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La noche estaba tornándose algo problemática para Enzo al darse cuenta que su amigo había caído inconsciente, para peor, había perdido completamente de vista a Cristian y Lisandro y aunque lo negara estaba algo preocupado

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La noche estaba tornándose algo problemática para Enzo al darse cuenta que su amigo había caído inconsciente, para peor, había perdido completamente de vista a Cristian y Lisandro y aunque lo negara estaba algo preocupado.
Se encontraba junto a nahuel tratando de ayudar a leandro a mantenerse despierto. Intentaron detenerlo cuando el mayor comenzó a tomar cada vez más frenéticamente pero no hubo caso, no iba a parar hasta terminar en el estado más deplorable.
Fernández se quiso morir cuando sintió un ardor en su pelvis y se dió cuenta que tenía unas inmensas ganas de ir al baño, ¿el problema? no tenía idea de donde estaba el baño, o sí siquiera podría entrar.
Así que optó por el camino fácil, le explicó a Nahuel, quien le dijo que se quedara tranquilo, que él podía cuidar de Lean, Enzo asintió y se dispuso a buscar la salida.
La casa estaba repleta de gente, la música tan alta que retumbaba en su mente causándole un dolor molesto, el cual fue intensificado aún más por su consumo desmedido de alcohol. Empujó algunas personas, apenas pronunciando un "permiso" inaudible hasta para él, finalmente logró llegar a una puerta que parecía daba a un patio trasero que, esperaba, estuviera vacío.

El morocho salió de la casa y suspiró profundamente, sus pulmones agradecidos de por fin obtener algo de aire fresco. Recorrió el patio por unos minutos percatándose de la ausencia de gente y aliviado ya que el lugar era perfecto para lograr su cometido sin que nadie se diera cuenta. Es así que se dirigió a un lugar un poco más apartado pero cuando entrecerró sus ojos logró divisar dos figuras conocidas en frente suyo, apoyados en una pared.

Cristian y Lisandro se encontraban completamente sumidos en ellos mismos, sus labios danzaban coordinados intercambiando sabores dulces que se presentaban en su boca como evidencia de lo que bebieron previamente. Las manos del menor entrelazándose en los cabellos azabaches del contrario y tirando de estos, mientras las manos ajenas se posaban en su cintura, haciendo de la escena un espectáculo obseno el cuál hacía a Enzo sentir culpable ante el claro pensamiento de "yo no debería ver esto".

Fernández se dió media vuelta no queriendo ser partícipe de la situación y tratando de alejarse de la pudorosa escena que se hacia presente a sus espaldas.
Salió impune de la situación y agradecido de poder liberar eso que venía reteniendo por horas (ganas de mear), volvió a entrar a la gran casa donde se alojaba la fiesta, encontrándose con un Nahuel que lo miraba preocupado, Enzo asintió frente a la mueca de su amigo y entre los dos cargaron a Leandro para irse del lugar. Una vez en el auto se apresuró a escribir un mensaje.

 Una vez en el auto se apresuró a escribir un mensaje

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Sin laburo - enzulian AU!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora