𝟏𝟎. 𝐢'𝐦 𝐬𝐨 𝐠𝐥𝐚𝐝 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐦𝐞

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Capítulo 10
Estoy tan agradecida que estes conmigo
You are the best thing that's ever been mine

Capítulo 10Estoy tan agradecida que estes conmigoYou are the best thing that's ever been mine

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Después del pequeño conflicto con mi madre y la escapada con algo de llanto a la casa de Tamara. Quedamos en agrandar la cena de Acción de Gracias en mi casa. Ahora venían un par de mis familiares, Tamara y su madre. Ellas quisieron aparecer en nuestra cena porque nadie de toda su familia había tenido la posibilidad de venir hasta Colorado.

Estaba en mi habitación con Tamara, mientras nos terminábamos de arreglar. En mis manos estaba la buclera para perfeccionar el cabello de mi amiga. Las risas estuvieron presentes en todo momento, ella intentaba mantener mi mente alejada de toda la discusión con mi madre.

—¿Oye, crees que Alex te pida noviazgo pronto? —pregunto Tami, mientras dejaba la buclera a su lado.

—Eso espero, creo que ya estaría bueno tener una relación oficial —dije mientras sonreía.

—Sí, apenas se hagan novios oficiales, adóptenme —dijo ella, volteando su cabeza hacia mí con una sonrisa.

El timbre sonó y agradecí que ya estaba lista, baje las escalares siendo seguida por Tami, ella peleaba para ponerse una la bota mientras saltaba en los escalones. Después de dos intentos, vi como mi amiga se cayó haciendo que una risa, la cual intente contener, salía libremente.

—Perdón, lo lamento —dije poniéndome en cuclillas para quedar a su altura —. ¿Estás bien?

—Sí, eso creo —dijo ella, recibiendo mi mano para pararse más rápido.

El timbre volvió a sonar, mi padre con un delantal llego a la puerta. La abrió con cuidado, dejando ver a mi abuelo.

Deje a Tamara para salir corriendo hacia la entrada. Cuando llegue a un lado de mi abuelo, lo abrace con mucha fuerza. No lo veía hace un tiempo.

—Mi Betty —dijo él mientras sonreía —. Te traje un regalo.

En mis manos apareció una bolsa, le dediqué una sonrisa. Mi mirada fue directa hacia Tamara que estaba detrás de mí. Sonreí al verla ahí, y le hice una seña para que se acerque a mí.

—Abuelo, ella es mi mejor amiga, Tamara —dije mientras la presentaba.

—Es un placer —dijeron ambos al mismo tiempo, haciendo que una sonrisa se mantenga en mi rostro.

Mis familiares comenzaron a llegar, por lo que decidimos pasar a comenzar la cena. La mesa de Acción de Gracias, ese altar anual que nos une en gratitud y celebración, se viste con el esplendor del otoño. El mantel, tejido con tonos cálidos de rojo, naranja y amarillo, es como un lienzo que captura la esencia misma de la estación. Velas parpadeantes danzan suavemente sobre esta paleta de colores, creando destellos que iluminan la festividad.

En el corazón de esta mesa, el pavo asado se presenta majestuoso. Su piel dorada y crujiente parece susurrar secretos de sazones cuidadosamente elegidas. Al trincharlo, los aromas de hierbas frescas y especias se despliegan en una sinfonía olfativa, anticipando el banquete que está por venir. Cada bocado del pavo es un deleite: jugoso, tierno, impregnado del sabor único que solo un proceso de asado meticuloso puede otorgar.

Los acompañamientos rodean al pavo con sus propias historias. El puré de papas, suave como una caricia, se enlaza perfectamente con el gravy oscuro, su sabor robusto, complementando la delicadeza de las papas. El relleno, con su amalgama de pan crujiente, hierbas frescas y un toque de nostalgia, evoca memorias de abrazos y risas compartidas en torno a la mesa. Las judías verdes, cocinadas al punto justo, añaden un toque de frescura y color, equilibrando los sabores y texturas.

Y luego, los postres. El pastel de calabaza, con su aroma embriagador a canela y nuez moscada, se corona con una capa de crema batida, invitando a sumergirse en su esponjosa calidez. Cada cucharada cuenta una historia, llevando consigo el recuerdo de antiguas tradiciones familiares.

Estos platos son más que simples alimentos; representan un legado arraigado en la historia familiar, transmitido de generación en generación. Son recetas que encarnan amor, sacrificio y la esencia misma de la unión familiar. La mesa de Acción de Gracias, con su despliegue de sabores y recuerdos, es un tributo a la tradición, un lazo que une corazones a través del tiempo, celebrando la abundancia y la conexión humana.

—La cena está deliciosa —dijo Tami, mirando a mi padre.

Las anécdotas estaban más que presentes en la mesa, las risas por los recuerdos y la nostalgia reinaban como el tema de conversación más usado en la cena.

Vi como mi padre mantenía una sonrisa en su rostro. Cuando estábamos terminando de cenar, el timbre volvió a sonar. Compartí una mirada con mi padre antes de pararme, yendo a abrir la puerta. Encontrándome con nada más ni nada menos que Alex.

—Hola —dije saliendo, cerrando la puerta detrás de mí.

—Hola —respondió él, mientras me dedicaba una sonrisa.

—Oye, ha habido algo en mi mente últimamente, algo que no puedo sacar de mi cabeza. Y es que cada vez que estoy contigo, siento que el tiempo se detiene. Me haces sentir de una manera que nunca antes había experimentado —dijo Alex, mirándome fijamente a los ojos.

—Alex, yo también siento algo especial cuando estoy contigo. ¿A dónde quieres llegar? —pregunte, algo confundida.

—Quiero que seas parte constante de mi vida, Betty. Quiero ser más que amigos, quiero que lo que paso el día del primer juego se repita muchas veces. ¿Te gustaría ser mi novia? Quiero poder cuidarte, apoyarte y llenar cada día con momentos que nos hagan sonreír.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, mi cabeza se dedicaba a subir y bajar dando gestos de aprobación — No sabes cuánto significaría para mí. Claro que sí, ¡me encantaría ser tu novia! Has hecho que mi corazón lata más rápido desde el primer día que nos conocimos.

—Eres lo más hermoso que me ha pasado, Betty. Quiero que sepas que haré todo lo posible para verte sonreír todos los días. Eres mi mundo. —dijo, tomando mi mano con delicadeza.

—Y tú eres el mío, Alex Walter. Estoy ansiosa por compartir más momentos especiales contigo. Esta es la mejor decisión que he tomado.

El chico dejo un corto beso en mis labios, mientras sonreía animadamente en el medio.

—Creo que tengo que entrar, no quiero que piensen que volvió mi madre —dije mientras le dedicaba una sonrisa, causando que él haga lo mismo.

—Nos vemos mañana, y por cierto. Te ves hermosa —dijo el mientras se despedía con la mano.

Entre a la casa con una sonrisa, llegue al campo visual de Tamara y simplemente asentí con la cabeza. No dije nada, pero ella parecía entender absolutamente todo lo que había pasado.

Ella se levantó de la mesa acelerada y corrió hasta mí mientras soltaba pequeños gritos de la emoción y me abrazaba fuertemente.

Toda mi familia nos observaba como si estuviésemos locas, pero no me importaba. Por primera vez no me importaba lo que estaban pensando de mí en de momento, solo me importaba compartir ese gran momento con mi mejor amiga.


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betty - alex walterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora