Mi captora es un enigma. No sé quién es ni por qué me llevó. Hay una oscuridad dentro de
ella, una oscuridad que me asusta incluso cuando me atrae.
Mi nombre es Becky, y esta es mi historia.
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"Me moldeo a su man...
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BECKY POV
Las siguientes tres semanas pasan volando.
Celebro mi decimoctavo cumpleaños, estudio para los exámenes finales, salgo con Irin y otra amiga, voy a los partidos de fútbol para ver jugar a Nat y me preparo para la graduación.
Intento no volver a pensar en el incidente del club porque cuando lo hago me siento cobarde.
¿Por qué hui? Freen apenas me había tocado.
No entiendo mi extraña forma de reaccionar. Me había excitado, aunque de forma absurda también me había asustado, nunca me había gustado una mujer pero Freen cambió mi mundo sólo con ese toque.
Ahora las noches son inquietas. En lugar de soñar con Nat, me despierto excitada, molesta y con una sensación palpitante entre las piernas.
En mis sueños se cuelan imágenes sexuales y oscuras, pensamientos que nunca antes había tenido. Y muchos de ellos tienen que ver con Freen haciéndome cosas mientras yo permanezco inmóvil.
A veces creo que me estoy volviendo loca.
Aparto de mi mente esos pensamientos inquietantes y me concentro en vestirme.
Hoy es mi graduación y estoy emocionada. Irin, mi amiga y yo tenemos grandes planes para cuando acabe la ceremonia.
Nat va dar una fiesta en su casa para celebrar la graduación. Será el momento perfecto para poder hablar con él por fin.
Llevo un vestido negro bajo la toga azul de graduación. Es simple, pero resalta mis suaves curvas y me sienta bien.
También me he puesto zapatos de tacón de unos diez centímetros. Es un poco exagerado para la ceremonia de graduación, pero necesito parecer más alta.
Mis padres me llevan al instituto. Este verano espero ahorrar un poco y así poder comprarme un coche nuevo para ir a la universidad. Voy a quedarme en una universidad cercana porque es lo más barato, de modo que voy a seguir viviendo con mis padres.
No me importa. Son simpáticos y nos llevamos bien. Me dan bastante libertad, seguramente porque piensan que soy una buena chica, que nunca me meto en problemas.
Y por lo general es cierto, más allá de las identificaciones falsas, las contadas salidas a las discotecas, y a pesar de aquella vez que casi vomito en una fiesta, llevo una vida de lo más tranquila. No bebo mucho, no fumo ni me drogo.
Llegamos y encuentro a Irin. Esperamos en la fila con paciencia a que nos llamen. Es un día de junio perfecto; no hace ni demasiado calor ni demasiado frío.
Primero llaman a Irin. Tiene suerte de que su apellido empiece por B.
Mi primer apellido empieza con K, ojalá fuera Armstrong el primero, y eso me hace esperar otros treinta minutos. Pero por suerte solo hay unas cien personas en mi curso.