Primera parte: Christmas Lights

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Dedicado a Vale15m

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Dos minutos y seré libre.

—¿Quiere comprar una lotería? Es para una cena navideña y un televisor —murmuro a la mujer que estoy atendiendo.

Ella duda, es de los pocos que ha dudado hoy.

"No lo compre, señora, es una estafa"

—No, gracias —responde.

Dejo las bolsas de tela llenas de productos en su carrito y se retira. En un parpadeo, Natasha aparece a mi lado. Su sonrisa la delata.

—Te he preparado una cita.

—No.

—Steve, está vez va salir bien.

Niego con la cabeza, pero me ignora y cierra la atención. Al fin es hora de cerrar la caja del turno.

—Conozco a Peggy desde hace años, fuimos juntas a las olimpiadas de karate. Y diré que es la mejor chica que te puedo presentar en la vida.

—No, Nat, tengo dignidad —aunque no lo parezca.

He aceptado las citas a ciegas organizadas por Natasha desde hace casi un año. Cinco en total, más de las que he tenido en toda mi vida, aunque todas terminaron fatal. Quizá una se salva, ella me dijo apenas la saludé: "no me gustan los hombres tan delgados", fue lo más sincero, aparte de las miradas decepcionadas, que he recibido de una chica.

—Vamos, está vez no estarás solo. Estaré yo presente.

Eso es nuevo.

—Hablo en serio, Peggy me presentará un amigo suyo que se mudó desde hace un par de meses. Lo importante es que me ha dicho que está guapo y creo que es hora de salir con alguien.

Eso también es nuevo. Natasha jamás me cuenta de sus citas o si sale con alguien, quizá porque no le pregunto o quizá porque le doy pena y no quiere mostrar que puede hacerlo mejor.

—Puedes invitar a alguien más —le digo y termino de cerrar la caja, le doy el turno. Ella lo recibe de mala gana

Me alejo e ignoro su: "no vendiste ninguna lotería". El supermercado es grande, pero salgo de ahí como un borrón.

El bus está casi vacío cuando lo abordo, me siento atrás y reviso mi correo por si algún cliente ha escrito, pero solo hay una notificación de Natasha. ¿Qué tan insistente puede ser? Aparto la vista hacia la ventana. La mayoría de los transeúntes usan abrigos y gorras de lana, las tiendas están decoradas con luces de colores, renos e incluso muñecos de San Nicolás. Falta menos de un mes para ese condenado día y apenas me estoy recuperando del viernes negro.

Terror de fin de año.

Cuando llego a casa, tras comprar algunas cosas en el mercado, me quedo petrificado. Ocupando gran parte de la entrada, hay un nacimiento. No como el de cerámica de la casa, es uno hecho de metal y luces. Como el que tiene algunas tiendas. Me he preguntado, desde que lo pusieron, si el jefe de marketing solo copió de internet o solo es alguien que se golpeó la cabeza.

Cómo sea, se irán para enero.

—Hijo, llegas temprano —dice madre cuando entro a la cocina.

—Sí, pero volveré hacer horas extras la próxima semana —respondo y dejo la bolsa de compras en la mesa—. ¿Cómo estás?

—Bien. ¿Trajiste las beterragas?

Asiento.

—Bien, voy a preparar una ensalada para que lleves mañana, estás muy pálido.

Dandelion of lightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora