Capitulo 1
Ahí estaba él, Kashí, a unos cuantos metros de su hogar observaba con melancolía un árbol frente de sí; se acercó al ser vivo, poniéndose su par; no como alguien superior, no como un leñador que decidiría el destino de aquel o como un niño que podía arrancar una hoja o una rama pequeña que no interferiría con la vida de la copa, no.Se colocó a su par, casi siendo iguales, ambos seres vivos, ambos podían sentir, ambos poseían Sen en su interior. Durante un momento cerró los ojos sintiendo la energía del árbol: Como si dentro de él existiera un universo entero. Se puso de pie y tomó un hacha en sus manos, un hacha bastante grande, su mango de madera de roble era grueso y estaba tallado en él de forma bastante rústica un par de runas que decían «E' rdhra Ba altimore» y «M' rdhreGhinz e» —Padre Baltimore y Madre Ghinze—. Otra vez realizaba ese sencillo ejercicio para relajarse y evitar pensar cosas que no debía.
Tras un par de golpes, el árbol cayó al suelo. Kashí se acercó para tomarlo y al sentir sus trazos naturales en la madera cerró los ojos, bajó hasta donde había hecho el corte y proyectó a sí mismo sus cicatrices, sus heridas, sus propios daños. Durante unos segundos tocó casualmente la corteza ejerciendo una pequeña presión, cerró los ojos, respiró hondo y a su mente llegaron esos recuerdos congelados.
—Encontré esto —dijo Salazar tratando de captar la atención del Kangi.
—Ve a casa, yo te sigo —contestó Kashí a través de su espesa barba de ébano y plata tras levantar el tronco y colocarlo en su hombro. Su cabello negro como la noche se enredaba un poco con la corteza de la madera y más al medio se peina en una larga trenza decorada del blanco de sus canas.
Ambos siguieron por el sendero que dirigía al distrito Newin, caminaron unos minutos en silencio. Salazar no entendía por qué Kashí guardaba tan profundo silencio. Querub le había dicho que él sería su maestro ahora. Salazar decidió referirse a él como tal.
—Maestro —rompió el silencio el niño—, ¿No le pesa ese árbol?
—No
Kashí fue exageradamente seco y cortante para Salazar. Frunció el ceño y los labios. Sus manos se comprimieron en puños inconscientemente.
—Está bien, maestro
Tras unos minutos de viaje llegaron hasta la casa de Kashí. En el salón estaba recubierto el cuerpo de Querub entre telas y mantas, rodeado de velas que el pequeño Adán comenzó a encender una tras otra; recitando versos en un idioma no propio ni de su naturaleza, sino en una lengua antigua, extinta al día de la fecha.
—Réquiem ætérnam dona eis Dómine, et lux perpétualúceateis. Requiéscant in pace. Amen— Susurraba el humano dando la oración que se le enseñó.
Kashí se acercó hasta el cuerpo pidiendo a Salazar que espere afuera, una vez listo lo levantó dirigiéndose hacia una hoguera hecha para poder cremar el cuerpo de su compañero caído. Lo colocó en las brasas y susurró:—Ya eres libre, compañero, nos reencontraremos en el Elysium, lo prometo.
Pasó un pequeño lapso de tiempo en el que Salazar recitó las debidas oraciones y el veterano se dispuso a despedir a su amigo con los máximos honores de su raza y tras un par de horas, habló.
—Chico, debemos emprender un viaje, enséñame lo que te enseñaron —pidió para tener una idea de lo que tenía hasta ahora el pequeño humano a su lado.
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Sombra del Mesías: Acto 1
General FictionInicio de la saga "El Último Caballero" El Acto 1 Narra el inicio de la historia con Kashí, un Kangi que debe realizar un viaje junto a su hijo Salazar para cumplir la última voluntad del otro padre del muchacho y descubrirse ellos mismos, su ident...