Segunda parte: Atlantis

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He escuchado sobre el amor a primera vista y las conexiones significativas que se pueden lograr en poco tiempo, sin embargo, siempre me han parecido puras patrañas. Aún lo creo. Es decir: ¿cómo se puede creer estar enamorado de alguien que apenas conoces? Es imposible, es más bien aquello que los adultos les decían a los adolescentes en mi época: "puras ilusiones". Estupendo, ahora me tocó ser el adulto y adolescente a la vez. Además, ¿qué se yo? Solo supuse sentirme así por Bucky en un momento de debilidad porque no sé cómo es enamorarse. Digo, me gustó la chica con quién medio salí en la secundaria, claro, luego ella dijo que no éramos nada cuando la vi besándose con un chico de un grado superior, pero eso no me partió el corazón. Solo estuve decepcionado un buen tiempo hasta olvídala. Y luego está la chica del internet con quién salí una vez, ella era guapa y educada, y si quería conocerla más, pero cuando dejamos de hablar no me pareció tan grave.

Además del veneno, quizá haya un agujero en lugar de corazón.

Hace un par de años, la hija de una se las amigas de mamá si bien me quito el aliento apenas la vi, no me despertó ningún interés cuando se fue del país, quizá solo un poco de pena. El año pasado, cuando entré de cajero, me presentaron a un chico universitario de quien debía ser su sombra hasta tener mi propia caja. Era un tipo carismático y con un brillo que podría haberme dejado ciego, no literal como cuando casi pierdo los ojos, pero era tan despampanante hasta cuándo hablaba de su carrera. Cuando se fue hacer su residencia al hospital, mi interés murió tan rápido como acostumbrase a la oscuridad.

Quizá eso pasaría con Bucky si regresara a su país. Aunque, no quisiera que se fuera, solo como hipótesis arruina mi apetito.

—Tierra llamando a Steve.

Enfoco la mirada, en frente de la mesa, mi madre tiene ambas cejas alzadas.

—¿Sí?

Madre rié y le da un sorbo a su café. ¿De qué estábamos hablando? O ¿De que hablaba ella?

—Estabas como esos niños con sus celulares, en otro mundo —bromea.

No obstante, no me da gracia, si alguien me grabara cuando estoy en las nubes lo demandaría.

—¿Estas bien? —pregunta.

La taza de café en mis manos aún está llena y a dejado de humear, de lejos esto es sospechoso. Igual, ella se da cuenta de todo.

—Solo estaba pensando —digo fingiendo tranquilidad, pues estas ideas no me van a dejar tranquilo y apenas estamos empezando la semana dorada de año nuevo. Es estos días cuando las bebidas de todo tipo desaparecen de la tienda y debo ofrecer loterías para un viaje a España.

—¿En qué?

—En lo que viene esta semana. —No es una mentira.

Ella asiente y le da un mordisco a su galleta, su prima los trajo en navidad.

—Aunque, quisiera hacerte una pregunta —agredo. ¿Quién mejor que a ella para preguntarle? Ella que fue profesora de literatura y leyó tantos libros de amor como desamor en su vida—. ¿Qué diferencia crees que hay entre gustar y enamorarse?

Ella ladea la cabeza. Debí haber hecho esta pregunta hace dos décadas cuando era adolescente, o podría haber buscado respuestas en algún libro. ¡Y está el Internet! Si hay tutoriales de cómo hacer pan de frutas, debe haber sobre diferenciar los tipos de amor o procesos o lo que sea.

—Pues —dice mi madre pensativa. Deja la taza de café en la mesa y da un largo suspiro—. La verdad no es tan complicado ver las diferencias. Por supuesto, cuando se está en medio, puede llegar a ser confuso.

Dandelion of lightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora