𝟭𝟰

2.7K 207 114
                                    

Narrador omnisciente.

—¿Tú crees qué estará bien? —Tom giró su cabeza y le cuestionó a su hermano, mientras relamía sus labios, nervioso.

Bill miró a los ojos a su gemelo con una mueca de tristeza que intentaba pasar por desapercibida, sin saber que responderle. No sabía si Jack era algo pasajero como solían ser todas, que en ese caso, no le importaría demasiado si la chica se recompone o no. O si de verdad la quería, si es así, pues lo mínimo que Tom haría si la castaña se encontraban mal, sería destruir el hospital para luego prenderlo fuego con todas las personas dentro.

—Seguro —afirmó el pelinegro, sonriendo levemente—. No tengo duda alguna… —cortó el intercambio de miradas y dirigió su vista hacia adelante, mientras tragaba saliva.

—¡NO PUEDE SER, SÍ! —el grito emocionado de Jennifer sobresaltó a los muchachos, haciendo que estos miren en su dirección.

—¿Puedes no gritar? —pidió Tom con molestia, fulminándola con la mirada—. No estoy de buen humor y tu voz llega a ser irritante.

—Perdón, perdón —se disculpó con una sonrisa traviesa, despegando la vista de su teléfono y mirando hacia los Kaulitz—. Es que hemos salido en la televisión, ¡estamos por todas partes!

—¿Qué? —inquirió Bill en un grito ahogado, tirando su torso hacia adelante—. Préstame —ordenó, estirando su mano para que la rubia le entregue el teléfono. Esta se levantó de su asiento y con emoción dejó el aparato sobre la palma del pelinegro.

Bill reprodujo toda la multimedia en la que ellos se encontraban y Tom se metió a ver, como bien chusma que es. El ánimo del pelinegro decayó aún más al pensar en todo lo que le esperaba con esto rondando por todos lados. El pelinegro bufó con cansancio y le lanzó el teléfono a Jennifer, quien lo recibió con torpeza. Bill refregó su rostro con brusquedad y masajeó su sien.

—No es para tanto, ¿no? —dijo Tom, colocando una mano sobre el hombro de su gemelo, en intento de hacerlo sentir mejor. Pero como bien sabemos, Tom no es el mejor en eso. No se le da casi nada aunque lo intentara—. Yo siempre actúo así y mírame, no me sucede nunca nada —esbozó una sonrisa pícara.

—No te pasa nada porque yo me encargo de limpiar tu imagen, Tom —declaró Bill en un tono serio, sacando su rostro de entre medio de sus manos para voltear y mirarlo con enojo—. No es fácil, ¿bien? Tú nunca te ocupas de nada, soy yo. Yo me encargo de todo, de hablar por y para todos, y siempre el odio va hacia mi por la más mínima cosa —confesó con cansancio, negando repetidas veces con la cabeza—. Me encargo de mantener nuestras imágenes limpias, porque si está manchada hay cada vez menos fans, no hay contratos, si no hay contratos no hay más mánager, y sin eso no hay absolutamente nada, Tom —explicó—. ¿Entiendes? ¿O estás tan metido en tu nube de sexo como para entender algo tan simple? —cuestionó con brusquedad, frunciendo el entrecejo—. Los problemas reales no se resuelven con una cara bonita como la tuya, Tom.

El de trenzas miró con molestia a su gemelo, más de la que ya tenía. Se sentía ofendido, él interpretaba que su propio hermano lo estaba tratando de un inútil que no era capaz de entender los problemas de la vida real. Él no era tonto como para no darse cuenta de lo que hacía su hermano por la banda, si estaba o no metido en su nubecita de sexo era problema suyo, eso no tenía nada que ver. Al menos así pensaba Tom, quien estaba indignado y furioso.

—Haz lo que quieras —fue lo único que respondió Tom mirando hacia otro lado, con la furia saliéndose por incluso el más mínimo agujero en su cuerpo.

—Idiota —murmuró Bill, bufando y observando en la dirección contraria.

Jennifer, quien había observado todo en silencio pero con la oreja bien parada, prefirió seguir en el mismo estado silencioso. Viendo lo bien que salía en las fotos que le habían tomado.

𝐋𝐈𝐀𝐑,  tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora