2. El prisionero

2 0 0
                                    

La oscuridad del carro se cierne sobre nosotros, solo una pequeña ventana deja entrar algo de luz. El silencio es absoluto solamente interrumpido por el crujir de las ruedas de madera.

Todos sabemos que es lo que nos espera. ¿Cómo acabe así? Se suponía que mi vida iba a ser mejor que esto. Y un día, a tomar todo por culo. ¿Por qué demonios lo hice? Todo podría haber sido de otra manera ¿Verdad? Si tan solo no me hubiera tomado esa primera copa hace tantos años, o si hubiera tenido la fuerza para hacer caso de tus advertencias, ahora estaríamos juntos lejos de aquí. Pero no te hice caso, yo quería más y cuanto más tardaba más me frustraba. Y aun así seguías allí. ¿Por qué no te fuiste? Si te hubieras ido no estaríamos así. Por tu culpa este es nuestro destino de mierda.

Mis pensamientos se detienen, ensordecidos por la voz de la multitud.

-¡Bueno!, Hemos llegado -Comenta Alexandria
Se abre la puerta y una voz grita
-¡Alexandria Karov!
-Voy la primera, nos vemos en el infierno - Lo dice con su habitual tono cínico y burlesco.

Conocí a Alexandria nada más ingresar. La habían arrestado por múltiples motivos, pero  en una vista general destacaba el hecho de era una mujer que no aceptaba malditas órdenes. No se casó ni tuvo hijos y nunca ocultó que le desagradan los hombres. Vivía como una ermitaña que de vez en cuando bajaba a los rincones menos recomendados de nuestra sociedad. Si algo  me sorprendió de ella, es no haberla conocido antes. Era cuestión de tiempo que la atraparan, Su amor por su hija adoptiva fue lo que la obligó a entregarse. La mandó lejos de aquí sin que ella supiera que no se volverían a ver. Alexandria es la única bastarda que a pesar de su destino no ha dejado de sonreír. La puta multitud ruge, nadie ha venido a salvarla.

-¡Frederic Gilvar!
-Ya me toca -Suspira en apatía
Yo trato de consolarlo
-Se fuerte chaval.
-Olvidame - Responde sin siquiera mirarme.

Frederick es de la clase de personas que han nacido con mala suerte. Un poco travieso, tendía a robar en tiendas comida y otros objetos, la mayoría de sus víctimas hacían la vista gorda,  pues al final era un buen chaval que ayudaba a quien podía y por todos era conocido. Hasta que un día trató de robar algo fuera de su alcance, el corazón de una joven de la nobleza. Al principio fue maravilloso pues resultó ser recíproco, pero toda alegría terminó cuando la familia lo descubrió. Poco tardaron en eliminar a Frederick de sus vidas para siempre. Tal fue el conflicto que se llevó de por medio la vida de la Joven. Dejando a Frederick en un limbo entre vivir o morir. Ya no le importaba nada. Los estúpidos paisanos gritan, nadie vendrá a salvarle.

-¡Andres Veras!

Suena un trueno. se abre la puerta, los malditos que una vez llamé vecinos me lanzan mierda y me insultan. Veo la guillotina, manchada con la sangre de aquellos con los que había hablado hace minutos. Mis piernas tiemblan, un escalofrío recorre todo mi cuerpo, mi corazón se acelera como si tuviese que hacer el trabajo de toda una vida en los próximos minutos. No escucho mi condena. ¡No puedo pensar! Me arrodillan. ¡Espera por favor! La veo, mi hija entre el público. ¡Has venido a ayudarme!¡Soy tu padre!¡Mírame, ayudame por  favor!¡Todo es culpa mia, pero puedo cambiar!¡No apartes tu mirada, por favor!¡Por favor sálvame!¡Que alguien me sal…

Ejecución en 3 relatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora