1. Único

195 21 3
                                    


||

Asmodeus terminó de limpiar el piso, Iruma dormía tranquilamente tapado en sus sábanas sabiendo que todo estaría tranquilo cuando amaneciera. Opera no estaba cerca, podía sentirlo, por lo que se encargó de limpiar el desastre por sí mismo aún si no fuera su trabajo, el menor de ese lugar seguro sabía lo que era vivir como hijo de un Don. Alice suspiró porque eso último tenía lógica, pasando los guantes negro por sus manos para quitarlos y tirarlos al bote más cercano, su corazón volvía a la vida cuando el trabajo estaba hecho y podía volver a velar las noches de Iruma.

Batiendo sus pestañas rizadas y gruesas, se preparan para ingresar al cuarto que no debía con tal de verle un rato, desde esa nariz respingada hasta las mejillas inflamadas, tocando levemente el cabello azul que se tiraba por la almohada blanca. Alice no quiso apartar la mirada ni por un segundo si eso limpiaba a su ser entero. El muchacho se removió levemente cosa que hizo al más alto sonreír, Iruma nunca se levantaba por ese sueño pesado que poseía pero ahora mismo abría sus grandes ojos azules para mirarle.

— Buenos días —saludó, tomando la mano de Iruma que descansaba en su abdomen para besarla en el dorso de esta. — Es demasiado temprano para despertar.

Iruma jadeó, sonrojándose por el acto que cometió el otro sin ningún tipo de timidez o nervio, aunque se sentía como un niño cuando Asmodeus realizada esa clase de gestos con él no podía evitar imaginar que eso era romántico. — Alice...

— Vuelva a la cama, no son horas de despertar para un niño.

— Tú igual eres un niño.

Alice le dedicó una sonrisa galante. Pasando sus brazos a cada lado de Iruma, sin acostarse demasiado encima suyo. — Hay una gran diferencia de edades para decir eso.

Iruma abrió la boca pero Alice se la cerró aprovechando para besarle sin miedos, ahora mismo no había nada que temer aun si alguien más deseaba entrar o si Opera volvía de sus asuntos. El menor suspiró cerrando sus ojos y pasando los brazos por la nuca del otro que no tardó mucho en posicionarse encima entre las piernas ajenas, besando con fiereza en un vaivén de respirar y volver a unir sus labios, Iruma jadeaba porque Azz siempre había sido tan intensas incluso con besos tan tranquilos como ese. Asmodeus era contrario a lo que el menor pensaba, sabiendo que los besos que disfrazó como "tímidos" eran muestras de lo mucho que adoraba poseerlo.

Iruma le alejó entre una pausa para tomarle de las mejillas, se sonrojó de tener qué parar las acciones que cometían pero quería verle a los ojos para estar seguro de que aquello no era un sueño. Alice abrazó esas pequeñas manos contra su mejilla con las propias, acunando de cierta manera el cómo le abrigaban como si deseara no perderlas nunca.

— Debo volver a dormir —dijo, mas su cuerpo no dictaba lo mismo al volver a apresar a Asmodeus contra su cuerpo en un abrazo. El de cabellos rosados asintió permitiéndole estar hasta que escuchó los suaves ronquidos contra su oído, le separó con cuidado antes de volver a tapar a Iruma y salir cerrando con cuidado tras de él.

La noche era joven cuando vio a Opera llegar a él con ese semblante de lo que había más abajo de ellos, un secreto que Iruma jamás debería enterarse o perdería esa sonrisa que le hace único en este mundo decadente: los restos de sangre en sus zapatos fueron el único detalle que Iruma pasó por alto.

Ternura de niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora