El mundo siempre fue diminuto a mis ojos, pocas cosas fueron presentes e importantes. Mis recuerdos más remotos se remontan a una suave cobija envolviéndome, cálida y a salvo, el aroma tan clásico a hogaza siendo horneada y el sonido casi inaudible de la brasa consumiéndose poco a poco mientras yo solo miraba expectante esa última chispa de calor que luchaba por no extinguirse como las otras.
Lo bueno de que tu mundo sea tan diminuto es que tienes el honor de apreciar cada minúsculo detalle, que para ojos externos parecen invisibles.
Fui creciendo y mi mundo junto a mi. Eventualmente mis ojos se encargaron de deleitar la belleza en otros detalles, no solo el olor de la creciente levadura o las típicas madrugadas de amasado en el hogar, no, quería encontrar otro tipo de belleza, una desconocida, de la que nadie podía darme respuestas.
Nunca me fue cedido el tacto a las hojas de papel de un libro, ni nunca pude acceder al conocimiento de ninguno de ellos, pero mi padre se encargaba de saciar mi curiosidad hacia más allá de mi conocimiento. Incontables fábulas y mitos contados de generación en generación motivaban aún más el deseo de comprobar su veracidad en carne propia, necesitaba verlo, olerlo y sentirlo, añoraba poder ver lo que me fue prohibido.
No iba a impedir que mi mundo siga creciendo, me niego a parar hasta ver la belleza en lo arrebatado, en comprobar los supuestos mitos y leyendas que mi familia se encargó de transmitir tras tantas generaciones, necesitaba una respuesta y la iba a conseguir yo misma.
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CATARSIS | Bertholdt Hoover
Fanfiction"Te apreciare mediante mis recuerdos, condenado hasta que el último suspiro sacie los profundos deseos de una paz plena" (Bertholdt x Medea)