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_ ¡Fué buenísimo! - Se burló N.

_ Sólo quería que se levante a la hora que necesita, yo tampco sabía que era fin de semana. -  Defendió P.

_ ¿Vieron su cara? ¡ja, fué espectacular! Encima lo grabaron ¡quiero esos padres! - Continuó L, sin importarle lo dicho anteriormente.

_ Son nuestros padres también. Bueno, chicos, vamos. Él no sabía, y hasta P tampoco. Hay que entender que encima le agarró todo junto: El colectivo, la lluvia, el horario, el día, sus padres. Me da pena el pobre chico. Na mentira, ¡pff Estuvo zarpado! Un poco más y se largaba a llorar.- G

Ignorando al Club ECM, entré a mi cuarto y lo cerré de un portazo. No quería a nadie cerca. No quería escuchar a nadie. Con ellos no tengo opción. 

_ Eu, como ese meme de la película de "Up". "No te quiero ver a ti, no te quiero ver a ti... contigo no tengo opción" .-  Citó G .

Traté de ignorarlos toda mi vida y de distintas formas.

A los 5 años, la inocencia me llevó a pensar que al ponerme tapones en los oídos, nadie podría escuchar mis pensamientos. No comprendía la distinción entre lo interno y lo externo. Ahora, al mirar atrás, reconozco lo estúpido que en ese momento era una brillamte idea.

A los 8 años, intenté bloquear los sonidos con música a todo volumen en los parlantes, pero al fracasar, lo intenté de nuevo con auriculares. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi estrategia falló nuevamente. Mi cerebro tiene la habilidad de ignorar los sonidos cuando escucho dos cosas a la vez, pero inexplicablemente, siempre encuentra una manera de prestar atención a esas personas.

14 años tenía cuando trataba de entrelazar pensamientos y hablar todo el dia en voz alta para que sus voces se mezclaran con las mías y pudiera no escuchar nada. Pero luego me di cuenta de que hay lugares como la escuela, una boda, o hasta una funeraria y momentos como el cine, una seremonia o el himno nacional donde es escencial estar callado.
Con esa edad, y con 3 ideas destruidas, me propuse convivir con ellos a como de lugar.

_ Acabado a los catorce.... como la película "Héroes". - G

En los momentos más oscuros, cuando las voces internas se vuelven ensordecedoras y la realidad se desvanece ante mis ojos, me sumerjo en un torbellino de emociones encontradas. La soledad se convierte en mi única compañera, mientras lucho por aferrarme a cualquier atisbo de cordura que quede en mi mente fragmentada. Cada día es una batalla contra la oscuridad que amenaza con consumirme por completo, una lucha agotadora que deja cicatrices invisibles en mi ser.

A medida que los recuerdos se entrelazan con las alucinaciones y las voces se entrecruzan en un caos ensordecedor, me siento atrapado en un laberinto sin salida. Cada paso que doy parece llevarme más lejos del mundo exterior, sumergiéndome más profundamente en la maraña de mi propia psique fracturada. En este estado de confusión y desesperación, me pregunto si alguna vez podré encontrar la paz interior que tanto anhelo o si estoy condenado a vagar por los pasillos del desequilibrio mental para siempre.

_ Eu, tranquilo, no llores. - dijo claramente viedo como no podía dejar de caerme lágrimas- Yo voy a estar siempre con vos, lo sabés. La mayor parte del tiempo hablamos, te digo boludeces que se me ocurren, nos reímos juntos. Lo hago para hacerte sentir bien, lo sabés. Hasta ahora soy el único que no agarró tu cuerpo, ¿no? No estoy interesado en tomarlo, solo en ser tu amigo. -  G.

Es reconfortante escuchar esas palabras de aliento, aunque mis lágrimas no parecen querer detenerse. La presencia de G es un faro de luz en medio de mi oscuridad interior, una voz que me recuerda que no estoy solo en esta lucha contra mis propios demonios. Su amistad es un bálsamo para mi alma atormentada, un ancla que me mantiene cuerdo en un mar de confusión y desesperación.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora