En lo más alto de una colina, apartada de cualquier vista o posibilidad de alcanse, había una pequeña columna, una columna con un gran agujero en el centro.
Solo los animales eran capaces de llegar a la columna y las aves solían chocarse con esta, ya sea por torpes o distraídas. Con el paso de los años la estructura fue agrietandose y resquebrajandose, las plantas la rodeaban y las flores la envolvían.
Pero un día, en una noche especialmente iluminada, el agujero en la columna empezó a irradear luz, una mano azulada seguida de un brazo anaranjado salió del portal repentinamente creado. Le siguió otro brazo y luego una cabeza con el torso, el ser parecía un mono anaranjado, con una mancha en forma de corazón rodeando sus ojos, estos mismos siendo completamente blancos.
Se veía desesperado, moviéndose de un lado a otro en un intento de terminar de salir, caundo sintió una enorme mano rodear su tobillo pataleo con desespero, exijiendo entre gritos y órdenes que lo soltará, hasta que por fin logró patear el rostro de su atacante callo del portal y se levantó, notando entonses como la enorme manos en forma de garra emerguia del portal, pero se apresuro a arañar lo más fuerte la palam ajena y la extremidad volvió a su mundo con un gruñido de dolor.
-¡MAIREFUL!-Grito elevando sus manos, estás brillando y el portal de cerro. Suspiró con alivio y se permitió caer de sentón a la hierba, quejándose al notar que su larga cola amarronada estaba sangrando al igual que su tobillo, las garras se le habían clavado en la extremidad.
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Afortunadamente, su capacidad de curación era mejor que muchas, así que probablemente en unos días no habría ni siquiera sicatriz.
Su estómago rugió de hambre y el se lo agarro con ambas manos, volviéndose a quejar. Quería volver a su casa pero ya había cambiado de dimencion, ahora tendría que esperar un tiempo antes de que la columna fuera lo suficientemente estable como para soportar otra vez el portal.
Maldijo entre dientes al demonio que quizo comérselo, se maldijo a si mismo por lo cobarde que fue a pesar de tener una fuerza mucho mayor a la ajena, sus poderes hubieran sido suficientes para hacer picadillo a ese desgraciado.
Se levantó y decidió bajar de la colina, corriendo a grandes sancadas y saltando para acortar la distancia, en poco tiempo, en el cual a un humano le hubiera tardado horas, ya estaba abajo. Tenía que encontrar algo que comer, y una forma de ocultar su apariencia, pues no tenía idea de cómo actuarían los avitantes de esa dimencion al verlo.
Desidio saltar para divisar algo, elevándose algo más de treinta metros y agudizando su vicion, a lo lejos, algo de novecientos o mil km, podía ver una enorme ciudad brillante y colorida, si hiba quisas podría robar algo de comida y conseguir un trabajo temporal por si la columna tardaba en recuperarse.
