Extra

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Dos años desde la terrible noticia que logró hundir a Lisa en un ambiente melancólico y doloroso. Dos años en los cuales pudo, gracias al acompañamiento de su esposa, salir adelante y volver a sonreír.

Ahora se encontraban en el comedor, disfrutando de la navidad con la nieve cayendo afuera mientras cubría el techo y las plantas que rodeaban la casa.

Decidieron ese año abrir los regalos el 25 de diciembre por la mañana, siguiendo una tradición más americana.

Los villancicos sonaban de fondo mientras Jennie miraba a su hermosa mujer sentada a los pies del árbol, abriendo los obsequios con mucha emoción.

—¡El vestido de mis sueños, amor! ¡No lo puedo creer! —saltó sobre la mayor, atrapándola en un abrazo tan sincero y tierno que Jen se sintió en las nubes.

Rió, mostrando sus adorables encías, separándose solo un poco para plantar un beso en la frente despejada de Lisa, quien había dejado el flequillo atrás y no se podía ver más hermosa.

Ese año, aunque a veces recordara a su bebé que jamás pudo sostener en sus brazos con nostalgia y de vez en cuando con una lágrima cayendo de sus ojos, Lisa se sentía más cómoda, más superada. Amaba a Mink y seguiría viviendo por él, seguiría sonriendo porque sabía que así debía ser.

Y aunque la tailandesa jamás volvió a tocar el tema de la inseminación artificial, si deseaba volver a intentarlo o algo, Jennie esa navidad le tenía un regalo mucho más grande que aquel vestido amarillo con aires veraniegos que Lisa por tanto tiempo quiso.

—Te tengo un regalo más, mi amor.

Lisa se emocionó, observándola con cariño. Ella amaba los regalos, amaba que Jennie fuera detallista y estuviera llena de sorpresas.

—Toma —sacó de su bolsillo trasero un sobre de papel—. Espero realmente que te guste, Lili.

La mencionada lo abrió curiosa. Pensó en unos boletos de avión porque últimamente la castaña le andaba comentando lo mucho que le gustaría conocer Paris junto a ella.

Mordió sus labios ansiosa al imaginarse besándose con el amor de su vida frente a la Torre Eiffel.

Estiró la hoja blanca con letras negras y comenzó a leer.

REGISTRO CIVIL
Acta de adopción

Lisa tuvo que detenerse.

Alzó la mirada con sus cejas levantadas. Un sollozo fuerte escapó de sus belfos y pronto ya estaba llorando como si el mundo se acabara.

Jennie pudo ver en sus ojos un nuevo brillo, algo que desapareció desde la muerte de su hijo. Una luz de esperanza, un sentimiento de alegría verdadera.

Por fin, su pequeña volvió a observarla así. Oh, cuánto extrañaba esos ojos grandes y redondos que la enamoraron locamente años atrás.

Fue hasta ella, pegándola a su cuerpo, le acarició el cabello e inevitablemente lloró junto a Lisa.

—Jennie... y-yo...

—Tranquila, bebé, lo sé, lo sé —le besó la nariz, acariciando sus manos delgadas—. Seremos unas increíbles madres, mi amor. Mink estaría orgullosa de nosotras.

La menor se derrumbó, oyendo aquel nombre. Recordó a su bebé y se prometió hacer su mejor esfuerzo como madre, por él y por el nuevo bebé que adoptarían.

snowman | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora