Amenazas y amenazas

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Esa mañana me levanté super temprano y me senté frente al espejo sin siquiera desayunar, moría de ansías por ver que estaba pasando en el mundo mágico y con los chicos.

El espejo me enseño a Draco, se encontraba sentado en la esquina de un calabozo, esposado, tenía los ojos hinchados, estaba más pálido de lo normal, unas enormes y oscuras ojeras se posaban bajo sus ojos, sentí un nudo en la garganta al verlo, estaba sucio y temblaba de frío.

La reja del calabozo se abrió dejando ver a Leta, quien miraba a Draco con una sonrisa cínica y burlona.

-Ten -dijo arrojándole el plato de metal con comida al suelo -Come.

Draco la observó casi sin expresión, alternó la mirada entre Leta y la comida del suelo sin decir ni una palabra.

-¿No piensas comer? Bien, como quieras, eso solo adelantará tu muerte inminente -dijo Leta levantando los hombros sin dejar de sonreír

Draco miraba a Leta con odio, sus ojos se volvían vidriosos mientras ella se acercaba a él.

-Aunque sea lo último que haga.. voy a matarte Leta, pero no sin antes hacerte sufrir, vas a pagar con lágrimas de sangre lo que hiciste -advirtió él con la voz afónica y los ojos rojos

Tragué en seco al oírlo.

Leta comenzó a reírse en su cara, tomó el plato del suelo y le golpeó el rostro con él.

-¡Maldita! -grité desesperada golpeando el espejo provocando que éste se cayera

Lo levanté rápidamente y sentí golpes en la puerta.

-¡Adelante! -grité mientas apretaba el puño

Cosmos entró y me miró levantando una ceja.

-¿Qué demonios quieres, Cosmos? -pregunté tratando de calmarme

-Por alguna extraña razón mi señor quiere desayunar contigo, te espera en el comedor -respondió mirándome con desagrado

-Dile que no puedo -respondí mientras me sentaba frente al espejo para volver con Draco

-Mocosa ingrata, luego de como se porto contigo.. ¿te atreves a rechazar su invitación? Te advierto que estará muy molesto.

-¡Está bien Cosmos, iré si eso hará que te calles y te largues de una buena vez!

Cosmos sonrió complacido y se fue.

Sin ánimos busqué en el armario algo que ponerme, a pesar de no tener un gramo de entusiasmo, Cosmos tenía razón, tenía una deuda enorme con Lucifer y si quería seguir gozando de los privilegios que tenía, debía comportarme con él.

Arreglé mi cabello, maquille un poco mis ojeras y me vestí para ir al comedor.

Al verme Lucifer se levantó y sonrió.

-Lamento la demora -murmuré mientras me acercaba

Lucifer corrió la silla junto a su lado para que me sentara, agradecí su gesto y ambos nos sentamos.

-¿Conseguiste descansar? -preguntó mientras servía café para ambos

-Tuve mejores noches -respondí con un fingido buen humor

Él sonrió.

-Con el paso de los días todo mejora, pronto te sentirás como en casa.

Asentí y no pude contener el suspiro que abandonó mis pulmones.

Al terminar de desayunar regresé a mi cuarto y me senté frente al espejo.

Esta vez, el espejo me mostró a los chicos en la casa del árbol.

Grindelwald (parte dos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora