(30) dragonstone

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CAPÍTULO TREINTA

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CAPÍTULO TREINTA

" dragonstone "









No les tomó mucho tiempo a los amantes tener en la mira a Dragonstone, Naerys se aferró con fuerza a la montura de Ala de Plata y cuidando su abultado vientre, extendió la mano para que sus dedos rozaran el agua que se extendía a gran distancia, rodeando todo el castillo y más allá del horizonte, debajo suyo.

Era algo que le encantaba hacer, cuando estaba a mil pies en el aire o a una altura considerable; sentir como el viento apartaba mechones de su cabello del rostro y que el aire frío hiciera que su rostro se sintiera helado. O cuando sentía la corriente inmóvil del agua entre sus dedos, haciendo movimientos a su paso.

Ella volvió a la realidad cuando vio como Daemon bajaba la velocidad y Caraxes descendía lentamente frente a las enormes puestas del castillo. Naerys copió su acción y Daemon la ayudó a bajar, tomando su cintura hasta que sus pies tocaron tierra firme.

—Gracias —susurra antes de mirar a su alrededor, un número considerable de capas doradas hacían fila hasta la entrada del castillo, como protegiéndolos—. ¿Qué es esto?

Daemon tomó su mano y comenzó a caminar a el interior, mientras los entrenadores de dragón se llevaban a Ala de Plata y Caraxes detrás suyo.

—Es por seguridad —contesta el príncipe canalla, con un tono serio, sabía que si lo tomaba a la ligera Naerys se molestaría más de lo que ya está—. No puedo arriesgarte o a el bebé, lo sabes.

—Pero parece una rebelión —murmura la princesa dragón mirando de arriba a abajo la seriedad tan profesional de aquellos hombres, le causaba escalofríos—. Viserys nos matará.

—Él es débil, no podrá hacerlo —asegura Daemon adentrándose a el interior a través de los murales, Naerys negó desaprobando totalmente eso.

—Él no, pero el consejo sí, no olvides que es el Rey y como tal debe cumplir con sus obligaciones para el bien del reino —le recuerda, soltando suavemente el agarre de su mano y quedándose quieta en su lugar mientras se cruza de brazos, que quedan sobre su hinchado vientre.

Daemon levanta una ceja e intenta luchar contra ella desafiandola con la mirada, Naerys no cede y no le queda de otra más que suspirar rendido.

La platinada sonríe victoriosa y levanta la barbilla en lo alto.

—Esto no es permanente, de todos modos, nos iremos lo más pronto posible —dice, intentando tranquilizarla, mientras se acerca y toma sus manos con delicadeza—. Mis hombres leales buscarán un lugar seguro para nosotros en las ciudades libres.

—Sí, pero ¿por cuánto tiempo? ¿dos lunas? —pregunta sarcástica, levantando ambas cejas—. ¿Tres, cuatro? O hasta que nos alcancen.

—Es la vida a las que estamos accediendo tener —murmura acariciando el dorso de sus manos con la yema de sus dedos—. Nada es permanente. Y tendremos que ir de un lado a otro por el resto de nuestras vidas.

𝐿𝐸𝐺𝐴𝐶𝑌 ೃೀ 𝑫𝒂𝒆𝒎𝒐𝒏 𝑻𝒂𝒓𝒈𝒂𝒓𝒚𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora