decentemente popular, que, como de costumbre, está lleno de actividad cuando Harry entra, el timbre de la puerta suena para hacer notar su presencia.

Sent by the SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora