Bachisagi (Drables y One-shots)

El joven amo POR FIN se enamoró

Isagi Yoichi era el heredero de un clan Yakuza. Su madre, como cabeza de la reconocida familia Isagi, se encargaba de darle trabajos a realizar. Después de todo, como digno sucesor, tenía que afianzarse con la labor familiar.

Entre esas tareas estaba ajustar cuentas con quienes les deben dinero.

Fuera de esas responsabilidades, tenía el suficiente tiempo para realizar actividades de ocio como leer mangas, ver animes o, su favorito, jugar al fútbol.

Un día, luego de finalizar un partido, se dirigía caminado tranquilamente a su residencia. En el camino ve una panadería, llamado por el delicioso aroma decide entrar para comprar algunos bocados.

Cuando ingresa por la puerta suena una campanilla anunciando su ingreso.

—~Ya voooy~— Le dice una melodiosa voz cantarina.

Unos segundos después, de una puerta detrás del mostrador, sale un lindo joven con ojos color miel y una hermosa sonrisa.

Isagi se enamora al instante de él.

Día tras día, va a la panadería aprovechando cada instante para tener cualquier pequeña charla. Hablando principalmente de cosas triviales, pero también tratando de sacar cualquier pequeño detalle de su vida personal.

"Bachira Meguru" era el nombre del chico según le dijo el día que se conocieron. Obviamente, busco toda la información de conocimiento público que había sobre él. Internet era una buena herramienta para investigar datos de las personas a través de redes sociales. Aunque se le hizo difícil encontrar algo útil.

Pero, de lo que había averiguando entre sus charlas, sabía que llego hace unos meses a la ciudad para trabajar en la panadería que le dejó un pariente.

Claro, podía mover algunos contactos para encontrar más información. Pero hacerlo levantaría la curiosidad de su familia mafiosa.

Después de todo, Isagi nunca fue alguien que se interesaba en tener pareja, a sus veinte años nunca había sentido la chispa de querer a alguien. Simplemente creía que el amor no era para él, mucho menos el deseo sexual. Sin más, le restó importancia a entablar una relación romántica con alguien.

Toda su familia se dio cuenta de eso, creía que se habían resignados a que sería un solterón. Sería raro si les pedía información de alguien en particular sin motivo aparte, encontrarían esperanzas de que tenga pareja. Conociendo a su madre, lejos de molestarse de que le guste otro hombre, podría intervenir para obligarlo a casarse con él.

Y eso era malo... ¿Cierto?

Restándole importancia, tomo la rutina de ir todos los días para conseguir cualquier avance de manera tradicional.

Así fue como una vez llego a la panadería a la hora de siempre y vio al despreocupado chico comiendo un muffin. Tenía el labio superior manchado de una crema blanca, dándole un aire adorable que enterneció su corazón.

Cuando Isagi se lo señalo, Bachira se rio y saco su lengua para limpiar el sobrante. 

Isagi enseguida tuvo una descarga en su parte baja.

Sintió que la boca se le secaba, sin poder evitarlo, tragó audiblemente. Vio como Bachira le sonreía con sus brillantes ojos que parecían tener una intensidad que lo consumía.

Por primera vez, Isagi quiso poseer a una persona.

Esto era un problema porque en sus años de vida nunca supo como encarar a alguien.

Pensó detenidamente en qué debería hacer. Como digno heredero de una mafia, lo único que se le ocurría era secuestrarlo, mantenerlo encadenados en su cama, con sus piernas abiertas siempre dispuesto a darle placer. Esa imagen le valió unas cuantas sacudidas a su miembro que estaba completamente duro y dispuesto ante esa idea.