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Jungkook

Un día nuevo empezaba en la ciudad. Me asomé por la ventana del lugar en el que vivía y todo seguía igual que siempre.

Humo a los alrededores, gente corriendo como loca mientras hace de las suyas, corren por sus vidas. Otras como yo que solo observo desde lo alto.

Conseguí este piso en una pelea clandestina hace una semana, creo que todos estamos aquí de esa manera. Apostamos todo por todo y a mi suerte uno de los hombres que maté tenía a su poder este bonito apartamento.

Nunca fuí una blanca palomita, tengo que admitir y matar a ese hombre en la pelea no es de las peores cosas que he tenido que hacer en este último año con tal de estar a salvo.

Acabo de tomar mi ducha y me visto unos pantalones de jeans con una playera blanca que resaltan mis recién ejercitados brazos. Me pongo el reloj que había encontrado urgando en los cajones y me quedaba perfecto.

Finalmente salgo de mi apartamento dejando todo bien resguardado, con todos los seguros posibles y me encaminé hacia un pequeño lugar que se encontraba a unas cuadras de distancia.

Aparentemente el anterior dueño poseía mucho dinero, y no soy para nada tonto, soy consiente de que mi estancia en ese lugar no durará tanto, tarde o temprano tendré que irme de ahí por cualquier circunstancia, así que me encontraba invirtiendo el dinero de la caja fuerte que logré abrir, en unos bonitos tatuajes que cubrían todo mi brazo derecho. Nunca lo pude hacer antes por mi oficio. Pero ahora no había nada que me lo impidiera.

—¿Qué tal Jeon?, llegas muy puntual.

—entre más rápido acabes el tatuaje mejor, cariño— le guiño un ojo a Hyesun, la chica que se encarga del gran tatuaje que me estoy haciendo.

—claro, en esta sesión termino todo. Nada más no vayas a llorar.

Ruedo los ojos, le he contado mi vida, un tatuaje no me hará llorar.
Me acomodo en la silla y apoyo mi brazo en la mesita junto a mi para que la chica castaña tenga acceso a este.

Horas y horas en este lugar dan frutos finalmente cuando la última gota de tinta es puesta en mi piel.

Tenía el brazo un poco entumecido porque duré mucho tiempo sin poder moverlo, pero valió totalmente la pena cuando la castaña pone el espejo frente a mi, notando mi brazo totalmente cubierto de su obra de arte.

—quedó espectacular— hablo asombrado.

Saco el dinero correspondiente y se lo entrego para después retirarme.

La tarde ya estaba cayendo. duré horas en ese pequeño estudió, si no fuera por el tonto programa viejo que estaba saliendo en la televisión hubiera dormido un poco en esa silla.

Ganar el combate había hecho un cambio notorio en mi estilo de vida, e iba a hacer todo lo posible para poder manterlo así. La gente en los alrededores sabían quien era y como había ganado, así que me tenían respeto, y hasta cierto temor, quiero creer. Podía pasear libremente por las calles sin correr el mismo peligro que corrían los demás.

Entro al edificio donde vivía ignorando los saludos de la gente, que eran por pura cortesía, me adentro al elevador marcando mi piso y espero a llegar con ansia para poder tumbarme un rato en la cómoda cama que me espera.

Me adentro al apartamento observando que todo esté bien y en orden.

Mi cuerpo al fin logra sentir un descanso al tocar el colchón cuando el teléfono en la cómoda empieza a sonar.

Suspiro.

Contesto sin decir nada esperando que alguien hablara en la otra línea.

—¿Señor Jeon?— la voz de un hombre se ecucha, pero si no me dice algo que realmente valga la pena que gaste mi voz no pienso hablar, es más colgaría— señor, ¿está bien?... no se si sea usted pero requieren de su presencia en la azotea, hoy le toca pelear otra vez.

Tiene que ser una broma.

—¿disculpa?

—sí, ¿no se lo informaron?, quedó invicto la pelea pasada pero al ganar cualquiera que quiera intentar quitarle la victoria puede solicitarlo. Y usted no se puede negarse.

—yo no recuerdo haber aceptado eso. Lo siento

Estaba a nada de colgar, no permitiré que me quiten la paz.

—recuerde que si gana usted se queda con todo lo de su contrincante.— escucho el tenue sonido del telefono, no tengo avaricia, realmenre no me importa tener mas de lo que ya tengo— si no viene van a ir por usted de todas maneras, lo golpearán y en el estado que se encuentre va a tener que pelear.

— está bien, subo en unos minutos— hablo cansado de todo. 

Cuelgo el teléfono de inmediato, y con pocas ganas me levanto deshaciendome de toda comodidad.

Suspiro pesado frente el espejo, observo mi tatuaje recién hecho con mucha preocupación. Es una lástima que se va a arruinar, estoy furioso. De verdad espero que no le pase nada.

Tengo que pelear y ganar es más que obvio.

Abro uno de los cajones en busca de algo en específico. Revuelvo todo hasta que por fin encuentro el pequeño objeto color nude mate, que me iba a ser de gran ayuda. Lo empuño en mi mano y salgo directo hacia la azotea.

Allí había mucha gente, todos habían pagado para poder presenciar la pelea de hoy, estaban esperando ver como destrozan, talvez. Pero no les daré el gusto, solo les daré mucho más de que hablar.

Los gritos no cesaban y los reflectores me apuntaban mientras caminaba firme hacia el centro de todos donde había una enorme jaula destinada para que nos agarraramos a golpes dentro de ella.

—señoras y señores con ustedes nuestro más reciente ganador, mantando a todos sus contrincantes, el Letal Jeon.

¿Letal Jeon?, está alardeando demasiado.

La gente estaba loca, gritaba eufórica mi nombre. Talvez admito que es música para mis oídos, solo espero que no me agrade demasiado toda esta atención, se lo peligroso que eso es.

La batalla estaba empezando, metieron al primer oponente un hombre un poco mayor que yo, puedo notar.

Con mucho cuidado coloque el objeto que traía resguardado, justo en mi dedo. Un anillo que se camuflajeaba muy bien con mi color de piel y sin duda podía hacer una diferencia en la pelea.

Confiaba totalmente en mis habilidades, pero siempre me gusta llevar ventajas, y este objeto puede marcar una gran diferencia.

El silbato suena y el hombre rápido se lanza sobre mi, pero con mis buenos reflejos logró esquivarlo.

Soy yo quien logra dar el primer golpe, uno tras otro.

Logra escapar e intenta golpearme, pero no lo logra porque soy más rápido, con todas mis fuerzas tomo su cuerpo aventándolo contra las rejas donde puedo tomar ventaja cuando se encuentra en el suelo adolorido, tomo su cabeza golpeándola múltiples veces contra el piso hasta que me detienen dándome el gane.

1 minuto me dieron para respirar y tomar unos tragos de agua, mis manos y mi ropa ya tenían manchas de sangre. No me imaginaba como terminaría al final de esta pelea.

Entra el siguiente en pelear, este hombre se veía de mi edad  y la complexión también se veía similar, puede que sea divertido.

Y así fue, otra vida más que fue arrebatada de mis manos.

También un hombre grande como de 50, aparentemente retirado del ejército.

Una mujer, bastante guapa.

Que gran pérdida.

Todos ellos tenían grandes ganas de ganar pero yo tenía más. Dieron buena pelea, pero no la suficiente.

Limpio mi sudor con las mangas de mi camisa que ahora se encontraba llena de sangre, tanto mía como de más vidas que acababa de tomar. Solo faltaba alguien más, solo uno más y descansaría de toda esta porquería.

—con ustedes el último contrincante del señor Letal, el pequeño, pero gran valiente, ¡Tommy!

Un niño aproximadamente de 11 años camina por las puertas de la jaula.

—Esto es un chiste, ¿cierto?, ¿Pretenden que mate a un niño?

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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LETAL | JEON JUNGKOOK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora