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SunHee, la madre de TaeHyung, era joven e inocente cuando le propusieron consumir unas pastillas a cambio de un buen cheque, no lo pensó.

Su esposo DaeHun acaba de graduarse y no conseguía empleo, y SunHee estaba en espera de su primer bebé. Ellos, los jóvenes médicos, habían dicho que no había problema con su embarazo.

Jamás creyó que se convertiría en una de las pocas mujeres de Seúl en dar a luz a un niño con útero.

TaeHyung era un varón, eso lo había dicho su médico; sin embargo, él tenía un útero y ovarios.

SunHee estaba asustada, ella escuchó sobre las otras madres en su posición, ellas habían entregado a sus bebés. SunHee no quería eso, no quería exponer a su bebé como si fuera un experimento. Ella contactó a la investigadora y ginecóloga YanMi; YanMi era una joven que dedicaba su vida investigar estos casos inusuales.

YanMi le había dado a SunHee unas pastillas; TaeHyung debía tomarlas para producir hormonas masculinas.

YanMi había dicho que eran para evitar los cambios por los cuales tendría que pasar TaeHyung, cambios por los cuales pasaría una chica normalmente. Menstruación.

Ese era el secreto de SunHee.

SunHee amaba a su pequeño bebé. Ella se iba a asegurar que TaeHyung tuviera una vida normal, su hijo conocería a una buena chica y tendría su propia familia.

Eso no pasó. A la edad de quince años, TaeHyung conoció a Jeon JungKook, un joven apuesto de diecisiete años. SunHee estaba feliz del nuevo amigo de su hijo, su pequeño Tae era demasiado tímido.

JungKook solía pasar las tardes en casa de los Kim, SunHee y DaeHun no se oponían, les gustaba que su hijo tuviera a un amigo. Todo cambió cuando SunHee regresó antes de la oficina, ella vio la bicicleta de JungKook afuera de su casa; pero ningún ruido se escuchaba en casa, y los vio, los chicos se encontraban besándose sobre el sofá.

Su hijo sonrojado intentó disculparse y con vergüenza ese mismo día por la noche habló con su mamá. Somos novios, mami, había dicho.

SunHee no estaba en contra de la relación, solo tenía miedo. TaeHyung tenía meses sin tomar su medicamento, él no era un niño para obligarlo a tomar de aquellas vitaminas. SunHee no quería que TaeHyung resultara en cinta.

Sabía que su hijo era listo y se cuidaría, pero al final eran dos jóvenes hormonales, cualquiera cosa podría pasar.

Ella intentó hablar con DaeHun, pero para su sorpresa su esposo estaba a favor de aquella relación, él no entendía la gravedad de la relación.

— DaeHun, lo sabes — exclamó SunHee molesta, ella observa desde la cocina a TaeHyung a un lado de JungKook. Ellos veían una serie — Deben terminar, le diré a TaeHyung, me entenderá.

— No lo hará. Está enamorado y hará cualquier cosa como... — pensó DaeHun bebiendo de su cerveza — Salir con JungKook a escondidas de ti.

Y por más que SunHee intentó separar a la pareja, no lo logró.


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Nueve años después.

SunHee estaba preparando la pasta favorita de TaeHyung.

Hace un año que vio a su pequeño retoño; con el trabajo de JungKook y TaeHyung cursando su último año, los chicos no habían podido ir a visitar a la familia Kim.

Unos años atrás, JungKook logró conseguir un buen empleo, el cual estaba en Seúl, y SunHee está segura de que esa fue la única razón por la que TaeHyung aplicó para una universidad en la capital.

Para SunHee fue muy difícil dejar ir a TaeHyung; era su bebé, su único hijo.


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— ¿Condones? — preguntó JungKook. El pelinegro estaba sobre el asiento de su auto y TaeHyung, su novio, en su regazo.

Estaban a treinta minutos de distancia de la casa de TaeHyung, se detuvieron frente a una gasolinera y una cosa llevó a la otra.

TaeHyung estaba con su trasero frotándose sobre la erección de su novio — Mierda, no. Hazlo así — pidió cegado por la lujuria.

TaeHyung tenía esta clase de fetiche sobre hacerlo en público, de alguna manera le prendía el ser descubierto.

— No, te voy a lastimar — Susurró JungKook, besando el cuello de TaeHyung. Ellos han estado juntos una eternidad. Bueno, se conocen y han follado demasiado, sin y con preservativo; pero de alguna manera el pelinegro siempre cuidará de su pequeño novio.

— No — gruñó TaeHyung al borde de la desesperación — Lo hicimos anoche y hoy en la ducha obtuve tus dedos. Por favor, seré un buen chico, seré bueno para papi.

Los ojos de JungKook se oscurecieron.

Así eran ellos, tenían sexo —demasiado— en donde sea y cuando sea. Su vida era perfecta. JungKook amaba su vida; era un hombre gay en su plena juventud y podía tener sexo con su bonito novio sin preocuparse por un embarazo no deseado.

Si a JungKook le preguntaran que es lo que más ama del sexo homosexual, sin duda respondería que es venirse dentro de su novio.

Serendipia ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora