Mis manos tiemblan...
Mi mente lucha por encontrar la verdad...
Sostener los recuerdos que antes tenía...
Es una muerte sin piedad...
— Mamá... Por favor... No
Mi madre no tuvo piedad, azotó el vaso contra el suelo, los cristales estallaron y se regaran por todo esté, derramando el líquido cristalino que contenía. Agarró una barra de metal y cada vez que la azotaba contra mi cuerpo, sentía menos dolor; mis pies resbalaron, caí con mucha presión, mis manos azotaron contra los cristales y un tono carmesí se expandió por todo el suelo.
Agitada, me gritaba una y otra vez, no escuchaba, no sentía, no vivía. Salió enfurecida, me quedé ahí, tirada como algo que ya no sirve más. No dolió, no nació la sed de venganza dentro de mí, porque la venganza es un sentimiento cruel y que destruye, me es basto decir que yo no siento nada por ella.
No quise salir, me quede a limpiar hasta el mínimo indicio de tortura, nadie podía saber de esto. Cuando termine, me inunde en la inmensa oscuridad de mi habitación, tomé el primer Jersey que tuve en frente y de puntillas corrí hasta el baño del fondo del pasillo, encendí la bombilla, me quite la polera y observe mi delicado cuerpo a través del espejo, lo admiré como algo hermoso, desde el más pequeño hematoma hasta el mayor, parecían ser universos alternos, llenos de puntos blancos, tonos azules, verdes, rosa y morados. Porque en ese momento solo pensé que no había algo más hermoso que lo que te provoca dolor. Fuí a la cama, y cada roce de mi cuerpo con las suaves frazadas me sacaba un gemido de dolor desde lo más profundo de mí ser, no pienso en nada, o al menos eso es con lo que quiero engañar a mi mente, siempre hay algo de lo que hablar, y siempre hay algo que nunca sobra y nunca falta
¿Por qué?
A gritos mi mente, mi ser, la niña que antes era feliz me piden una respuesta.
Muchos pueden decir que un par de signos interrogatorios, dos palabras y seis letras no pueden destruir tanto a una persona, tal vez es porque no piensan o su vida es simplemente perfecta. Muchas veces pensar deja a mi cerebro trabajando por horas y el sueño es un obstáculo, otras veces en las que el sueño es la mejor opción, pero nunca me abandona.
Un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo, alguien me está zarandeando, al instante siento su aura, que exhala tristeza, enojo y dureza
— Lo siento... No fue mi intención...
¿Quería burlarse? ¿Qué tenía en la cabeza?. No pude voltear, sabía que al hacerlo no habría vuelta atrás, algo dentro de mí se desbordara y jamás podré volver a llenarlo.
Al tratar de moverme el dolor invadió mi cuerpo de dolor, haciendo que lanzará una exclamación de dolor.
— Nena... ¿Estás bien?
La ira inútil mis venas, me levante de la recamara de un solo impulso y salí de manera inmediata de la habitación, escondiéndome en el cuarto de baño al que nadie acuadía desde que mi Padre murió, la tenue luz que ofrecía la farolilla me daba confort y tranquilidad, mi cuerpo estaba seco no podía llorar más, estaba cansada de todo, todo en esta vida es jodidamente difícil.
La casa siempre está en silencio, pero cuando vives constantemente así, aprendes a medir tiempos, ritmos e incluso el propio silencio.
Mi madre sale todos los días a las 9.30a.m. A pesar de que su horario de trabajo inicia 30 minutos antes. Era su propia jefa, ignorando al verdadero jefe. Todo indicaba que ella había salido de la casa cuando escuchaba gritos y el televisor encender.
Entonces ahí podías salir de tú escondite, aunque eso no era señal de que ya podía ser dichoso y pleno.Entonces emergí silenciosamente, por una rendija pude obtener un buen panorama del pasillo y ver que no había ni una sola alma deambulando por ahí, esa era mi señal para salir. Entre de nuevo a mi habitación, la cama estaba ordenada, sobre el escritorio reposaba una nota, nota que no me tomé el tiempo de leer y arroje al cesto de basura.
Tomé un cuaderno viejo que nadie se tomaba la molestia siquiera de revisar cuando entraban a mi habitación a husmear y las palabras se comenzaron a deslizar sobre el frágil papel como el agua sobre la tierra húmeda.
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Cartas de Papel
Teen FictionVivir aquí es una aventura y nadie nos prepara para ella. Simplemente, un día aterrizamos en este lugar llamado tierra y aquí es donde decidimos que es lo queremos y no hacer. Hay días buenos y malos; sin duda alguna, los malos abundaron entre los...