Como cada mañana, cogí mi mochila desgastada, comprobé que mi pistola tenía suficientes balas, metí mi navaja en la bota derecha y salí de la habitación en la que dormía.
Llevaba dos meses viviendo con una panda de exconvictos en el salón de actos de un viejo instituto; aún estaba el decorado para la última obra que se hizo, estaba bastante segura de que fue "Romeo y Julieta", pues mi hermana Karen actuó en ella hacia dos años. Aunque en nuestro caso en el balcón de Julieta colgaba, a modo de trofeo, el cadáver de uno de los aliens invasores que Pope mató hacía unas cuantas semanas.Las primeras semanas fueron horribles, cuando por fin había encontrado a alguien en quien confiar, Maggie, nos capturaron. Estos exconvictos, siguiendo las órdenes de su líder Pope, nos dieron caza al anochecer y nos tuvieron maniatadas durante un par de días, después sólo nos vigilaban día y noche, pero eso fue antes de que nos necesitarán. Uno de los hombres de Pope fue alcanzado por un disparo de las máquinas que utilizaban los alienígenas para comprobar el perímetro. Para mi suerte, antes de la invasión, pasaba todo mi tiempo libre haciendo unas prácticas en el hospital en el que trabajaba mi madre, vendando heridas e incluso cosiendo algunas. Desde que logré salvar a ese expresidiario, Maggie y yo gozábamos de cierta libertad.
Esquivé unas espadas de atrezo tiradas en el suelo y unas latas de cerveza vacía, sin hacer ningún tipo de ruido que pudiera despertar a los hombres que yacían inconscientes mientras su cuerpo eliminaba todo el alcohol que habían ingerido durante la noche. Seguí el camino que recorría todas las mañanas hasta llegar a uno de los muchos edificios abandonados. Entré, como de costumbre, y subí a la azotea. Allí me agaché junto al borde del edificio y esperé. Esperé hasta que el ruido característico de las máquinas alienígenas me avisaron que el primer grupo de niños con prótesis llegaba para trabajar. Me asomé aún agachada con el mayor cuidado para no llamar la atención de los extraterrestres, y comencé a buscar con la mirada a Ben, deseando mentalmente que estuviese en ese primer grupo, y pronto vi mi deseo cumplido cuando lo encontré. Justo cuando mi mirada se posó en él, llevé inconscientemente la mano al collar que me dio la última vez que hablé con él, bueno en realidad, la última vez que lo hice antes de que la prótesis de su columna le transformara, después de ese día hablé una última vez con él, pero no me reconoció, ese día le prometí que le libraría de la opresión alienígena.
Oí, a mi espalda, un ruido que me despertó de mis pensamientos y en un movimiento rápido me di la vuelta mientras cogía la pistola, que tenía atada a la pierna, y apuntaba a la fuente del ruido.
- Hey, tranquila soy yo.- dijo Maggie levantando las manos para que comprobase que no iba armada.
Me llevé un dedo a mis labios para indicarle que guardara silencio y volví a mirar al grupo de niños controlados por las criaturas.-¿Qué hacen ahora?- preguntó Maggie en un susurro mientras se agachaba a mi lado.
-Recogen chatarra para ellos. Llevan así unas tres semanas.- dije sin quitar la vista de Ben.
Estuvimos en silencio durante un rato, mirando como sacaban objetos de metal del edificio de enfrente y lo tiraban junto a los alienígenas quienes con sus seis patas se movían constantemente haciendo un sonido desagradable.-Laila, nunca me contaste como llegaste a aquí.- preguntó Maggie.
-Ya te lo dije estaba siguiendo a mi mejor amigo, intentaba rescatarlo.-
-Sí, lo sé, pero me refería a antes de esto. A cómo te quedaste sola.-
-Ah, eso.- dije. Ahora que ya habíamos pasado suficiente tiempo juntas sabía que podía confiar en ella, pero aún así no quería contarle todo así que opté por hacerle un breve resumen de mi vida tras la invasión.
- Cuando las primeras naves llegaron yo aún estaba en mi casa con mis padres, nos estábamos preparando para ir a cenar a casa de los padres de Ben.- En ese momento Maggie hizo un movimiento con la cabeza para apuntar a mi mejor amigo quien seguía cargando chatarra para los aliens. Yo asentí y continúe.- Adoraba ir a casa de Ben, su madre trabajaba con la mía en el mismo hospital, y su padre era profesor de historia, me gustaba sentarme a oír sus miles de explicaciones sobre algún hecho histórico.
>>Mi hermana mayor, Karen, ya había ido a la casa de Ben, estaba saliendo con su hermano mayor y pasaban casi todo el tiempo juntos. Eso por una parte me alegró pues sabía que allí iba a estar segura. Cuando oímos los primeros disparos corrimos a escondernos en el desván, y ahí pasamos la noche, sólo armados con un rifle que aferraba mi padre, no estaba segura si alguna vez había disparado uno pero confiaba en que tuviese la suficiente valentía como para hacerlo. A la mañana siguiente mis padres decidieron que lo mejor sería ir a por comida y a buscar a mis abuelos mientras yo me quedaba en casa, pero nunca volvieron. Les esperé durante tres días pero, poco a poco, comprendí que nunca regresarían. Me colé en la casa de los vecinos, quienes durante la invasión se encontraban de vacaciones en Canadá, y busqué algún tipo de arma. Encontré una pistola y unos cuantos cartuchos que no dude en guardar en mi mochila. Y aunque nunca había disparado una pensé que sería buena idea tenerla. Decidí buscar a Karen, pues tenía la esperanza de que allí estaríamos a salvo. Corrí por la calle esperando encontrar aún a mi hermana y a la familia de Ben en su casa, pero justo antes de llegar a su casa vi a Rebecca Manson, su madre, tirada en mitad de la carretera. Ella había caído mientras iba a por provisiones. Me quedé junto a ella bastante tiempo, no te sabría decir cuanto exactamente, sólo podía asegurarte que tenía miedo. Mis esperanzas se desvanecieron cuando la encontré, pero no me rendí, yo estaba viva y quizás alguien también lo estaba; por eso seguí, caminé durante toda la noche hasta que me crucé con un grupo de extraterrestres que conducían a los niños prisioneros a su base. Me escondí tras unos arbustos mientras los vi pasar y ahí es cuando encontré a Ben. Lo tenían ellos. Les seguí hasta que pararon a descansar en un claro. Lo único que podía pensar era en sacar a Ben de allí, pero como puedes ver no lo logré. Esa fue la última noche que hablé con él, estando consciente. Después me limité a seguirles la pista. Hace tres meses llegaron a aquel hospital, y a la segunda noche es cuando te conocí a ti, y lo demás ya lo sabes.Maggie, al principio, se quedó callada pero al cabo de un momento asintió.
-¿Sabes por qué me acerqué a ti?- me preguntó de repente. Negué con la cabeza.- Mi hermana se parecía a ti. Murió antes de la invasión. A veces me alegro porque sé que no tiene que sufrir esto, ni despertarse cada mañana con la sensación de ser el último día.
- Así hablaba Karen.- dije esbozando una pequeña sonrisa.
-¿Se parece a mí?
-Algo.- dije tardando en contestar.- Tú eres algo más alta que ella, pero no mucho. También era rubia, aunque solía llevar el pelo recogido en una larga coleta. Y las dos sois fuertes, pero por lo demás no os parecéis en nada.
****************
Maggie y yo caminábamos de vuelta a la guarida de Pope, aunque llevásemos dos meses viviendo en ese viejo salón de actos nunca le llamaría propio. Cuando llegamos nos encontramos con que los primeros hombres, ya algo más despejados, estaban levantados.-¡Hoy es un gran día!- dijo Pope apartándose su melena sucia mientras caminaba por el escenario dando patadas a todas las latas que podía. Los hombres que aún dormitaban se levantaron algo malhumorados. - Hoy es el día que vamos a dar caza a esos saqueadores aficionados.- concluyó con una sonrisa de superioridad.
Me senté en el borde del escenario.
-¿Cómo que saqueadores? ¿Te refieres a los aliens?- preguntó Maggie quitándose su cazadora de cuero negra.
- Querida Marggaret, está vez no me refiero a los piojos. Llevamos unos días observando a un grupo de humanos acampados a unos ocho kilómetros de aquí, mientras vosotras desaparecíais como de costumbre. Suelen venir en sus motos para buscar comida y gasolina, pero justo ayer encontraron nuestro arsenal de armas, y se me ocurrió pasar a saludar-dijo con sarcasmo.- Mientras nosotros vamos a visitar a nuestros vecinos limpiar un poco esto. Hoy tenemos visita.
Cuando Maggie y yo nos quedamos solas, comencé a quitar las latas que estaban en el suelo.
-¿Qué estás haciendo?- dijo Maggie algo cabreada.
-Limpiar, ¿tú que crees?
-No podemos seguir sus órdenes.
-Y no lo hago. Sólo es que prefiero no vivir en una pocilga, demasiado que tengo que convivir con esos cerdos.
Maggie se río, y me ayudó a recoger. Tardamos poco entre las dos. Cuando acabamos me ofrecí a sacar la basura, más bien a llevarla a otro extremo del edificio donde no nos molestase el mal olor.
Cuando volví oí sonido de la voz de Pope y supe que habían regresado trayendo consigo un grupo de rehenes.
-¡Laila! ¿Dónde diablos está esa muchacha?- rugía Pope desde el escenario.
Suspire y tomé aire para contestar cuando Maggie me cogió de la muñeca.
-Saldré contigo- dijo cogiendo su pistola- No me me ha gustado como a sonado eso.
Asentí algo agradecida pues nunca venía mal a alguien que te cubriese las espaldas. En ese momento oí el grito de dolor de Billy.
-¡Laila, mueve tu precioso trasero y trae el botiquín! Nuestros queridos vecinos dispararon a mi hermano- volvió a gritar Pope.
Corrí a coger el botiquín y a salir al escenario. Entonces vi a los prisioneros sentados en las butacas mientras Pope y sus hombres les apuntaban desde todos los ángulos posibles. Todos chicos. Menos uno de ellos. Una chica con el pelo rubio recogido en una coleta. Me quedé paralizada por un momento. "¡Karen!" pensé.
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-Falling Skies- La resistencia
Science FictionTodo cambio cuando la primera oleada de Aliens invadió la Tierra para Laila y sus amigos. Pero, ¿serán capaces de volver a la normalidad?¿Conseguirán salvar la Tierra de la invasión extraterrestre?