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Mia bufó y apagó el celular. Su mejor amiga la miró desde su lugar y se mantuvo en silencio, cosa que Mia agradeció recostando su cabeza en el hombro de Milena, quién acarició el dorso de su mano con suavidad, demostrándole que estaba ahí por si quería hablar. Estaban yendo en un coche particular a un evento del cuál nunca había sido partícipe. Era la primera vez que la contratan para algo tan confidencial y sin muchos detalles, pero estaba demasiado feliz de haber sido elegida para algo como eso. Según Milena, quién ya había sido presencia en eventos como esos, se llevaría una enorme sorpresa, pero se lo merecía por estar pasándola tan mal respecto a su relación. 

Su mente repetía en loop constantemente la secuencia posterior al desastre en la casa de Enzo. 

Claramente salió de ese departamento a las corridas y con más bronca que la que tenía cuando había llegado, pero esta vez no con él, sino con ella misma por haber cedido antes sus instintos más primitivos antes que con su cabeza. En pocas palabras, por haber pensado en caliente. 

Al llegar a su departamento, cerrando de un portazo su auto y subiendo enojada por el ascensor, pensando y repensando cómo mierda saldría de esa situación, se detuvo en seco cuando giró para encarar al pasillo de su departamento y se encontró a Rodrigo ahí afuera. Agradeció haberse dado cuenta con rapidez, escondiéndose detrás de la pared que la dejaría en descubierto. Estaba a pocos metros de él, podría escapar con facilidad, pero el golpeteo en su pecho y el terror recorriendola entera la obligó a mantenerse aferrada a esa pared cómo si su vida —literalmente— dependiera de eso. Su mirada corrió por su propio aspecto físico, toda embarrada en chocolate, al igual que cómo Rodrigo encontró a su hermano. 

Dale, gorda... ya sé que te hablé re mal pero hace frío acá afuera... —expresó Rodrigo, recargado contra la puerta, con la mirada perdida en el suelo y un tono de culpa notable en sus palabras— Yo sé que estoy re bardeando, pero tenés que entenderme... pensa qué harías vos en mi lugar, no sé... no quiero seguir así... contestame al menos. 

Con su propio corazón hecho pedazos, tomó aire y caminó sigilosamente al ascensor, bajando hacia la casa de su vecina para pedirle si podía pasar a tomar una ducha. Se bañó a la velocidad de la luz, secó su cabello para no tener que inventar alguna excusa sobre dónde se había duchado y finalmente encaró para su departamento, afrontando a su novio y a la charla que tenían pendiente. Por supuesto, terminaron arreglándose, hasta esa publicación. 

ESCÁNDALO ━ enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora