Capítulo 27

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— Eva... —dice mi madre, medio adormilada. Luego intenta levantarse—

— Nono, quédate quieta —le digo— Llamaré a una enfermera 

— Eva, mi niña...

— Lo siento tanto má, no quería discutir contigo. Sabes que te amo y que no quise decir nada de lo que dije —ella me miró y posó su mano en mi mejilla—

— Lo sé cariño, lo sé. Papá y yo los amamos mucho —me dice, sonando a una despedida—

— No, no se despidan. No puedo perderlos —las lágrimas empiezan a salir de mis ojos— 

— Hija... te amamos, siempre, siempre nos tendrás aquí —mamá posa su mano en mi pecho—

— No te vayas má, no te vayas. ¡Ayuda! —empiezo a gritar con desesperación al ver que mamá empieza a cerrar los ojos— No nos dejes, no me dejes

La enfermera entra y ve a mi madre entrecerrando los ojos 

— Lo siento señorita García, no hay nada que se pueda hacer —ella me dijo—

— Esto es mi culpa, todo es mi culpa —posé mis manos en mis ojos, cubriéndolos— Si sólo no hubiera peleado con ella, si no hubiera viajado sin avisar nada de esto habría pasado.

— Señorita García, tiene un minuto para despedirse —la enfermera me dice— Lamento que no sea más pero es lo que le queda de vida, la dejo —la enfermera se fue y yo me acerqué más a mamá—

— Má —empiezo a decirle— Lamento que esto termine así. Has sido la mejor madre que una hija podría pedir, lamento nuestras discusiones, peleas y rabietas que te he hecho pasar pero como dicen "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde" te amo con todo mi corazón, nunca lo olvides. Recuerdo las tardes en que salíamos al parque y estaba nevando, porque siempre nevaba en Alaska —yo río, aun con lágrimas en los ojos— Y que tú me decías "Abrigate que hace frío", yo no te prestaba atención y contraía una gripe por ello. Pero a pesar de ello, siempre estabas allí; cuidándome y protegiéndome de cualquier mal. Lamento no haber podido hacer lo mismo

— Oh cariño, no llores —me dijo— La vida es efímera, y lo importante es disfrutar los momentos

— No merecías esto —le digo, cada vez llorando más fuerte— No merecían este final

— Todo tiene un final, cariño —ella me miró— No te olvides de nosotros Eva...

Dicho esto, sus ojos se cerraron y la máquina que tomaba los latidos del corazón dejaron de funcionar, tanto para ella como para papá

— No, no, no —lloré desesperadamente, Rubén y Martín entraron a la habitación. Abrazé a Rubén y le dije— Se han ido Rubén, y no he podido hacer nada para detenerlo 

— Eva, no es tu culpa —me dijo Rubén, también con lágrimas en los ojos—

— No merecían esto —le dije, aún abrazada a él—

— Lo sé Eva, lo sé —nos levantamos, les dimos un último beso y nos marchamos con el corazón destrozado—

(...)

11 de Junio de 1958

 — Les alegrará saber que hemos estado rehaciendo nuestra vida, Rubén está saliendo con Sofía y son muy felices. JJ y yo ya vamos a cumplir un año y Martín... —medito un poco— Martín sigue siendo Martín —río por lo bajo— Mentiría si no digo que los extraño, sé que la culpa no es mía pero aún me invade ese sentimiento de culpa, de no haber podido salvarlos, de no haber podido volver antes —una lágrima cae por mi mejilla— Prometo descubrir al responsable de esto y acabar con esto de una vez, nadie merece sufrir por culpa de los viajes en el tiempo. Los amo, extraño y quiero. Desearía sentirlos cada mañana, que me digan que cuide a Rubén aunque él sea el mayor —río— Que vuelvan cada tarde y me cuenten como les fue en el trabajo. Bueno, los dejo —miré a la tumba donde se encontraban mis padres— Siempre los tendré en mi corazón y estoy bastante segura que nos cuidan desde el cielo, los amo... —dejé unas flores y me fui al auto, donde JJ me estaba esperando—

— ¿Todo bien? —me preguntó una vez subí al auto, tomándome la mano suavemente—

— Sí, todo bien —le di una fingida sonrisa y partimos de vuelta a casa—

Me Va A Extrañar (au) (Club 57) (Jeva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora