Capítulo 1: Lo que cayó en Volcadera Bluff

344 31 12
                                    

¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Es lo mejor para mí? ¿Es una forma de deshacerse de mí? Esas preguntas no dejan de darme vueltas en la cabeza. Eso, junto al hecho de llevar casi 8 horas en este vuelo, no me traen muy bien la verdad. Viajar desde Monte Jaspe (en España) hacia Volcadera Bluff, todo con la excusa de visitar mi tío Anon, el hermano de mí... madre.

La relación con mi padre había estado algo tensa desde hace un tiempo. Pero lo que dijo: "Tienes que entender, Desco, es por tu bien" "Ya no puedo aguantar más contigo aquí" "Necesito respirar, tu tío Anon tiene una bonita casa en Volcadera Bluff y dijo que estaría más que feliz de recibirte" ¡Coño! Esas palabras sí que resonaron en mi cabeza por varios días. "Ya no puedo aguantar contigo aquí" "Necesito respirar" Eso... eso suena a que realmente estaba siendo una carga para mi viejo. Y de todos modos, ahora que lo pongo en retrospectiva, no importa mucho. Monte Jaspe ya me comenzaba a quedar algo chico y no tenía amigos allí. Este puede ser un nuevo inicio, quizás.

El avión ya comienza a descender... ¿O está yendo más rápido? El Piloto dijo algo de que a la izquierda los del vuelo N.º 138 nos estaban retando a... ¿Una carrera? ¿Eso siquiera es legal? Pero finalmente, y luego de media hora de oír al piloto lanzar amenazas por el altavoz hacia ese tal Frank del otro vuelo, el avión descendió por completo.

Baje del avión y me dirigí al interior del aeropuerto. Por ahora todo parecía vacío, sin señales del tío Anon al rededor. ¿Será que se olvidaron de mí? ¿O quizás aún no llegan? Cómo sea, por ahora solo debo preocuparme de que mis maletas salgan por la banda transportadora sin que falte ninguna.

Por suerte así fue, mis cuatro maletas y el estuche de mi guitarra estaban intactos. ¿Cuatro maletas, eh? Jamás habría creído que mi vida completa ocupara tan poco espacio. Entre ropa, aparatos de música, mi laptop, cargadores y demás cableado; y quién sabe que otro puñado de cosas. Todo eso junto con el estuche de mi guitarra, mi por ahora posesión más valiosa, todo eso era Desco. Y la verdad, es que es más que suficiente para mí.

Sin más, solamente tomé mis maletas y me dirigí en dirección a la salida. Ahí, junto a la entrada, pude observar a una singular pareja. Ese debe ser mi tío Anon, tal y como lo imaginé, un humano al igual que yo, más adulto, obviamente, y más calvo. Y esa de ahí debe ser la señorita Lucy. Si se han de ver como una pareja feliz y... Oh diablos, ¿Cómo coño se supone que me presente? ¿Cómo diablos se supone que—?

—Desco, ¿Cómo estás, chico? Es un gusto por fin tenerte aquí —dijo saludando mi tío Anon, sacándome de mis pensamientos.

—Eh, sí. Es un gusto, tío Anon —respondí con tranquilidad. Por ahora no puedo decir mucho, digo, apenas los conozco, ¿no? No sabría que más decir y—

—Lindo estuche, Desco, ¿esa guitarra es tuya? —pregunto la señorita Lucy, haciendo que dejara de seguir sobre-pensando las cosas.

—Oh, eeh... Sí, es mía. Un regalo —respondí. Ella sonó legítimamente interesada. Me habían contado algo de que la señorita Lucy era maestra de música o algo por el estilo. Eso sin duda hacía todo más liviano.

Después de los saludos el resto continuo con normalidad. Nos dirigimos al aparcamiento, coloque mis cosas en el maletero del auto, me subí en el asiento trasero y, entre varias preguntas, tomamos rumbo hacia la casa de la pareja. Las preguntas, sin duda, no eran mi parte favorita. Aunque parece que por respeto mantuvieron el tema de mi madre apartado.

—Y dime, Desco, ¿compones o solamente tocas música? —pregunto la señorita Lucy.

—Solo toco un poco —respondí. Las preguntas de la señorita Lucy, sin duda, eran las más amenas. Mayormente, sobre música o como era Monte Jaspe.

Historias Livianas de Volcadera Bluff.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora