Ella caminaba agitada sujetando su bolso contra el pecho y dando pequeños tropiezos mientras intentaba llegar a tiempo al gran parque frente a la facultad de leyes; esa tarde se citó con Hannes su mejor amigo, para estudiar un tema que le resultaba particularmente difícil ya que un exámen importante estaba cerca.Sus rizos se movían de un lado a otro con la misma prisa que sus pies, por fortuna al estar a unos metros de la mesa indicada, pudo notar que Hannes no aparecía aún.
Quizá él estuviera retrasado por la compra del libro que les faltaba así que en ese caso ella tomo asiento en la banca de concreto, sintió un escalofrío recorrer sus piernas y pataleo un poco para calentarlas.
-Supongo que debo esperar. -pensó suspirando, mientras colocaba su bolso sobre la mesa y se recostaba en ella.
Al otro lado de la misma y sin que ella lo hubiera notado aún, un hombre recostado en la banca daba una calada a su cigarro y se cubría de nuevo el rostro con lo que parecía un saco negro.
Una chispa en la mente de él se encendió, noto de reojo que alguien se había sentado en la misma mesa y descubrió su ojo derecho solo un poco para poder observar si era Hannes quién había llegado...
Solo con la parte de debajo de la mesa a la vista, la miró.Unas delicadas balerinas rojas con un moño del mismo color al frente...una pequeña parte de la piel de su tobillo; clara como una nube.
El rostro de él se relajó bajo el saco y exhaló el humo del cigarrillo cuando vió el delgado y torneado par de piernas envueltas en un pantalón que subía ajustado hasta lo que parecían unas suaves y anchas caderas, la mezclilla era de color gris Oxford; su favorito.
Él tragó saliva, nuevamente aspiró profundo y lento de su cigarrillo mientras cerraba por unos segundos sus ojos.
Después decidió investigar solo un poco más...una blusa vaporosa de color rosa pastel que era víctima del suave viento el cual la hacía rozar y marcar la tierna silueta de una cintura pequeña y justo después, más arriba...
-Un cuerpo así, sería injusto si también tuviera un rostro hermoso. -pensó sonriendo y soltando el humo rápidamente, después volvió a cubrir su cara. -Definitivamente...no es Hannes.En ese momento ella comenzó a percibir un aroma...hizo un gesto de desagrado con los ojos cerrados y un puchero con sus labios...cigarro, el humo de este siempre le había parecido detestable.
Abrió solo un poco los ojos y vio del otro lado de la mesa subir un hilo de humo. Al parecer enfrente se encontraba la persona culpable de arruinar el aroma a hierba del parque.
Ahora fue ella quien se inclinó para asomarse por debajo de la mesa y vio a un hombre cubriendo su rostro. Ella arqueo una ceja al ver que él llevaba una camisa de un blanco impecable que remarcaba su torso musculoso y seguramente fuerte, sus piernas no quedaban atrás pues era evidente que bajo de ese pantalón a medida había unas muy largas y firmes...los músculos de una de ellas resaltando cuando comenzó a flexionarla sobre la banca, sus zapatos negros bien lustrados.-Debe medir más de metro ochenta...parece poco más alto que Hannes.-dijo para sí misma.
Entonces también pudo ver qué en una de sus manos el tipo llevaba el maldito cigarro, solo hasta ese momento ella recordó que debía respirar.
Se incorporó y se recostó de nuevo en su bolso. Pero se sentía lista para lanzar un comentario contra ese sujeto.
- ¿Acaso no sabe que se encuentra en una zona familiar? No todo el mundo funciona a vapor por aquí. Debería buscar un espacio para fumadores!-dijo al aire molesta, esperando que él la escuchara mientras se cruzaba de brazos indignada.
Él entendió el comentario y una sonrisa se formó en sus labios bajo el saco...se rió.
- Oblígame preciosa. - Le respondió entre risas, lo cual hizo que ella se pusiera roja de vergüenza y no porque le pareciera encantador, sino porque le había enojado su manera de retarla y por esa risa...la cual se escuchaba tan masculina y jovial. -Te aseguro que conozco este parque de cabo a rabo y no he visto un solo señalamiento de "No fumar" Además si es familiar cualquiera puede estar aquí, no es verdad?. -le cuestionó él sin dejar de sonreír aún con su rostro cubierto.
-Debe ser una mujer delicada y muy pulcra.- pensó después de responderle.
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El sonido de mi despedida.
RomanceZachary Davian, un hombre sereno y formal se ve interesado en una mujer que no es la madre de su hijo, por primera vez en los últimos 10 años. Tambaleando de esta forma su aparente estabilidad. ¿Ella? Seiran.