Capítulo 5

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Olga

—Es increíble cómo Nasya hace todo lo que quiere contigo, Sergei— le reclamé a mi marido.—Siempre le dices que sí y pasas por encima de mí.

—Entiende, Olga. Se trata de su escuela— dijo duro y yo tomé asiento.

—Ya ni me digas nada. Un día de estos esa niña hará que mi cabeza explote. Se comparta inmadura.

—Por favor, sólo tiene diecisiete años, mujer. Es una niña para mí.

Rode los ojos y no dije nada. Nasya era realmente un dolor de cabeza cuando se lo proponía. Le dije perfectamente lo que pasaría este día y ella sin más pasó por encima de mí como si yo no fuera su madre. El hombre frente a mí es una persona muy importante que podría ayudarnos con todos nuestros problemas y he encontrado la manera perfecta de como conseguirlo. Yo no soy tonta y mucho menos ciega, miré muy bien las miradas que le daba Dimitrio Ferrara a mi hija y es algo que pienso aprovechar y hablar con la insolente de Nasya.

Tenemos la solución en bandeja de plata y debemos aprovecharla.

Me mantuve al margen de las conversaciones de los dos hombres. El tema de Nasya quedó de lado y yo me pude dedicar a pensar un plan perfecto para que todo salga como yo quiero.

—Señor Ivanov— entró una de las mujeres del servicio.—Su abogado está aquí.

—Pásalo al despacho y dile que en un momento voy— dijo mi esposo.

—Cómo usted ordene.

Se retiró a hacer lo que mi marido le dijo y miré como él se puso de pie para atender a su abogado. Me dolía la cabeza de tan solo imaginar que traía malas noticias.

—¿Me permites, Dimitrio?— cuestionó y se levantó.

—Claro. Aquí lo espero.

—Te quedas en compañía de mi mujer.

Sonreí amable cuando sus ojos grises me enfocaron. Después, Sergei salió de la habitación dejándonos completamente solos. Nos quedamos en silencio y pude observarlo con cuidado. Dimitrio era un hombre muy atractivo, joven y extremadamente millonario, el hombre perfecto para Nasya, además, desde lejos se notaba el interés que siente por mi niña.

—¿Qué te parece Moscú?— pregunté.

—Es lindo. La verdad tenía mucho sin visitar Rusia.

—¿Extrañas Italia?— tomé la taza de café y bebí un poco.

—Un poco. Ahí está mi trabajo y mi familia.

¿Familia? Más vale que estés libre de compromisos Dimitrio porque en mis planes está unirte con mi niña.

—¿Eres casado?— fingí sorpresa y en el fondo recé para que dijera que no.

—No— sonrió levemente.—Me refiero a mis padres y amigos.

—Ah, por un momento me asusté— suspiré y regresé la taza a la mesita frente a mí.

—¿Usted?— frunció el ceño y yo sonreí.

—No me malentiendas. Lo decía por Nasya.

Noté como su expresión cambió al oír el nombre de mi hija y eso para mí fue luz verde para iniciar con todo lo que tenía pensado. Este hombre representaba el dinero puro y no lo dejaría escapar por nada del mundo. Dimitrio Ferrara se quedaría en mi familia costara lo que costara.

—¿Por Nasya?— cuestionó extrañado.—¿Por qué por ella? ¿Le contó la vez que nos conocimos en una cancha de fútbol?

—Sí— mentí, sin entender nada.—Nasya me dijo que había conocido a un hombre muy guapo pero que no sabía quién era y se desilusionó por eso.

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