ATAQUE DE PÁNICO

ATAQUES DE PÁNICO

Angeles y demonios

En un oscuro y tormentoso día, Snow, un chico atormentado, camina por las sombrías calles.
Su mente está plagada de ataques de pánico, y traumas oscuros, que lo persiguen sin descanso.
En lo más profundo de su ser, siente que su existencia está al borde del abismo
y en más de una ocasión el chico ha deseado no haber nacido.

Mientras él lucha contra sus propios demonios internos,
En el mundo espiritual se libra una batalla épica, entre las tinieblas del mal y los ministros del cielo por el destino de su alma...

A simple vista, cualquiera que lo vea pasar, aquella tarde silenciosa, pensaría que es solo un chico más, sin nada fuera de lo común.

Pero en realidad,
su interior es un calvario de tormento y desesperación.

En este fatídico día, él ha olvidado tomar sus medicamentos, lo que ha desatado el caos de su mente.
Una mente rebelde como un perro rabioso que se vuelve contra si mismo y no puede controlar.
Como una máquina de tortura, pensamientos morbosos y mórbidos, asquerosos y repugnantes, comienzan a atormentarlo sin piedad.

Siendo él inocente ante el castigo, nunca entendió el motivo de su sufrimiento.
Ideas irreales se entrelazan con su realidad, clavándose en su espalda como flechas venenosas.

La ansiedad de Snow alcanza niveles insoportables, turbando su alma en un tormento que parece no tener fin. Siente que le falta el aliento, se aferra a un poste para mantenerse en pie. Pero en el mundo ultradimensional, una batalla infernal se desata.....

Un sonido escalofriante se escucha a sus espaldas unos susurros Bizarros, como un siseo.
En este segundo plano el cielo está oscuro y rojiso.
Una criatura de espantosa apariencia emerge de las sombras.
Una suerte de araña demoníaca con un cuerpo cubierto de piel humana pálida y retorcida. Y un rostro cual máscara incrustado, era su cabeza.
Sus largos y estirados brazos, que superan los tres metros de altura, se contorsionan de manera grotesca mientras se mueve con una agilidad sobrenatural.
Sus ojos rojos están sombre snow mirándolo con un odio inmenso.

De su boca amplia y dentada sale una lengua venenosa, larga como un látigo.

A su lado, un arquero negro vuela en el aire
Su piel oscura como la noche, y en vez de pies una cola de Aspid.
Su rostro monstruoso, y sus ojos rojos como la sangre reflejan su sed de destrucción. También espinas emergen de su espalda, añadiendo un aspecto aún más aterrador a su figura.
Sostiene un arco y flechas oscuras que se confunden con su piel escamosa de obsidiana.

Estás cosas rodean a su víctima con una velocidad sobrenatural, lanzando flechas llenas de veneno que encuentran su objetivo con precisión.
Velocidad que ojo humano no logra alcanzar....

Cada flecha se clava en su cuerpo, liberando un veneno que corrompe su sangre y causa un dolor insoportable.
La escena se convierte en un remolino de algo borroso que no se puede entender. Rápidos y veloces como el pensamiento.

Pero en aquella escena desoladora, aparece una presencia que comienza a limpiar el aire pesado y lastimoso...

Un ser celestial deslumbrante se materializa en el umbral del pórtico de el muchacho,
Con un atuendo blanco e impecable, su rostro blanco y sereno su cabello Rubio plateado y sus ojos de un color claro indecifrable,  irradian luz y en su mano empuña una espada resplandeciente.

Un viento helado inquietan a los demonios nerviosismo que lo ven.
Para abrir su boca y decir.
-Miralo a éste, quien pensaría que tendría a un ángel consigo -y sigue -Nada lo salvará de mí mano -era la araña con su voz horrrenda-...

Entre estelas de fuego azul desaparece y parpadea en el aire para afrontar a los espíritus oscuros.

Se mueve con una velocidad asombrosa, y su espada prescisa comienza a castigar a  sus rivales .

La batalla es una danza caótica y aterradora.
La araña demoníaca escupe ácido corrosivo y teje redes venenosas con una velocidad sorprendente.  Mientras repite maldiciones.

El arquero negro dice, revelando su temor:
-¡¿Que hace un ángel aqui?! ¡Este humano estaba encarcelado!, me había asegurado de eso!!-  abriendo sus ojos rojos sangre con el seño fruncido.
Dispara flechas con precisión
letal, mientras el ángel se enfrenta a ellos, con una valentía indomable.

Cada golpe de su espada emana una energía divina, cortando el aire y enfrentándose a la araña gigante, hecha de piel humana y manos humanas en sus extremidades.
Hay esperanza para Snow, él nunca los podrá ver. Pero cuando se haya aliviado lo agradecera...

El horror se intensifica a medida que la araña demoníaca escupe veneno y la sangre se derrama en el campo de batalla.
El ángel, con su destreza superior, esquiva los ataques y contraataca con golpes precisos, certeros y estruendosos.

La escena se vuelve aún más espeluznante cuando el arquero negro lanza, cual cantidad de flechas envenenadas que se desvanecen en la oscuridad, dificultando su detección.
Gruñidos y gritos de horror retumban en el lugar .
Parecen no tener ninguna oportunidad contra este ser divino.

La batalla se desarrolla en medio de un remolino de caos y desesperación.
La entidad celeste, con su determinación y habilidades divinas, lucha incansablemente para proteger a Snow.
La araña demoníaca se retuerce y se desgarra, trosos de su cuerpo giran en el aire sin remedio o salvación.
Mientras el arquero negro, rota su artillería, y gimiendo de dolor se desvanece en la oscuridad...

Finalmente, el ángel prevalece, derrotando a los demonios y dejando un silencio ominoso en el aire...

Todo a terminado.
Snow comienza a estabilizarse y esa sensación de muerte que lo consumía comenzaba a desaparecer.
Con alivio descubre que todo está bien, y que la ansiedad está desapareciendo.
Su mente se estabiliza otra vez.

Ingresa a casa muy agotado .
Y se deja caer en la cama rendido.

El ángel lo a seguido hasta la puerta.
Mientras ve, como su protegido que se duerme, susurrando algo que no puede entender .

El guerrero se inclina y pone una mano en su hombro para curar las heridas de su cuerpo espiritual y las heridas desaparecen.
Y aunque no se lo puede distinguir por su repentina transparencia etérea y vibrante, dice en voz leve y con serenidad:

-Tranquilo hijo del Señor de mí Señor, todo está bien-

Fin