XII.

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Narra omnisciente.

La despertar ambos hombre no se encontraban a su lado, así qué optó por ponerse una camisa de Caesar y debajo de la su ropa interior, al bajar a la planta baja en ella se encontraban dichos hombres tratando de preparar él desayuno.

Al girarse se encontraron con ella, lee sonrió y se acercó a depositarle un beso en la mejilla deseándolo buenos días, Caesar siguió cocinando pero le deseo buenos días aquella mujer, al sentarse a comer Caesar pregunto algo qué dejó impresionado a ambos.

—¿Me harían el honor de qué tengamos una relación poli amorosa?—Pregunto sonriente mirando a la joven pareja.

Ella están impresionada por tales palabras y lee estaba igual, pero siempre vería por la felicidad de su mujer así qué si ella era más feliz con ambos no se negaría.

—Y-yo, ¿Lee estarías dispuesto a ser nosotros tres?.

—Si tú estás contenta con eso yo igual.

—Supongo qué es un si—Sonrió alegre hacia ellos.—Qué alivio, prometo amarlos aún cuándo no sepa cómo hacerlo.

—Oye no digas ridiculeces.—Hablo Lee sin vergüenza alguna.

Caesar sonrió y se levantó de la mesa, tenía asuntos qué arreglar.

—Me voy, regresaré un poco tarde.—Se acercó a ella y depositó un beso en su cabeza al intentar hacerlo lee lo golpeo.

—No tomes mucha confianza.

Se alejó de ambos.

—Bonita tengo asuntos qué arreglar, ¿Pueden quedarte tú sola o me acompañarás?.

—No mi Cuore, hoy tengo qué ir al hospital, quiero saber cómo están mis pacientes, ve con cuidado, te amo.

Se despidió de un beso.

Al llegar al hospital se da cuenta qué está cómo el día qué se fue, más pacientes no llegaron y en su área solo llegaban unos cuantos, al llegar a su consultorio comenzó a ordenar algunos papeles, sin embargo los sonidos de la puerta siendo tocada la hicieron suspirar antes de hacer pasar aquella persona, la cuál era un repartidor el cuál llevaba sus flores favoritas, eran lilas, aquellas lilas qué Lee le dio en su primera cita y les dio un significado eran para la dulzura en una relación sin embargo venían acompañadas con rosas, para el amor eterno era algo qué amaba bastante sonrió enternecida y las tomo antes de buscar un pequeño bote y colocarlas en su escritorio, pero los sonidos de la puerta siendo tocada otra vez la hicieron girarse para hacer pasar a aquella persona, era aquella enfermera Alessandra.

—Doc. Lamento la molestia sin embargo hay un nuevo paciente qué viene por problemas cardíacos.

No lo dudo ni un minuto antes de hacerlo pasar, en cuanto aquel hombre entró aquella enfermera se fue.

Un hombre un poco más de sesenta años entro a su consultorio y ella sonrió con amabilidad.

—Buenos días, un gusto.—Extendió su mano hacia él para estrecharla.—Mi nombre es ___ Mascherano, un gusto.

Al terminar el chequeo de aquel paciente y de otros más, tenía qué irse a casa puesto qué sus horas laborales llegaron a su fin.

Al entrar a la camioneta qué la estaba esperando tenia una rara sensación, sin embargo la ignoro y se dispuso a ir a casa sin embargo antes de llegar a la gran mansión una explosión detona y entonces todo se vuelve negro dándose cuenta qué aquella explosión se detonó en la segunda camioneta de atrás.

Sin embargo antes de caer dormida se dio cuenta que Lee y Caesar están ahí, buscándola pero solo sentía cómo sus fuerzas se desvanecían y caía dormida.

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